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No hay peor ciego…

Mensajes Cristianos – Predicas Cristianas

Una mañana caminaba apresuradamente de la mano de mi abuela yo no sabía hacia dónde nos dirigíamos simplemente caminaba o más bien trotaba para mantener el paso al lado de mi abuela.

El rostro de mi abuela parecía angustiado y preocupado a través de sus lentes se podían ver una mirada perdida ensimismada en sus pensamientos; por fin hizo un alto mi abuela sobre la calzada Ermita Iztapalapa después de algunos minutos se animó a preguntar a dos señoras que estaban platicando casi junto a nosotros, no recuerdo bien lo que pregunto pero una de las señoras le dio la información muy detallada y mi abuela agradeció y remato con dos dichos populares que se quedaron grabados en mi cabeza.

“En tierra de ciegos, el tuerto es rey”, y “el que persevera alcanza”, después escuche estos mismos refranes muchas veces pero nunca tomaron tanta importancia como aquel día, subimos a un trolebús y pudimos encontrar lugar para sentarnos, recuerdo muy bien que me acomodo mi abuela pegado a la ventana y ella en el pasillo, después de un rato le pregunté qué a dónde íbamos, y por respuesta recibí un abrazo y me acurruco en sus piernas; yo comencé a dormitar pues el calor y el vaivén del trolebús se convirtió en un suave arrullo.

Una de las veces que abrí los ojos pude ver como una lágrima escurría sobre las mejillas de mi abuela no comente nada, llegamos a la terminal del recorrido bajamos del trolebús y comenzamos a caminar, mi abuela parecía muy segura del camino algunas cuadras después llegamos a un edificio subimos las escaleras y tocamos a la puerta de un departamento; al abrirse la puerta apareció mi tía con un fuerte grito de MAMÁ abrazo a mi abuela y cerrando la puerta se dirigieron a una de las recámaras, yo no sabía que sucedía acercándome al corral improvisado de mi prima jugué con ella, no sé cuánto tiempo pasó ni que fue lo que hablaron mi tía y mi abuela pero debió haber pasado mucho tiempo, porque al salir mi abuela comentó: vámonos porque ya es muy tarde y no he preparado nada para la comida, me levanté rápidamente abrace a mi tía y salimos del departamento pero antes que mi tía cerrara la puerta mi abuela gritó “No hay peor ciego que el que no quiere ver” y apresuró el paso.

Al igual que los otros dos refranes este también quedó firmemente pegado en mis recuerdos. Pasados algunos meses mis abuelos recibieron una llamada telefónica y comentaron, no quiso entender se van y solo Dios sabe cómo será su vida, de las pocas veces que vi a mis abuelos abrazarse y darse consuelo el uno al otro fue esta, quería saber quién les había hablado, quién se iba pero sobre todo quien no había entendido, el fin de semana siguiente mi tía llegó con unas cajas a la casa de mis abuelos muy feliz les decía que estaría en contacto con ellos que los visitaría cada vez que tuvieran vacaciones y que estaba segura que a ellos les iría muy bien en el lugar donde ahora vivirían, mi abuelo abrazo a muy fuerte a mi prima, apretó los cachetes de mi primo que aún era un bebé, se despidió de mi tía al igual que mi abuela, claro ella con lágrimas escurriendo sobre sus mejillas, quitándose los lentes abrazo a mi tía y le dijo nuevamente “NO HAY PEOR CIEGO QUE EL QUE NO QUIERE VER”

Este refrán, impacto mi vida, venía a mi mente una y otra vez junto con los otros dos imaginaba un grupo de personas ciegas dando tumbos caminando sin rumbo y llenos de desesperación tratando de encontrar algo o a alguien que los pudiera guiar, imaginaba aparecer a un hombre con un parche en un ojo tomando el control de ese grupo de ciegos dictaminando el camino a seguir para poder salir, no sé porque en mi imaginación ese grupo de ciegos y su “rey” tuerto estaban buscando una salida hacia un lugar mejor donde ya no sufrieran, pero no podían encontrar ningún camino que los llevará a ser libres.

Pasaron algunos años y pude entender el significado de esos refranes que tanto tiempo estuvieron en mi interior; cuando estudiaba la secundaria me entregaron un reconocimiento a la perseverancia, recuerdo que fui llamado a la sala de maestros ahí tras una breve ceremonia me entregaron la medalla a la perseverancia.

Recuerdo muy bien las palabras de mi tutor cuando dijo ser el primero en haber recomendado al alumno que tan inquieto física e intelectualmente había tenido que supervisar de manera personal (ya les contare por qué dijo eso), él reconocía mi perseverancia y tenacidad al proponerme algo, el maestro de física y química estrecho mi mano y me dijo con una voz fuerte, “demostraste pese a que aseguráramos que tu jamás podrías volar; tu tenacidad y constancia hicieron de ti un abejorro, vivo ejemplo para todos de la perseverancia”. Al salir de ahí tras los aplausos y felicitaciones de mis directores y maestros, me sentí lleno de orgullo y me cayó el veinte, entendí que eso era lo que el dicho de mi abuela había querido decir “El que persevera alcanza”.

