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Rumbo hacia la tierra prometida

Mensajes Cristianos – Predicas Cristianas

Perdió la cuenta de los días que marcó en su calendario y que luego reemplazó por marcas en la pared de su celda, hasta que no alcanzó ningún espacio para registrar los veintidós años que pasó en una cárcel cubana por su oposición al régimen estatal.

Eloy Gutiérrez al principio se desesperaba, gritaba en la soledad de su confinamiento, otras reía, luego se limitaba a sentarse en un rincón a esperar el tránsito lento de las horas hasta comprobar que había llegado la noche, cuando en el corredor se encendía una bombilla que apenas iluminaba el lugar. Los poquísimos momentos emocionantes fueron aquellos en los que veía la luz del sol. No podía concebir su tragedia, pero era el precio que pagaba por mantener diferencias con el gobierno. Y lo aceptó con un estoicismo único.

Esa es la razón por la que, el día que le anunciaron su libertad fruto de las presiones internacionales, no dudó un solo instante en correr por las calles de La Habana, embelesarse con los colores infinitos del atardecer y embriagarse con la brisa marina que le traía el rumor lejano de países en los que consideraba, no era delito pensar y disentir de los demás. Pasó veinte años en el exilio.

Ahora regresó a Cuba. Lleno de esperanza. Con fe. Convencido de que llegará el día en que cambien las circunstancias en su país. Y lo proclama a los cuatro vientos. No ha perdido la esperanza de vivir en paz, sin temores, con optimismo por un mejor mañana, en esa tierra de progreso que guarda en su memoria y que dista mucha de la nación donde prima la escasez de lo más elemental.

Leer historias como las de Eloy, y conocer de cerca el drama de millares de campesinos colombianos o bolivianos que huyen de sus fincas y parcelas por temor a la violencia, pero que aún así conservan la esperanza de regresar, nos permite evocar a los cristianos que sufren hoy pero que guardan la fe de un nuevo amanecer, sin sufrimientos, al lado del Señor Jesús por siempre jamás, donde no haya dolor ni tristeza.

Marchar hacia la patria celestial nos compromete en vivir para Dios, sin desfallecer ni permitir que los tropiezos de la cotidianidad nos hagan volver atrás del sendero de consagración que iniciamos, tal como lo recomienda el apóstol Pedro: “…Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma, manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras…1 Pedro 2:11

No permita que las circunstancias le lleven a volver atrás. Siga adelante. Con la mirada puesta en el Señor Jesucristo. Así el desánimo golpee a su puerta, no permita que lo doblegue. La victoria está asegurada. Dios está con usted en todo momento…

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