El día de mañana

Jose R. Hernandez

El día de mañana

El día de mañana

0
(0)

El día de mañana | Estudios Bíblicos

Introducción

¿Quién de nosotros no ha pensado en el día de mañana? A veces, la incertidumbre nos hace preguntarnos si las cosas saldrán bien, si tendremos lo necesario o si nuestros planes se cumplirán. Es natural—somos humanos. Pero también hay quienes viven tan enfocados en el futuro que olvidan el valor del presente. Y, claro, están aquellos que, con cierta arrogancia, dan por sentado que controlan lo que vendrá… ¿pero es así?

He leído que en la cultura judía del siglo I, las personas dependían mucho del clima para sus cosechas. La lluvia podía significar vida o escasez, y esto los hacía conscientes de su fragilidad ante lo impredecible. Me pregunto si, al vivir en una época con tantos avances, nosotros hemos perdido un poco esa conciencia. Tal vez, sin darnos cuenta, caemos en la trampa de creer que tenemos el control total sobre el mañana… ¿Pero qué dice la Biblia al respecto?

En las Escrituras, el concepto del tiempo es profundo. No solo existe el tiempo cronológico—ese que medimos con relojes y calendarios—, sino también el tiempo kairós, ese momento divino y oportuno en el que Dios actúa. La diferencia es crucial porque, mientras nosotros calculamos el tiempo en días y horas, Dios obra en el momento preciso, según Su voluntad. La Biblia nos advierte sobre la vanidad de jactarnos del día de mañana y nos enseña a vivir con sabiduría, aprovechando bien el tiempo que se nos ha dado.

Ahora bien, seguramente algunos ya deben estar haciéndose esa pregunta: ¿Por qué tenemos que saber todo esto? Bueno, porque comprender cómo Dios ve el tiempo transforma nuestra manera de vivir. Nos ayuda a confiar más y preocuparnos menos. Además, reconocer los momentos kairós puede cambiar el rumbo de nuestra vida, si sabemos aprovecharlos.

En este estudio, exploraremos qué dice la Biblia sobre el día de mañana, qué significa jactarse de él, y cómo identificar y aprovechar los momentos kairós. Veremos ejemplos bíblicos que ilustran estas verdades y reflexionaremos sobre cómo aplicarlas en nuestro día a día. Porque, al final, todos enfrentamos la misma realidad: el mañana es incierto para nosotros, pero no para Dios. Y vivir conforme a esta verdad trae paz, propósito y esperanza.

Ahora que tenemos este marco en mente, pasemos al primer punto: ¿Qué dice la Biblia sobre el día de mañana?

I. ¿Qué dice la Biblia sobre el día de mañana?

La Biblia nos enseña que el día de mañana no nos pertenece. Aunque hacemos planes y soñamos con el futuro, la realidad es que no tenemos control sobre lo que sucederá. Este mensaje aparece en varios pasajes, recordándonos que solo Dios conoce lo que vendrá. Pero… ¿qué significa esto para nuestra vida diaria? ¿Deberíamos dejar de planificar o aspirar a un mejor futuro? No necesariamente. El problema no está en hacer planes, sino en olvidar que dependemos de la voluntad de Dios.

El libro de Santiago lo explica de manera clara. En Santiago 4:13-14, leemos: “¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece.” Esta imagen de la vida como una neblina—fugaz y efímera—es poderosa. Nos confronta con nuestra fragilidad y nos recuerda que cada día es un regalo, no una garantía.

Pero este pasaje no pretende desanimarnos. Al contrario, busca enseñarnos humildad y dependencia de Dios. Porque, aunque no podamos controlar el futuro, podemos vivir con confianza si ponemos nuestra vida en Sus manos. Ahora bien, ¿cómo se aplica esto en lo concreto? Veamos tres aspectos esenciales.

a. El mañana es incierto, pero Dios es fiel

No sabemos qué traerá el día de mañana—nadie lo sabe. Podemos despertar con buenas noticias o enfrentar pruebas inesperadas. Sin embargo, la Biblia nos asegura que Dios permanece fiel en todo momento. En Mateo 6:34, Jesús nos exhorta: “Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.”

