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La magia de los niños

Nunca sabes lo que va a decir o hacer un niño, es sorprendente. Al orador y autor de algunos libros Leo Buscaglia se le solicitó una vez que fuera parte del jurado en un concurso, el propósito del concurso era encontrar al niño más cariñoso. El ganador fue un niño de 4 años cuyo vecino era un anciano a quien recientemente le había fallecido su esposa. El niño al ver al hombre llorar, fue al patio de aquel hombre, se subió a su regazo y se sentó. Cuando su madre le preguntó que le había dicho al vecino, el pequeño niño le contestó: “nada, sólo le ayude a llorar”.

En otra ocasión una maestra de primer grado estaba discutiendo con sus alumnos la pintura de una familia. Había un niño en la pintura que tenía el cabello diferente al resto de los miembros de la familia. Uno de los niños del grupo sugirió que el niño de la pintura era adoptado, otra niña del grupo dijo: “Yo soy una niña adoptada”. Otro niño que no sabía nada de adopciones dijo: ¿Qué significa ser adoptado? Significa, dijo la niña adoptada, que tú creces en el corazón de tu mamá en lugar de crecer en el vientre.

Recuerdo en una escuela se había organizado una serie de competencias de fútbol, yo me senté junto a un niño que estaba en la banca de uno de los equipos y le pregunté cuánto era el marcador, estamos perdiendo 6 a 0 contestó con una sonrisa. ¿En serio? Le respondí, pero no pareces muy desanimado, es que aun no hemos tenido nuestro turno, dijo finalmente.

Siempre que estoy un poco desanimado en mi vida me detengo a pensar en el pequeño Jaime, estaba intentando conseguir una parte de la obra en la escuela. Su mamá sabía que su niño había puesto todo su corazón en ello, aun así ella sabía que posiblemente no sería elegido. El día en que las partes de la obra fueron repartidas fue un día tenso para su madre, pero cuando llegó a su casa su hijo, lo hizo con mucho gozo, sus ojos estaban brillantes de orgullo y emoción. Adivina qué mamá, preguntó, entonces dijo unas palabras que siempre servirán de orgullo a mi corazón: He sido elegido para animar y aplaudir.

Un frío día de diciembre un niño de aproximadamente 10 años estaba parado frente a una tienda de zapatos, estaba descalzo y emocionado veía aquellos zapatos que le gustaría ponerse. Una señora se acercó a aquel niño y le dijo: Pequeño, ¿Qué tanto miras a través de esa ventana? El niño respondió, le estaba pidiendo a Dios que me diera un par de zapatos.

La señora lo tomó de la mano y lo llevó adentro de la tienda, primero que nada lo compró media docena de calcetines; acto seguido pidió que le consiguieran un recipiente y una toalla para que aquel niño se lavara sus pies. Inmediatamente aquella señora le puso un par de calcetines y le compró un par de zapatos, los demás calcetines se los entregó al niño. Finalmente, ella le acarició su cabeza y le dijo: Sin duda que ahora te encuentras mejor y más cómodo, ¿Verdad?

Mientras ella se daba la vuelta para retirarse, el pequeño niño le tomó de su mano, la miró fijamente y con lágrimas en sus ojos le preguntó, ¿Es usted la esposa de Dios?

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