Enfrentar al diablo sin conocimiento, sin estar lleno del Espíritu Santo y sin estar sometido a Dios y sujeto a las autoridades espirituales terrenales, es un grave riesgo no solo en la parte espiritual sino también en la parte física, y esto no lo digo para dar miedo sino veamos lo que acontece cuando vamos hacer guerra espiritual, a enfrentar al diablo con nuestras propias fuerzas y debilidades.
El respaldo de Dios y la cobertura se anulan en la vida del creyente cuando anda desordenadamente, en desobediencia y rebeldía; sino miremos en las escrituras algún pasaje de los muchos que nos habla de desordenes espirituales, Hechos 19:13-16 “Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritu malo, diciendo: Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo. Había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto. Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y se quién es Pablo; pero vosotros ¿quiénes sois? Y el hombre en quién estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo mas que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos”.
Esta es una lección para todos los creyentes que andan sin cobertura y desordenadamente en los caminos del Señor; creen que mencionando el nombre del Señor Jesús sin estar bajo cobertura espiritual pueden enfrentar al diablo y sus potestades, pero cuan equivocados están esas vidas pues la Palabra de Dios nos dice que Dios es un Dios de orden; como Él se va a mover en el desorden, desobediencia y rebeldía, es solo la misericordia de Dios la que los guarda, los protege, pero están arriesgándose a caer peligrosamente en las manos del diablo y las consecuencias pueden ser catastróficas.
Al enemigo solo lo podemos enfrentar con las armas que nos ha entregado Dios para batallar y vencerlo, Efesios 6:10-12 “Por lo demás hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las acechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldades las regiones celestes”
Todos podemos decir que conocemos las armas que tenemos para luchar contra el diablo, pero no todos están adiestrados para usarla efectivamente; que podemos decir a esto, que el enemigo tiene el poder que solo tú le das; dejando de congregarte, dejando que se enfríe el Espíritu Santo en tu vida, no meditando en la Palabra de Dios, apartándote de la comunión con la fuente de vida que es Cristo y de la comunión con la iglesia, esa es de la manera que el enemigo gana terreno en los creyentes y toma autoridad sobre sus vidas.
Tu eres una escogida de Dios, estás llamada para salvación, pero deben estar sometidos tus pensamientos a la obediencia a Cristo, entregada a Dios, obedeciendo su perfecta voluntad y no permitiendo que las influencias del mundo contaminen tu vida, Romanos 12:1-2 “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la voluntad de Dios, agradable y perfecta”.
En primer lugar debes asumir tu nueva condición de hija de Dios, debes asumir que tienes una cobertura celestial, que estás sentado en los lugares celestiales juntamente con Cristo, Efesios 1:3; la lucha espiritual se lleva acabo en la mente del creyente, rechazando todos los ataques del enemigo y sometiendo nuestros pensamientos a la obediencia a Cristo, 1 Corintios 10:3-6 “Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo, y estando pronto para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta”.
Él creyente que quiere ser victorioso y tener el poder de Dios para vencer los ataques del enemigo, debe estar sometido a Dios, Santiago 4.7-10; conocer y obedecer Su Palabra; es estar centrado en Él y sometido a su voluntad, Efesios 6:14:17, esto producirá en el verdadero creyente una autoridad sobrenatural capaz de destruir las fuerzas del mal, en el poderoso nombre del Señor Jesucristo, quién lo venció en la cruz y nos entregó su victoria a través de su sacrificio.
Él hijo de Dios no será mas sometido por Satanás, sino que Satanás y todas sus fuerzas de maldad se someterá a la manifestación del poder de Dios operando a través del creyente; Dios ilumine nuestra mente para comprender el lugar de privilegio que cada uno de los hijos de Dios tenemos en su reino, y podamos recibir las bendiciones que nuestro Padre celestial nos ha entregado a través de su Hijo amado Jesucristo, Amén.
El Todopoderoso, derrame día a día su sabiduría para seguir nutriendo con estas extraordinarias y sanas enseñanzas al pueblo de Dios. Bendiciones