¿No es cierto que a veces cargamos con preocupaciones que ni siquiera llegan a suceder? Nos adelantamos a los problemas, imaginamos escenarios negativos y perdemos la paz. Pero Jesús nos invita a confiar, a vivir el presente sin cargar con el peso de un futuro incierto. Después de todo, si Dios cuida de las aves del cielo y viste los lirios del campo, ¿cómo no cuidará de nosotros? (Mateo 6:26-30). La clave está en recordar que, aunque el mañana sea desconocido para nosotros, no lo es para Dios. Él ya está allí, preparando el camino.

b. La vida es breve, aprovechemos bien el tiempo

El Salmo 90:12 nos ofrece una oración sabia: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría.” Este versículo nos invita a vivir con propósito, conscientes de que nuestros días son limitados. No se trata de vivir con miedo, sino con intención—aprovechando cada oportunidad para amar, servir y crecer espiritualmente.

He leído que, en tiempos bíblicos, la esperanza de vida era mucho más corta que hoy. Las enfermedades y las guerras hacían que muchas personas murieran jóvenes. Me pregunto si, debido a esto, tenían una mayor conciencia de la brevedad de la vida. Tal vez nosotros, con los avances de la medicina y la comodidad moderna, hemos perdido esa perspectiva. Pero la verdad sigue siendo la misma: no sabemos cuántos días tenemos. ¿No deberíamos, entonces, aprovecharlos al máximo?

c. Depender de Dios, no de nuestras propias fuerzas

Uno de los mayores peligros es caer en la autosuficiencia—creer que podemos controlar todo sin la guía de Dios. Pero la Biblia nos advierte contra este orgullo. En Proverbios 27:1, leemos: “No te jactes del día de mañana; porque no sabes qué dará de sí el día.” Este versículo no solo habla de la incertidumbre del futuro, sino también del peligro de confiar demasiado en nuestras propias capacidades.

Aquí es donde muchos tropiezan. Hacemos planes, nos esforzamos y buscamos el éxito, pero si dejamos a Dios fuera de la ecuación, nuestros esfuerzos son en vano. La verdadera sabiduría consiste en reconocer nuestra dependencia de Él. Como dice Santiago 4:15: “En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.” Este “Si el Señor quiere” no es una frase vacía, sino una actitud del corazón—una disposición humilde que reconoce que, sin Dios, nada podemos lograr.

Y así, al comprender que el día de mañana no nos pertenece, aprendemos a vivir con mayor humildad y confianza. Pero esto nos lleva a una pregunta importante: ¿qué significa exactamente jactarse del día de mañana? ¿Por qué la Biblia lo considera un error? Veámoslo en el siguiente punto…

II. ¿Qué es jactarse del día de mañana?

Hablar del futuro con confianza no es malo en sí mismo. Todos hacemos planes—es natural. El problema surge cuando esa confianza se convierte en orgullo, en una actitud que ignora nuestra dependencia de Dios. La Biblia llama a esto jactarse del día de mañana, y lo presenta como un error peligroso. ¿Pero por qué? Porque revela una mentalidad que asume el control total sobre el futuro, olvidando que solo Dios tiene el poder de determinar lo que sucederá.

Este concepto se ilustra claramente en Santiago 4:16, donde leemos: “Pero ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala.” La palabra “soberbia” aquí no se refiere solo al orgullo, sino a una actitud de autosuficiencia—como si nuestro éxito dependiera únicamente de nuestros esfuerzos. Y, seamos honestos, ¿cuántas veces hemos caído en ese pensamiento? Quizás sin decirlo en voz alta, actuamos como si no necesitáramos a Dios. Pero, ¿qué pasa cuando las cosas no salen como esperábamos? ¿Dónde queda entonces nuestra seguridad?

Veamos tres formas en las que la Biblia describe este tipo de jactancia y sus consecuencias.

a. Confiar en las riquezas o el poder personal

Una de las formas más comunes de jactarse del futuro es confiar en las riquezas o el poder. La Biblia nos advierte sobre este peligro en la parábola del rico insensato. En Lucas 12:16-20, Jesús cuenta la historia de un hombre que, tras una gran cosecha, decide acumular sus bienes y disfrutar de la vida, diciéndose a sí mismo: “Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate.” Pero Dios le dice: “Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?”

