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Necesitas ver, tocar y clamar a Jesús

Mensajes Cristianos – Predicas Cristianas

En la Biblia encontramos historias singulares de personas que se relacionaron con Dios de diversas maneras, la mayoría de estas personas tenían vidas cargadas de problemas, algunos tenían prácticas morales no acordes a la sociedad de los tiempos bíblicos, otros padecían enfermedades que los alejaban del contacto social.

Para estas personas rechazadas la esperanza estaba vedada, su condición les impedía satisfacer el gusto social así como el cumplimiento de las normas establecidas. En el caso de la sociedad judía de la época de Jesús, hay que observar este periodo sin olvidar su contexto histórico, político, social y religioso, cada una de estos medidores de los tiempos y sociedades demandaban a las personas tributos, conductas, formas de pensamiento y entre otros factores que por ese entonces y en nuestros tiempos aún denigran la humanidad, sometiéndola en un estado deficitario que como siempre ha perjudicado a muchos y beneficiado a muy pocos.

Las escrituras sagradas nos relatan la historia de tres personas que de manera individual tuvieron la necesidad de ver, tocar y clamar a Jesús, tres personas muy distintas pero todas ellas buscaban ser liberados de algo, culpa, vergüenza , enfermedad y demás lastres que ya se les hacía a ellos muy difícil o casi imposibles de sostener.

Hay una mujer con una enfermedad de flujo de sangre desde hace 12 años, ella había visitado a muchos médicos para que la aliviaran de su mal, pero su enfermedad se agravaba cada día más. Ella había escuchado hablar de Jesús, había escuchado acerca de su fama, de cómo sanaba a los enfermos, de cómo echaba fuera demonios entre otras cosas maravillosas [1].

La enfermedad de esta mujer la hacía impura   ceremonialmente [2], ello le impedía asistir a todo tipo de manifestación religiosa de la época lo que hacía de ella una persona desarraigada socialmente y también está el tema del malestar propio de la enfermedad el cual le impedía tener una vida acorde al estándar de la época.

El caso es que ella decidió tocar el borde de las vestiduras de Jesús, solo eso, bastaba para ella ya que de seguro ella pensaba que este maestro no iba a querer tocarla a ella debido a su condición. Mientras Jesús pasaba rumbo a la casa del oficial Jairo uno de los principales de la sinagoga con el objetivo de sanar la hija de este [3].

Esta mujer con flujo de sangre cuyo nombre es desconocido para nosotros se dijo para sí misma, si tocare su manto entonces seré salva [4], ella comprendió la necesidad que tiene el ser humano de tocar a Jesús, no con el toque multitudinario que le apretaba al Señor [5], no con la euforia grupal que quiere ver realizar milagros solo para la satisfacción de su curiosidad, las multitudes no pueden ser sanadas, sino es solo por el entendimiento de la palabra, el arrepentimiento personal y la invitación a Cristo a habitar en el corazón.

O sea, cada persona necesita ser ministrada por el Espíritu Santo personalmente, es por ello que Jesús en una ocasión vio la multitud y se entristeció de ella y oró al Señor de la mies para que enviara obreros a su mies a trabajar [6] y aún hoy todavía la mies sigue siendo mucha y los obreros pocos.

Es por ello que necesitas tocar a Cristo de manera personal, necesitas tocarlo con tu fe, notemos que el poder que salva y sana no sale del toque, sino que sale del mismísimo Jesús [7], es Él el que tiene el poder para salvar y sanar, nadie puede hacer lo que él hace porque el que busca de Dios le es necesario creer que le hay [8], no con curiosidad, no con dudas, no con indiferencia sino con fe en el que tiene un nombre sobre todo nombre9.

Las personas que son muy bajitas de estaturas en ocasiones tienen dificultades para alcanzar cosas que están por encima de su alcance y para solucionar esto deben de subirse quizás a un banco o una silla para lograr su objetivo. La palabra de Dios nos relata acerca de un hombre que era bajito de estatura y que a pesar de que era una persona rica, sentía en su corazón que debía ser restaurado, él sentía que debía de humillarse para que el Señor lo viera [10].

