Para nada esto fue algo normal en aquel momento. A Jesús tampoco le importan las críticas de los demás, solo si tenemos el corazón agradecido por lo que Él hizo por nosotros. Eso es lo que a Él le importa.
No quiere que seamos religiosos y aparentemos por fuera pureza y nuestro interior esté lejos de Él. Jesús no ve las apariencias sino el corazón.
Un perfume para Dios
La mujer continuó, después que hubo lavado los pies con sus lágrimas los besaba. Esto es amor verdadero por el Señor. Lloraba y besaba los pies del señor pues sabía que Él era Dios mismo. Tomó un perfume y ungía los pies del Señor.
Imaginemos esa escena y singular. Pensemos como esa habitación se llenó del aroma del perfume. Pero la mujer quería que ese aroma lo sintiera Jesús, para Él era todo. La habitación se llenó de ese perfume y Jesús pudo percibirlo.
Dios quiere que nuestra vida sea como un perfume agradable a Él. Quiere que le adoremos en espíritu y verdad. Quiere que toda nuestra vida esté totalmente dedicada a Él y que cada acción que hagamos sea para adorarle.
Que todo lo que hagamos en nuestro día a día sea una completa adoración al Señor. Busquemos que nuestra adoración llegue hasta su presencia como un perfume agradable.
Como esta mujer debemos ser agradecidos con Dios y adorarle de forma singular. No como estamos acostumbrados religiosamente sino ser extremos en nuestra adoración a Dios. Para que Dios se agrade y la reciba como un perfume.
Dios perdona pecados
Al final Jesús le dice a la mujer que sus pecados le fueron perdonados y que era salva por fe. A quienes hemos creído en el Señor se nos ha dicho que nuestros pecados han sido perdonados, aunque hayan sido grandes.
Debemos estar, como esta mujer, agradecidos con Dios. El que se nos haya perdonado todos nuestros pecados amerita que nos postremos delante del Señor y derramemos nuestra alma ante sus pies. Amerita que le adoremos con todo nuestro corazón y besemos sus pies.
© Mauricio Alvarez. Todos los derechos reservados.