Este hombre no fue condenado por ser rico, sino por confiar en sus posesiones y olvidar que su vida estaba en manos de Dios. ¿No es un reflejo de lo que vemos hoy? Personas que persiguen el éxito, acumulando bienes como si eso garantizara su futuro. Pero la realidad es que ninguna riqueza puede comprarnos un día más de vida. Por eso, Proverbios 11:28 nos advierte: “El que confía en sus riquezas caerá; mas los justos reverdecerán como ramas.”

b. Vivir sin considerar la voluntad de Dios

Otra forma de jactarse del día de mañana es vivir sin considerar la voluntad de Dios. En la época de Jesús, los fariseos eran un ejemplo de esto. Aunque conocían las Escrituras, confiaban más en sus propias reglas y tradiciones que en la guía de Dios. Jesús los confronta en Mateo 23:23, diciéndoles: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta, el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe.”

Esta actitud sigue siendo común hoy. A veces, hacemos planes y tomamos decisiones sin buscar primero la dirección de Dios. ¿No es cierto que, cuando las cosas van bien, es fácil olvidarnos de orar? Solo cuando enfrentamos problemas recordamos nuestra necesidad de Él. Pero Dios desea que vivamos cada día conscientes de Su presencia, consultándole en todo lo que hacemos. Como dice Proverbios 3:5-6: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas.”

c. Presumir de lo que haremos en el futuro

Por último, jactarse del día de mañana también puede manifestarse en la manera en que hablamos. ¿Alguna vez hemos dicho con seguridad: “Mañana haré esto” o “El próximo año lograré aquello”, sin considerar que todo depende de Dios? Santiago nos advierte que este tipo de afirmaciones revelan una actitud arrogante, porque asumimos que tenemos el control del tiempo y las circunstancias. Pero la verdad es que cada día es un regalo inmerecido.

Charles Spurgeon, uno de los predicadores más influyentes del siglo XIX, habló sobre este tema con gran claridad. En su sermón titulado “God’s Will about the Future”, dijo:

“We should recognize God in the affairs of the future, because, first, there is a divine will which governs all things. I believe that nothing happens apart from divine determination and decree; even the little things of life are not overlooked by the all-seeing eye.” Fuente: God’s Will about the Future

Traducción: “Debemos reconocer a Dios en los asuntos del futuro, porque, en primer lugar, existe una voluntad divina que gobierna todas las cosas. Creo que nada sucede sin la determinación y el decreto divinos; ni siquiera las pequeñas cosas de la vida pasan inadvertidas para el ojo que todo lo ve.”

Estas palabras nos recuerdan que, aunque planificar es sabio, debemos hacerlo con humildad, reconociendo que solo Dios conoce el futuro. La verdadera sabiduría no consiste en presumir de lo que haremos mañana, sino en decir: “Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello” (Santiago 4:15).

Y así, entendemos que jactarse del día de mañana no es solo un error de orgullo, sino una señal de desconfianza en Dios. Pero esto nos lleva a un concepto aún más profundo: el tiempo kairós. ¿Qué significa este término y cómo puede cambiar nuestra manera de vivir? Lo descubriremos en el siguiente punto…

III. ¿Qué dice la Biblia del tiempo kairós?

El concepto de tiempo kairós es esencial para entender cómo Dios obra en nuestras vidas. A diferencia del chronos—el tiempo medido en segundos y minutos—, el kairós se refiere al momento exacto y oportuno en el que Dios actúa. No es un simple instante en el calendario, sino un tiempo cargado de propósito divino. La Biblia está llena de ejemplos donde Dios interviene en el momento preciso, cambiando el curso de la historia y la vida de las personas. Pero, ¿cómo podemos reconocer esos momentos en nuestra propia vida? Veamos tres aspectos clave.

a. El tiempo kairós es el momento de la intervención divina

En la Biblia, el tiempo kairós es cuando Dios irrumpe en la historia para cumplir Su voluntad. Un ejemplo claro es la venida de Jesús. En Gálatas 4:4-5, Pablo escribe: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.” La frase “cuando vino el cumplimiento del tiempo” señala que la llegada de Jesús no fue un evento al azar, sino el momento exacto designado por Dios.

