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Una corona de espinas

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Hace algún tiempo tuve la oportunidad de predicar una serie de sermones relacionados a los padecimientos de Cristo en la cruz del calvario. Creo firmemente que Dios habla a la vida de todos los que le buscamos de corazón.

Dios me llenó de inspiración y el Espíritu Santo me dio la iluminación para poder imaginar cada momento en el camino a la cruz… sin duda alguna, el letrero clavado a la cabecera de la cruz llamaba la atención de todos: “EL REY DE LOS JUDÍOS”… todos pasaban, unos lloraban, otros se burlaban y aun celebraban… yo no podía dejar de sentirme culpable…

Nació en la eternidad, a decir verdad, nunca nació, tampoco yo lo puedo entender, pero existe. Nunca necesitó nada, él es el dueño de todo. Cuando lo conocí, tenía unas marcas raras en su sien. Yo no podía entender cómo siendo divino no se borraba aquellas marcas, era difícil entender que habiendo creado a los cirujanos, él mismo siguiera con esas cicatrices… no lo podía entender.

Es paradójico que pudiendo hacerlo todo, se mostrara a mí con perforaciones en sus manos y en sus pies; alcancé a ver por el pliegue de su manto una perforación muy grande en su costado… me asusté, dije: “¿cómo puede vivir? Salí corriendo cuando vi esa escena, salí corriendo a auxiliarlo y él me sonrió, me tomó de la mano y me dijo: Siéntate y déjame decirte algo:

“Tú lo hiciste”…

Comencé a llorar con mucho desconsuelo… volvió a sonreír y sacó un pequeño pañuelito y me secó las lágrimas. Fue la única vez en mi vida que sentí tanto amor. Sus manos lastimadas fueron manos cariñosas, me llenó de paz.

Quise hacerle una pregunta:

-¿Y esas marcas en tu cabeza?-

-Soy rey- me respondió. Tocándose las marcas de su sien, me contó que hubo un perdedor que creyó que lo había vencido y que lo había humillado colocándole una corona de espinas.

-Pero… ¿Cómo es posible? ¿Cómo lo permitiste si tú eres Dios? pregunté.

-Porque te amo- fue su respuesta. Yo no pude evitar caer rendido a sus pies dándome cuenta de un amor ilógico, inexplicable…

Es que mis marcas – continuó- son marcas de un ganador, son marcas de un vencedor. Me colocaron una corona de espinas en un episodio muy duro.

Sí, sentí dolor… en cada espina que se incrustó en mi cabeza, solo pensaba en ti, en que te amo a pesar que tú nunca pensabas en mí. Te preguntas porqué no las he borrado, la razón es sencilla, quiero que me creas, que creas que un día lo hice, que lo hice por ti.

Mateo 27:29y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le escarnecían, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos!

No te niegues a entregar todo a aquel que se dio en rescate por ti y por mí, a Aquel que sin merecerlo, dejó su gloria, dejo su trono… búscalo.

© Giovanni Ordonez. Todos los derechos reservados.

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