Un día un ateo caminaba por un camino, resbaló y cayó por un precipicio.
Al caer se aferró a una rama y pensó: solo Dios puede salvarme ahora. Pero yo nunca creí en él
¿Que puedo hacer? y exclamó: ¡Por favor Dios, nunca creí en ti, pero si me salvas, creeré en ti para siempre!
Dios dijo: Está bien, creeré en lo que dices y te salvaré…
Suelta la rama, y un ejército de ángeles te sostendrán para que no caigas y te llevarán otra vez al camino.
¿Soltar la rama?, exclamó el hombre.
Luego con desesperación preguntó: ¿Hay alguien más ahí arriba?
“…Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas…” Proverbios 3:5-6