Si pensamos en la condición social de este hombre notaremos que él podía haberse subido en la terraza de una casa o en un animal, un burro por ejemplo o tal vez podría haberlo hecho en los hombros de sirvientes [11], pero Zaqueo decidió primero correr, y luego treparse en este árbol el cual era un árbol [12] bastante común y su fruto que pendía de él casi todo el año era despreciado  por las personas, un ejemplo bíblico de ello aparece en el libro del profeta Amos en donde el reconoce su posición como recolector de higos silvestres [13], los cuales son los frutos del árbol sicomoro.

A Zaqueo no le importaba lo que las personas dijeran de él y aquí estamos en presencia de otra multitud y otro acción personal para llamar la atención de Jesús, estas historias te están diciendo que si no haces algo para ver al maestro, que si no haces algo para   tocarle te vas a quedar como estas.

La pequeña estatura de Zaqueo le impedía  ver a Jesús, pero el punto es que todos tenemos pequeñas estaturas espirituales y que debemos subirnos al sicómoro que está en el camino por donde Jesús va a pasar, este sicómoro espiritual es la iglesia, si no estás allí, Dios no podrá hablarte [14] y decirte, desciende porque es necesario que yo pose en tu casa [15], sabes que si esto ocurre la salvación y la bendición entrara en tu morada [16], así que,   olvida la multitud que te juzga y murmura acerca de tu pecado pasa por delante de ella y corre a tu sicomoro espiritual, la iglesia de Jesucristo.

En muchas ocasiones nos encontramos en la orilla del camino, estamos ahí viendo cómo pasa el Señor, sintiendo que es Él el que está pasando pero no le podemos ver porque estamos ciegos al igual que Bartimeo quien se encontraba a la salida de Jericó mendigando porque era ciego [17].

Este hombre oyó como hoy también muchos han oído pero él no fue un oidor  pasivo, sino que clamó y comenzó a dar voces a Jesús [18], a él le fue restaurada la vista, pero el clamo y clamó hasta que el Señor le oyó.

Esta vez también una multitud quería ahogar su intento por llamar la atención de Jesús y le reprendían para que callase, tal vez a ti muchas personas te cuestionen tu fe y la no solvencia de tus problemas pero no desmayes que Él se detendrá en su camino y te mandara a llamar porque Él ha sido ungido para : para dar buenas nuevas a los pobres; para sanar a los quebrantados de corazón; para pregonar libertad a los cautivos, para dar vista a los ciegos; para poner en libertad a los oprimidos; para predicar el año agradable del Señor [19].

Él no se va a olvidar de ti, no desmayes en tu clamor por que como Bartimeo tú recobraras la vista, dejaras atrás tu capa y todo lo que te ata a tu pasado de oscuridad y le seguirás por el camino que sale de Jericó y conduce a Jerusalén pero tú vas a Jerusalén la de arriba, la celestial, la de las calles de oro [20].

Referencias Biblicas

[1] Mateo 9 .20 / Marcos 5.25 / Lucas 8.43
[2] Levítico 15.19
[3] Marcos 5.22 / Lucas 8.41
[4] Marcos 5.28
[5] Marcos 5.24
[6] Mateo 9. 36 – 38
[7] Marcos 5.30
[8] Hebreos 11.6
[9] Filipenses 2.9
[10] Lucas 19.2
[11] Lucas 19.2
[12] Lucas 19.4
[13] Amos 7.14
[14] Salmos 133. 1 – 3
[15] Lucas 19.5
[16] Lucas 19. 9 – 10
[17] Marcos 10.46
[18] Marcos 10.47
[19] Lucas 4. 18 – 19
[20] Apocalipsis 3.12

© Santiago Padró Tamayo

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