La obediencia desata la bendición

Mi Señor me enseñabas cada día, me abriste el oído para escuchar tu sabiduría en tu Palabra, me hiciste callar a tiempo, me hiciste esperar en silencio y mi corazón aprendió a esperar en ti, en todo tiempo a pesar de todas las circunstancias, tu diestra me sostuvo, en medio de la aflicción no me faltó la guía de tu Espíritu, me enseñaste como debían estar mis caminos delante de ti, para que en el tiempo de la promesa tus bendiciones sean derramadas.

Me dijiste: Este es el camino, no te desvíes ni a diestra ni a siniestra, me seguiste guiando en tu santa verdad, en tus mandamientos me hiciste confiar y ellos sostuvieron mi vida; entendí y puse por obra tus mandatos, entendí que solo tu palabra es verdad, es pura, cristalina, poderosa en ejecución, que sostiene al débil, da fuerza al cansado, alimenta al hambriento, tu palabra es poderosa que derriba al enemigo, destruye sus maquinaciones, desbarata sus planes, aplasta ejércitos del mal, solo por creer en tu palabra y en tu inmenso poder.

Tu palabra fue mi vida, luz en mi camino, mi esperanza, mi fuerza, mi guía; me hiciste razonar contigo, me diste inteligencia y sabiduría para escudriñar y entender tus enseñanzas, y el conocimiento de tu Palabra se afirmaron en mi corazón para comprender tu voluntad en mí; allí en tu presencia a tus pies en adoración comencé verdaderamente a conocerte y hoy puedo decir como Job 42:5 “De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven”.

Hoy Dios está juntando a esos valientes, santos, puros verdaderos sin dobleces, de un solo corazón, una sola alma, una sola mente, un solo Espíritu que anhelan en sus corazones ser instrumentos vivos del poder de la gloria de Dios en esta tierra. 

Propósito de bendición 

Ahora puedes entender que todo lo que aconteció en tu vida Dios lo permitió con un solo propósito Un gran propósito de bendición”. Allí en la aflicción, en el dolor, Dios te preparó para recibir la bendición. Ahora esperarla con un canción de gratitud en tu corazón y tu boca llena de alabanzas para su gloria.

Los mensajes cristianos evangélicos nos enseñan que el propósito de Dios para tu vida, Él lo cumplirá, no lo dudes, está escrito y ejecutado en los cielos y Él lo manifestará aquí en la tierra

Él te llevará a un mover mayor en su Espíritu, pero tenías que enfrentar la tormenta, las pruebas  y luchar con las armas que Dios te dio para sostenerte por la fe. Tenías que llegar a rendir tu vida completamente al señorío de Cristo, dejando enterrado tu pasado, tus pecados, tus debilidades y habilidades humanas y dejarte gobernar solo por su Santo Espíritu.

Los verdaderos hijos de Dios llamados con propósitos Divinos son aquellos que han muerto y resucitado con Cristo para que Él sea el Señor de sus vidas Gálatas 2: 20 “…Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mi…”.

Ahora que saliste victorioso en el nombre del Señor Jesucristo y para vivir por Él y para Él, espera confiadamente en la recompensa de tu obediencia, verás los frutos de tu trabajo, tus lagrimas derramadas delante de su presencia, verás que tus lágrimas no fueron en vano, sino que el dolor, la aflicción y tu quebrantamiento en su santa presencia, sanaron, limpiaron, purificaron y santificaron tu alma, tu corazón, tu mente para poder ser usado por Dios para la Gloria de su Santo Nombre.

Conclusión

La obediencia que has tenido para nuestro Señor y Dios desatará la bendición sobre tu vida

Recuerda que todo lo que Dios te ha prometido, Dios mismo lo cumplirá en ti, nadie podrá quitar la bendición que Dios por la eternidad preparó para tu vida.

Los mensajes cristianos evangélicos nos enseñan que Dios es quién te ama desde la eternidad, quién te escogió con llamamiento santo, Él es quién te dice que te hará entender y enseñará el camino que deberás andar y que sus ojos no los apartará de ti, porque en ti ha puesto su confianza, porque has creído en su palabra y sus promesas, Dios es quién te corona de favores y misericordias, El es quien te dice “…Yo cumpliré mi propósito en ti…” Salmo 138:8.

© Ricardo Hernández. Todos los derechos reservados.

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