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Ganador de almas

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Predicas Cristianas.. Texto Biblico: Marcos 16:15   “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

Introducción

¿Qué significa para el creyente ganar almas? Llevar a las almas a los pies de Cristo para que no se pierdan, mas tengan vida eterna (Juan 3:16), ha sido y es en la actualidad, la principal prioridad de Dios.  Es la razón por la cual Dios envió a su Único Hijo Jesucristo a la tierra para buscar y a salvar a los pecadores (Lucas 19:10).

En muchas ocasiones el creyente se escuda en no tener el don de ser evangelista, y por esa razón no testifica ni gana almas, sin embargo, todo el que es nacido de nuevo debe testificar (Mateo 24:14), ganar almas, dar fruto de un verdadero arrepentimiento, tener el mismo amor que tuvo Cristo por las almas para que no perezcan por toda su eternidad (Marcos 16:15). ¿Te has preguntado a dónde irá el alma de tus amigos, familiares, compañeros de trabajo o escuela, cuando mueran?

Para el que es nacido de nuevo y entiende el motivo por el cual fue rescatado de las tinieblas (Hechos 26:18), el testificar de Jesucristo para que las almas sean ganadas para Él, es la acción que lo identifica como una persona que realmente sigue a Cristo (Mateo 10:32).  Es la más sabia decisión en su vida.  ¿Quién no quiere que Dios le dijera “Buen siervo y fiel”? (Mateo 25:21).  Hoy es el día de salvación, mañana puede ser demasiado tarde o en los siguientes minutos.

Promesa para los ganadores de almas (Salmos 126:5-6)

El ganador de almas es el Sembrador que siembra la semilla con una carga en el corazón y anhelo de que las almas se arrepientan de sus pecados y acepten a Cristo como su Señor y Salvador. (Lucas 8:11). A pesar de que en ocasiones hay sufrimiento para cumplir este ministerio, sepamos que Dios cumple su promesa y da fruto en Su tiempo (Isaías 55:11), (Colosenses 1:24).

En las Escrituras encontramos a Juan el Bautista, un predicador entregado a hablar del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Asimismo, Jesús urgió al pueblo de Israel para testificar que hay un verdadero Dios (Lucas 10:20), (Marcos 8:36-37), (Lucas 15:7, 10).

El propósito principal del creyente es ser hacedores de la Palabra y no tan sólo oidores (Santiago 1:22), bien dice en las Escrituras que el que gana almas es sabio (Proverbios 11:30).  La respuesta para el cristiano en la actualidad es que también somos llamados a testificar que Jesús es el camino, la verdad y la vida.  Solamente a través de la sangre de Cristo somos redimidos (Hebreos 9:22).

Debemos de tener mucho cuidado en no delegar la responsabilidad que tenemos como creyentes en Cristo, ya que hablarles de Cristo a las personas que nos rodean, no es responsabilidad sólo del pastor, misioneros, maestros dominicales o evangelistas, sino todo creyente tiene la responsabilidad en este ministerio y el no proclamar o compartir el evangelio podría llamarse un crimen al tener la medicina y no compartirla a los enfermos. Cada creyente es misionero en su entorno (Lucas 12:9).

Si no tenemos carga por ganar las almas, significa que andamos muy lejos del Señor, es decir, lo negamos cada vez que nos quedamos callados.  Podremos cumplir los mandamientos, pero si no llevamos fruto (Mateo 7:21) estamos siendo sólo religiosos cada domingo.  Compartir del evangelio a otras personas es diario, todos los días de la semana, muchas personas se cruzan en nuestro camino cada día.

Cuando un creyente busca a Dios, pasa tiempo con Él, pide en oración ser usado en la obra de Cristo y se deja llevar por FE haciendo Su voluntad, esa persona realmente dispone su corazón para dejarse guiar por Dios (Lucas 10:2).

Por el contrario, cuando un creyente se rehúsa y no quiere comprometerse para ser usado y hacer la voluntad de Dios, prefiere no leer la Biblia, no orar y no exponerse ante la gente y ante Dios (2 Corintios 4:3-4), (Romanos 10:13-17), prefiere esconderse y taparse con hojas de higuera como Adán y Eva al desobedecer.

Tomemos la decisión de obedecer a Dios antes de que sea tarde.  Sólo es necesario humildad y voluntad para decirle a Dios en oración “¿Qué quieres que yo haga?” (Hechos 9:6), qué hermosas palabras que Dios desea escuchar y lo mejor es que nos ha dado su promesa que Él nos dirá lo que hemos de hacer y nos dará la sabiduría en lo que hemos de hablar (Mateo 28:18), (Hechos 1:18).

Pongamos nuestros ojos en Jesús y con gratitud, seamos agradecidos de que Él nos salvó de la muerte eterna. Seamos cartas abiertas del evangelio por todo el mundo, dando testimonio de Jesucristo, quien desea que nadie perezca, sino que sean salvos (Hebreos 12:1-2).

© José Hernández. Todos los derechos reservados.

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