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Las circunstancias no pueden detenerte

Mensajes Cristianos – Predicas Cristianas

Nació para ser un fracasado. Y sin embargo venció. Llegó lejos. Más que muchos, a pesar de que todas las circunstancias estaban en contra. Srinivassa Ramanujan creció en Erode, un pueblo remoto de la India. Su padre era un oficial Brahman de un juzgado. Pero todos compartían la pobreza.

Su curiosidad le llevó a descubrir nuevos mundos en el área del conocimiento. Fue autodidacta. Experimentó con los números. Y compartió unos cuantos teoremas con el matemático londinense Godfrey Harold Ardy. El científico descubrió que, pese a su baja educación, el muchacho era un genio. Y lo estimuló a proseguir los estudios. Corría el año de 1913.

Srinivassa Ramanujan llegó muy lejos. Su período de mayor creatividad fue en el último año de su vida. Murió joven. Apenas con 32 años. Dejó un enorme legado para las ciencias exactas. Además de sus escritos, se conservan unas pocas fotografías. En ellas luce con vestidos de tela suelta, blanca, fresca. Sus ojos grandes y brillantes acompasan con su baja estatura y la fragilidad de su cuerpo que evoca un niño perdido en la inmensidad de una playa.

Para este matemático, nadar contra la corriente no le impidió llegar donde se proponía. Tenía claro que los vencedores se forjan en medio de las dificultades.

Con frecuencia hallo personas con extraordinarias ideas. Pero no pasan de eso. Ser meras ideas. ¿La razón? Nunca dan un paso para materializar sus sueños. Si lo hacen, se dan por vencidos en el primer fracaso. No han potencializado la condición de vencedores que Dios creó en su ser.

En las Escrituras leemos que si sometemos al Todopoderoso los proyectos, sin duda alcanzaremos las metas. El autor sagrado escribió: “Encomienda a Jehová tus obras, y tus pensamientos serán afirmados” (Proverbios 16:3).

Si le acompaña suficiente fe, sin duda avanzará sin importar los obstáculos que se levanten en la conquista de sus proyectos. Nada podrá detenerlo. Es hora de comenzar. No basta con soñar. Hay que luchar y esforzarnos por esos ideales. ¡Con ayuda de Dios podemos lograrlo!

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