Hubo una pareja de ateos que tuvieron una niña, los padres jamás le hablaron a su pequeña niña de Dios, nunca intentaron decirle que la vida fue dada por Dios, que toda la linda naturaleza de nuestro alrededor fue Dios quien la hizo.
Una noche, cuando la niña tenía unos cinco años, sus padres discutieron tremendamente y en presencia de la pequeña niña el papá le disparó a la mamá sin importarle que su hijita pudiera sufrir mucho. Luego el papá también se suicidó. Todo esto delante de aquella pequeña niña que lo observó absolutamente todo.
Después de la exhaustiva investigación, al ver que la niña no tenía ni siquiera familiares cercanos, fue enviada a un hogar adoptivo donde su nueva mamá, quien sí era cristiana, la llevó por primera vez a la Iglesia.
El domingo la nueva mamá le explicó a la maestra de la escuela dominical que la niña nunca había oído nada de Dios ni de Jesús, y que le tuviera mucha paciencia en la clase. La maestra muy tiernamente tomó una Biblia y habló pausadamente de Jesús, pero sin decir de quién se trataba, quizá para ver si los otros niños que sí asistían normalmente a la Iglesia identificaban rápidamente a este personaje desconocido para aquella niña.
Después de dar una extensa biografía de su vida en términos muy sencillos para que todos los niños comprendieran y recordaran, la maestra terminó con una pregunta, ¿Alguno de ustedes sabe quién es esta persona de la cual les he hablado? Oh sorpresa, la pequeña niña que estaba por primera vez en la clase levantó su mano y respondió: “Yo sé quién es ese hombre, es el que estuvo tomando mi mano la noche en que mis padres murieron”.
Dios lo escogió a aquella niña como le escogió a usted desde muy pequeño, no, incluso desde antes de la fundación de mundo, nunca pero nunca le vaya a dar las espaldas al Señor, aunque pase por situaciones difíciles, porque en esos momentos él va a estar más cerca de usted.