He leído que, históricamente, el Imperio Romano había creado una red de carreteras y un sistema de comunicación sin precedentes. Me pregunto si este contexto facilitó la rápida expansión del evangelio. ¿No es sorprendente cómo Dios preparó cada detalle para que la obra de Cristo tuviera el mayor impacto posible? Esto nos recuerda que, aunque no siempre entendamos Su calendario, Dios actúa en el momento perfecto.

b. El tiempo kairós requiere discernimiento espiritual

No todos los momentos son kairós. La Biblia muestra que hay temporadas para cada propósito, como dice Eclesiastés 3:1: “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.” Pero los momentos kairós son especiales—son oportunidades divinas que no debemos dejar pasar. El apóstol Pablo nos exhorta en Efesios 5:15-16: “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.” La palabra “tiempo” aquí es kairós, indicando que debemos estar atentos para aprovechar esos momentos que Dios pone ante nosotros.

¿Alguna vez hemos sentido que una oportunidad se presentaba en el momento justo? Tal vez una conversación que cambió nuestra vida, o una decisión que abrió nuevas puertas. A veces, esos momentos parecen casuales, pero en realidad son parte del plan de Dios. El desafío es aprender a reconocerlos. ¿Cómo? Manteniéndonos en comunión con Dios, sensibles a la dirección del Espíritu Santo.

c. Ignorar el tiempo kairós puede traer consecuencias

La Biblia también muestra que ignorar o rechazar el tiempo kairós puede tener consecuencias. Un ejemplo impactante es el de Jerusalén. En Lucas 19:41-44, Jesús llora sobre la ciudad y dice: “Porque no conociste el tiempo de tu visitación.” Los líderes religiosos no reconocieron que el Mesías estaba entre ellos—perdieron el momento kairós que Dios les había dado. Como resultado, enfrentaron juicio y destrucción.

Esta advertencia sigue vigente hoy. ¿Cuántas veces Dios nos ofrece una oportunidad para crecer espiritualmente o para cumplir Su propósito, pero la dejamos pasar por miedo, distracción o incredulidad? El tiempo kairós no espera. Si no lo aprovechamos, puede que no vuelva a presentarse. Por eso, es crucial vivir con los ojos abiertos, atentos a los momentos en los que Dios nos llama a actuar.

Y así, al comprender qué es el tiempo kairós y cómo Dios lo usa, surge otra pregunta: ¿cuál es un ejemplo concreto de este tiempo en la Biblia? Veámoslo a continuación…

IV. ¿Cuál es un ejemplo de un momento kairós en la Biblia?

El concepto de kairós se ilustra vívidamente en el relato de la reina Ester. En el libro de Ester, vemos cómo Dios orquesta los eventos para salvar al pueblo judío de la destrucción. Pero lo crucial no es solo el resultado final, sino el momento exacto en que Ester debe actuar.

Cuando Mardoqueo le dice que debe presentarse ante el rey para interceder por su pueblo, le advierte en Ester 4:14: “¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?” La palabra “hora” aquí refleja la idea de un tiempo designado por Dios—un momento kairós. Ester tenía miedo, porque acercarse al rey sin ser llamada podía costarle la vida. Pero ese era su momento: la oportunidad única de cumplir el propósito para el cual Dios la había colocado en esa posición.

Ahora bien, ¿qué podemos aprender de este relato? Veamos tres aspectos esenciales de este momento kairós.

a. El tiempo kairós ocurre en medio de desafíos

El tiempo kairós no siempre llega en circunstancias ideales. Para Ester, la oportunidad de salvar a su pueblo surgió en un momento de gran peligro. Acercarse al rey sin ser convocada podía significar la muerte, y sin embargo, debía arriesgarse. ¿No es cierto que, muchas veces, las oportunidades más importantes aparecen cuando menos lo esperamos?

He leído que, en la cultura persa de aquella época, acercarse al rey sin invitación era considerado un acto de insolencia, castigado con la pena de muerte. Me pregunto si Ester dudó, aunque fuera por un instante. Después de todo, era humana. Pero ese era su kairós—el momento exacto para actuar, a pesar del miedo. Y no fue su posición como reina lo que marcó la diferencia, sino su fe y valentía. Este detalle nos recuerda que los momentos kairós suelen requerir que demos un paso de fe, incluso cuando las circunstancias no parecen favorables.

b. El tiempo kairós exige fe y acción

Reconocer el tiempo kairós es solo el primer paso. Lo que realmente marca la diferencia es cómo respondemos. En el caso de Ester, su fe la llevó a actuar. Después de pedir que todo el pueblo ayunara por ella, decidió presentarse ante el rey, diciendo en Ester 4:16: “y si perezco, que perezca.” Esta declaración no es una muestra de desesperación, sino de entrega total a la voluntad de Dios.

