¿QUÉ QUIERE EL ALFARERO?
EL ALFARERO QUIERE SALVAR:
“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” Lucas 19:10 RVR1960.
EL ALFARERO QUIERE TRANSFORMARNOS PARA QUE LLEVEMOS FRUTO PARA SU GLORIA.
“Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres.” Mateo 4:19 RVR1960.
EL ALFARERO QUIERE QUE VIVAMOS EN SANTIDAD APARTÁNDONOS PARA ÉL.
“Santificaos, pues, y sed santos, porque yo Jehová soy vuestro Dios.” Levíticos 20:7 “sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.” 1 Pedro 1:15-16
Pero Jeremías vio que esa obra que el alfarero había hecho no se había formado como él quería. Dios quiere que al ir a la casa de Dios nos miremos. Somos la obra de Dios; pero nos hemos echado a perder. ¿Se había perdido todo? NO.
Estaba en las manos del alfarero? SI. Aun estamos en las manos de Dios, pero no haciendo lo que Dios quiere. ¿Qué hizo el alfarero?, ¿botó la masa?, ¿desecho la vasija? ¡NO, la rehizo con la misma masa! Pero ahora como Él quería.
Jeremías tuvo que verlo, él tuvo que darse cuenta que había pasado en su vida. Antes de entender que es humildad, hay que darse cuenta que no estamos haciendo lo que Dios quiere. Allí en la casa del alfarero.
“Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel.” Jeremías 18:4-6
Queremos humildad… hay que ir a la casa del alfarero… hay que darnos cuenta de nuestra condición… ¡ENTONCES OIREMOS SU VOZ!
- Es oír su voz que nos hará humildes
- Es estar dispuestos a obedecerles que hará que entendamos la humildad.
- Es comprender que Dios tiene preciosas y grandísimas promesas que si recibimos nos bendecirán a un grado tal que nuestra relación con Dios nunca será igual que la simple relación unilateral que ahora estamos viviendo.
