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Camino a la cima de los sueños

La carta le llegó cuando moría la tarde y la brisa proveniente de los farallones de Cali baña la ciudad con ese encanto inigualable que jamás se olvida. Abrió el sobre con ansiedad y dentro –con pocas palabras– le tornaban partícipe de la convocatoria a formar parte de la Orquesta de las Américas, que reúne a los mejores músicos del continente.

Ricardo Gómez sonrió con satisfacción y, aunque el brillo en sus ojos revelaba incredulidad, reconoció que la invitación era el fruto de muchos años de esfuerzo, primero con el violín, luego con el arpa, y por último con la marimba.

No fue fácil. Tampoco esperó que lo fuera. Muchas veces hubiera querido salir a la cancha del barrio a jugar fútbol, como hacía cuando tenía nueve años y los deberes escolares eran su única preocupación. Pero no era posible. Ser el mejor exigía sacrificio.

Este talento caleño, de 22 años, se graduó hace poco como músico del Instituto Departamental de Bellas Artes, y aunque conserva la impetuosidad de su juventud, tiene claro que perseverando logrará materializar sus sueños de llegar a ser uno de los mejores intérpretes de su generación.

Si tuviéramos oportunidad de realizar una encuesta en nuestras ciudades, encontraríamos que por cada cien personas que conocemos, al menos ochenta tuvieron sueños; diez lucharon por ellos pero desistieron poco tiempo después; ocho avanzaron, pero se desanimaron ante la primera dificultad, y sólo dos lograron la cima de sus metas.

Llegar lejos es posible. Basta fijarnos un objetivo en la vida y volcar todos nuestros esfuerzos para cristalizarlo. Pero hay un elemento fundamental en ese proceso. Nuestra fe en Dios, y en las capacidades y talentos que El nos otorgó. Con estos aditamentos, es posible llegar a fronteras ilimitadas, tal como señala el proverbista: “Pon en manos del Señor todas tus obras, y tus proyectos se cumplirán” (Proverbios 16:3. Nueva Versión Internacional).

No podemos dejar de soñar. El día que lo hagamos, habremos ahogado las ilusiones y las motivaciones para vivir y esforzarnos. Con la ayuda del Señor es posible materializar nuestros propósitos…. Si tiene alguna iniciativa en el olvido, llegó el momento de reavivarla y trabajar en su concreción. ¡Es posible triunfar! ¡Animo! ¡Usted nació para ser un triunfador en Cristo!

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