Ser constante y no escuchar los malos consejos y las opiniones contrarias aun cuando ellos desean que fracases, permaneciendo firme en tu objetivo siempre podrás volar, Jesucristo dijo: “…Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pueden pedir lo que quieran, ¡y les será concedido!..” (Juan 15:7 NTV), eso es perseverar contra viento y marea, permanecer pegado a Él.

Los otros dos fueron revelados de manera menos festiva, pero si edificante; “…el tuerto es rey” tomó un marcado significado en mí. En el diario andar te encuentras con personas que sienten o creen tener un conocimiento un poco mayor o menos defectuoso que el tuyo, y pretenden dirigir tu vida y la de otros basados en su escaso y defectuoso entendimiento, no pueden ver más allá de lo evidente, su limitada visión y defectuosa sabiduría los mantiene prisioneros de sus emociones queriendo salir de su prisión cavando más a fondo y en esa desesperación llevan consigo a los que aman, confiando en su sabiduría escaza, en la biblia se encuentra escrito en el libro de Oseas 4:6 (NTV) “…Mi pueblo está siendo destruido porque no me conoce. Así como ustedes, sacerdotes, se niegan a conocerme, yo me niego a reconocerlos como mis sacerdotes. Ya que olvidaron las leyes de su Dios, me olvidaré de bendecir a sus hijos…”

Queremos conseguir la bendición sin conocer la fuente de la misma, queremos que nuestros hijos no sufran lo que nosotros sufrimos o pretendemos hacer que su vida sea menos complicada que la nuestra pero nos negamos a conocer al Maestro, rechazamos y menospreciamos a los enviados a llevarnos de la mano a la luz de su verdad y hacemos ciegos a nuestros hijos.

Lo más difícil es ver la cruda verdad, porque no siempre es lo que esperamos o queremos, no siempre va a gustarnos verla, por eso es que mi abuela decía “No hay peor ciego, que el que no quiere ver” eso nos convierte en necios, la palabra necio aparece 71 veces solo en el libro de proverbios pareciera querernos advertir que corrijamos ese error, Proverbios 23:9 (LBLA) “…No hables a oídos del necio, porque despreciará la sabiduría de tus palabras…”

Eso es lo que sucedió cuando mi tía se cegó a ver más allá, desprecio los consejos de la abuela, y el resultado de eso no fue como ella lo esperaba o lo soñara, fue muy amargo y desafortunadamente ya no había vuelta atrás, pero no fue ella la única persona que lo hizo, yo mismo lo he hecho muchas veces, también he tropezado con muchas personas que hacen justo lo que Eclesiastés 10:14 (LBLA) dice: “...El necio multiplica las palabras, pero nadie sabe lo que sucederá, ¿y quién le hará saber lo que ha de suceder después de él?..” Desgraciadamente cuando nos damos cuenta de nuestro error ya es tarde para poder dar marcha atrás

¿Por qué es tan difícil hacer caso a los consejos de alguien?

Podríamos pensar que esa persona no tiene interés alguno en que nuestra vida sea mejor, pero lo triste es que ni aun los consejos de nuestros padres que literalmente se pondrían en nuestro lugar, y claro menos los consejos de Dios cuando nos advierte lo que pasara y que para nosotros no es evidente, lo dice la biblia en Eclesiastés 5:1-4 (LBLA): “…Guarda tus pasos cuando vas a la casa de Dios, y acércate a escuchar en vez de ofrecer el sacrificio de los necios, porque éstos no saben que hacen el mal. 2 No te des prisa en hablar, ni se apresure tu corazón a proferir palabra delante de Dios. Porque Dios está en el cielo y tú en la tierra; por tanto sean pocas tus palabras. 3 Porque los sueños vienen de la mucha tarea, y la voz del necio de las muchas palabras. 4 Cuando haces un voto a Dios, no tardes en cumplirlo, porque Él no se deleita en los necios. El voto que haces, cúmplelo…”

No hay peor ciego que el que no quiere ver”, abre tus ojos y tus oídos a la voz de quien escribió la historia, el conoce el principio y el fin, quién mejor para guiar tu mano por el lugar correcto, la luz de la verdad ciega cuando no queremos reconocer que nuestra sabiduría está limitada y defectuosa que somos tuertos queriendo guiar a ciegos, pero cuando aparece la luz la oscuridad desaparece la ceguera se va, recuerda la corrección a nadie le gusta pero en el libro de Proverbios el mayor sabiduría en su capítulo 3:11-12 (LBLA) nos advierte “…Hijo mío, no rechaces la disciplina del Señor ni aborrezcas su reprensión, 12 porque el Señor a quien ama reprende, como un padre al hijo en quien se deleita…”

Pastor José Luis Rábago G.
La Zarza, México

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