¿Y nosotros? ¿Estamos dispuestos a actuar cuando Dios nos presenta una oportunidad, aunque implique riesgos? Tal vez no enfrentemos una situación de vida o muerte, pero todos hemos sentido ese llamado a dar un paso fuera de nuestra zona de confort. Tal vez es hablar con alguien sobre nuestra fe, tomar una decisión difícil o dejar atrás algo que nos impide avanzar. La diferencia está en la fe: confiar en que, si Dios nos llama a actuar, Él también nos dará la fuerza para hacerlo.

c. El tiempo kairós tiene un impacto duradero

La decisión de Ester no solo salvó a su pueblo en ese momento, sino que cambió el curso de la historia. Gracias a su valentía, los judíos fueron librados del exterminio, y su victoria se celebra hasta el día de hoy en la fiesta del Purim. Pero, ¿qué habría pasado si Ester hubiera dejado pasar ese momento? La oportunidad kairós habría desaparecido, y el resultado habría sido muy diferente.

Aquí hay una lección crucial: los momentos kairós no solo afectan nuestra vida personal, sino también la de quienes nos rodean. A veces, una acción aparentemente pequeña puede tener consecuencias que nunca imaginamos. ¿No es eso lo que hace que estos momentos sean tan poderosos? Cada vez que respondemos al llamado de Dios en el tiempo correcto, estamos participando en Su plan eterno—un plan que va más allá de lo que podemos ver.

Y así, al reflexionar sobre este ejemplo de Ester, surge una pregunta inevitable: ¿Cómo podemos asegurarnos de reconocer y aprovechar esos momentos kairós en nuestra propia vida? La respuesta la encontramos en la enseñanza bíblica sobre cómo aprovechar bien el tiempo, tema que exploraremos a continuación…

V. ¿Cómo aprovechar bien el tiempo según la Biblia?

Saber que el tiempo es limitado y que los momentos kairós son oportunidades únicas plantea una pregunta crucial: ¿Cómo podemos aprovechar bien el tiempo que Dios nos da? La Biblia nos ofrece principios claros para vivir de manera sabia y productiva, sin desperdiciar las oportunidades divinas que se presentan en nuestro camino. Pero esto no siempre es fácil, ¿verdad? El ritmo acelerado de la vida moderna, las distracciones constantes y nuestras propias dudas pueden hacernos perder de vista lo que realmente importa. Veamos tres claves fundamentales para aprovechar bien el tiempo según las Escrituras.

a. Vivir con propósito y sabiduría

La primera clave es vivir cada día con un propósito claro, conscientes de que nuestro tiempo en la tierra es limitado. En Salmos 90:12, Moisés ora diciendo: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría.” Esta oración refleja la necesidad de vivir con una perspectiva eterna, reconociendo que cada día es una oportunidad para cumplir el propósito de Dios en nuestra vida.

No se trata de vivir con prisa ni de intentar hacerlo todo, sino de enfocar nuestra energía en lo que realmente tiene valor. ¿Cuántas veces nos hemos sentido atrapados en la rutina, ocupados pero sin avanzar hacia nada significativo? La Biblia nos llama a vivir con intención, asegurándonos de que nuestras acciones reflejen los valores del Reino de Dios. Como dice Colosenses 3:17: “Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de Él.”

b. Estar atentos a las oportunidades divinas

La segunda clave es aprender a reconocer las oportunidades que Dios nos presenta. En Efesios 5:15-16, Pablo nos exhorta: “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.” La palabra griega para “tiempo” aquí es kairós, lo que indica que debemos estar atentos a esos momentos específicos en los que Dios nos llama a actuar.

