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Llamados a vivir de nuevo

Abrió los ojos. Recorrió el lugar con la mirada. La luz lo cegaba. Los cerró, pero de inmediato, fruto de la curiosidad, los abrió de nuevo. No logro determinar dónde estaba, hasta que –segundos después—el rostro sonriente de un médico le llevó a comprender que se encontraba en una habitación de hospital.

–Mamá…—musitó. Terry Wallis despertó de un sueño que le tomó diecinueve años. Comenzó la tarde cuando se accidentó, de regreso a casa. Una tarde. Soleada. Acogedora. En Arizona, Estados Unidos.

Tras el aparatoso volcamiento del vehículo, ingresó a la clínica en coma. Así permaneció por espacio de 6.930 días. Largos. Interminables. Sólo su madre estuvo acompañándolo, indeclinable, junto a su cama. Se negó a permitir que le desconectaran los monitores. Guardaba la esperanza. Y esa confianza en un mejor mañana se la compartía al oído. Con fe. Creyendo que para Dios no es imposible un milagro.

Ha vuelto a vivir. Apenas se está acostumbrando a la estadía en el hospital, con paredes blancas y un fuerte olor a alcohol medicado. Todavía no comprende que Ronald Reagan ya no es el Presidente y que Bill Clinton dejó de ser Gobernador. Tampoco que él llegó al primer cargo público de su país. Para Terry Wallis, el tiempo se detuvo en 1984, cuando ocurrió el incidente. Ahora está comenzando una nueva existencia.

Es probable que su vida sea como la de Terry. Por alguna circunstancia murió a sus sueños, metas y expectativas. Quizá un hábito le mantiene atado. Tal vez un vicio. O un revés personal. En medio de la crisis admite que ha perdido mucho tiempo. Pero tiene fe. Le acompañan las esperanzas. Tiene la certeza de que Dios puede ayudarle. ¡Es hora de comenzar de nuevo!

Comenzar no es fácil. Nunca lo ha sido. Pero toca emprender el camino. Cuanto antes, mejor. Delante suyo se abre una nueva vida. Como la oportunidad que recibió el hijo pródigo. El falló, pero reconoció su error. Al referirse a su decisión de cambio, el padre de este muchacho desorientado dijo: “Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.” (Lucas 15:32).

Igual usted. Puede iniciar hoy una nueva existencia. No mire atrás ni se preocupe del que dirán. Comience, simplemente. Paso a paso, asido de la mano del Señor Jesucristo. Podrá lograrlo. Es posible cambiar. Pero debe decidirse. ¡Podrá llegar a ser lo que jamás imaginó! ¡Adelante! Dios está con usted y no lo ha dejado solo.

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