¿Pero cómo podemos reconocer estas oportunidades? La respuesta está en mantener una relación cercana con Dios a través de la oración y la lectura de Su Palabra. Cuanto más sintonizamos nuestro corazón con el Suyo, más sensibles seremos a las puertas que Él abre delante de nosotros. A veces, estas oportunidades pueden parecer pequeñas o insignificantes, pero su impacto puede ser enorme. ¿Y si una conversación aparentemente casual es la oportunidad que Dios nos da para compartir Su amor con alguien que lo necesita? ¿O si un cambio inesperado en nuestra vida es, en realidad, la puerta hacia un nuevo propósito?

c. No posponer lo que Dios nos llama a hacer

Finalmente, aprovechar bien el tiempo implica no postergar las cosas importantes. ¿Cuántas veces hemos sentido que Dios nos impulsa a hacer algo, pero lo dejamos para después? Tal vez pensamos que habrá un mejor momento o que no estamos lo suficientemente preparados. Sin embargo, la Biblia nos advierte sobre el peligro de postergar la obediencia. En Proverbios 27:1, leemos: “No te jactes del día de mañana; porque no sabes qué dará de sí el día.”

Ignorar el llamado de Dios o dejar para después lo que Él nos pide puede significar perder oportunidades que no volverán. El tiempo kairós no espera. Cuando Dios abre una puerta, debemos cruzarla sin dudar. Pensemos en la historia de Felipe y el eunuco etíope en Hechos 8:26-40. El Espíritu Santo le dijo a Felipe que se acercara al carruaje del eunuco, y él obedeció de inmediato. Como resultado, aquel hombre escuchó el evangelio y fue bautizado en ese mismo instante. ¿Qué habría pasado si Felipe hubiera dudado o pospuesto su acción?

Este principio se aplica a todas las áreas de nuestra vida. Si sentimos que Dios nos llama a restaurar una relación rota, a compartir nuestra fe, o a comenzar un nuevo ministerio, el mejor momento para actuar es ahora. Como dice 2 Corintios 6:2: “He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.”

Y así, al entender cómo aprovechar bien el tiempo según la Biblia, llegamos al final de nuestro estudio. Pero antes de concluir, hagamos una reflexión final sobre lo que hemos aprendido y cómo podemos aplicarlo en nuestra vida diaria…

Conclusión

A lo largo de este estudio, hemos visto que la Biblia nos llama a vivir con humildad y sabiduría, reconociendo que el día de mañana no nos pertenece. Hemos aprendido que jactarse del futuro es un error porque refleja una actitud de autosuficiencia que nos aleja de nuestra dependencia de Dios. Sin embargo, esto no significa vivir sin esperanza o sin planes, sino confiar en que Dios tiene el control de cada día.

El concepto del tiempo kairós nos recuerda que hay momentos específicos en los que Dios actúa de manera especial. El ejemplo de Ester nos enseña que esos momentos a menudo llegan en medio de desafíos y requieren fe y acción. Pero lo más importante es que estos momentos no solo afectan nuestra vida, sino también la de quienes nos rodean. Por eso, es crucial estar atentos y preparados para responder cuando Dios nos llama.

Ahora bien, la pregunta final es: ¿Cómo viviremos a partir de hoy? La Biblia nos anima a aprovechar bien el tiempo, no solo evitando el pecado, sino buscando activamente cumplir el propósito de Dios en nuestra vida. No sabemos qué traerá el día de mañana, pero sí sabemos que Dios está en control. Y si vivimos cada día con fe y obediencia, podemos estar seguros de que, cuando llegue nuestro kairós, estaremos listos para aprovecharlo.

Porque, al final, lo que realmente importa no es cuánto tiempo tenemos, sino cómo lo usamos para la gloria de Dios. Que al mirar hacia el futuro, podamos decir con confianza: “Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello” (Santiago 4:15). Y que, al final de nuestros días, podamos escuchar las palabras: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25:21).

Así que, vivamos con sabiduría, atentos al tiempo de mañana, pero siempre confiando en Aquel que sostiene el futuro en Sus manos.

© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.

Central de Sermones | Estudios Bíblicos

¿Qué tan útil fue esta publicación?

¡Haz clic en una estrella para calificarla!

Jose R. Hernandez
Autor

Jose R. Hernandez

Pastor jubilado de la iglesia El Nuevo Pacto. José R. Hernández; educación cristiana: Maestría en Teología. El Pastor Hernández y su esposa nacieron en Cuba, y son ciudadanos de los Estados Unidos de América.

Deja un comentario