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La brevedad de la vida

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Mensajes Cristianos Texto Biblico: “Pues nosotros somos de ayer, y nada sabemos, siendo nuestros días sobre la tierra como sombraJob 8:9

Un abrir y cerrar de ojos

Cuando alguien piensa en el último momento que pasará sobre esta tierra, la mayoría de las veces piensa que ese momento está lejano. Nos imaginamos llenos de días y satisfechos con todo nuestro trabajo en esta tierra. Pero la verdad es que nadie puede asegurar cuánto tiempo vivirá en esta tierra. 

En Job 8:9 y en otros pasajes de la escritura, se compara nuestra existencia como algo efímero, que hoy es pero en un momento ya no existe. Así es nuestra vida, no podemos alargar el número de días que Dios ha determinado para cada uno. Por más que nos afanemos es algo de lo que no tenemos control. Este cuerpo es mortal y en un determinado momento dejaremos de existir en este plano.

Son palabras difíciles, pero es la realidad. Cualquiera que escuche estas palabras puede sentirse ansioso por saber esta verdad, pero para quienes hemos conocido a Dios sabemos que nuestra existencia es corta en comparación con lo que Él tiene preparado para la eternidad. Su palabra nos dice que para Él un día es como mil años y mil años como un día [1], el tiempo no aplica a nuestro Dios que ha existido desde la eternidad y será hasta la eternidad. 

Aunque vivamos sobre esta tierra por mil años, no es nada comparado con la eternidad de Dios. Por lo tanto debemos conocer que nuestra existencia entera es un abrir y cerrar de ojos, hoy somos y mañana lo desconocemos.

Sin seguridad del mañana (Santiago 4:14)

No sabemos qué será del día de mañana, si viviremos, si moriremos. Nadie puede asegurar que vendrá mañana. Solo Dios conoce el número de días de cada uno, solo Él tiene esa potestad. Pero nosotros lo desconocemos, no tenemos certeza.

Al no saber cual es el número de nuestros días, debemos procurar que este abrir y cerrar de ojos que es nuestra existencia en esta tierra, sea significativa para que agradecemos y seamos obediente a nuestro Dios. De esta manera afectamos nuestra eternidad, pues al dejar esta tierra, el cuerpo ciertamente morirá, pero Dios nos ha dado un alma que es eterna [2]. Es nuestra alma la que tendrá que rendir cuentas ante Dios y determinará, en base a lo que vivimos en esta tierra, donde pasaremos la eternidad. 

Debemos caminar cada día en la luz de Dios [3]. Al no tener seguridad de mañana debemos andar cada instante caminando con nuestro Señor, pues sólo Él puede darnos vida eterna. Nuestra vida en la tierra pasará, pero la eternidad con Dios no tiene fin. Seamos pues obedientes y sigamos a aquel que nos puede dar la vida eterna.

Dios es el todo del hombre (Eclesiastés 12:13)

Todo lo que hagamos debemos hacerlo para la gloria del Señor. Cada palabra de nuestra boca debe estar sazonada por Su palabra, debemos aprender a ser guiados por su Espíritu Santo y debemos escudriñar Su palabra cada día. 

Por más que nos afanemos en hacer o deshacer las cosas, de Dios y para Dios es todo. Por lo tanto debemos enderezar nuestros caminos y andar con Dios en cada paso que damos. Todo es para Su gloria y todo lo ha hecho Él para sí mismo.

Lo que nos queda entonces es temer a Dios y guardar Sus mandamientos. Eso es todo lo que tenemos, eso es todo lo que necesitamos. Obedecer a nuestro Padre Celestial en todos sus mandamientos, y dice su palabra que no son gravosos, pues Él sabe cómo son cada uno de nuestros pasos.

La vida eterna

Pero aunque nuestra vida sea un abrir y cerrar de ojos, aunque no sabemos qué será de nosotros el día de mañana una cosa sí es cierto, que Dios nos ha regalado una eternidad con Él. No tenemos seguridad si mañana estaremos en esta tierra, pero sea como sea, si vivimos lo hacemos para Él y si morimos habremos ganado la carrera y alcanzado la corona de justicia. 

Si todo lo que hacemos lo hacemos para la gloria del Señor, si vivimos lo hacemos para Él y si morimos también para Él morimos [4]. De cualquier manera somos del Señor y a Él vamos. Solo debemos entonces asegurarnos de caminar con Cristo cada uno de los días de nuestra vida sobre la tierra. De esta manera, al llegar el momento de dejar este cuerpo mortal, entraremos a una región eterna, donde no hay corrupción, donde no hay más muerte [5].

Porque tenemos nueva vida en Cristo, una vida que no se limita a esta existencia terrenal, sino que la trasciende y se extiende eternamente. Una eternidad con nuestro creador, donde Él será nuestro sol [6], donde no se conoce de llanto, ni de tristeza, ni de dolor. Donde solo existe la presencia de Dios y nuestra adoración hacia Él para siempre.

Conclusión

No debemos aferrarnos a esta existencia, sino procurar estar preparados, sea que tarde mucho tiempo, o sea que tengamos que irnos dentro de un instante. Debemos estar listos en todo momento para ese paso que irremediablemente debemos dar. 

Preparemos pues nuestra vida para irnos con Cristo. Cuando nos llame a Su presencia, debemos estar listos. ¿Estás tú preparado para irte con el Señor? Si la respuesta es no, este es el momento perfecto para aferrarte a Dios, pedirle perdón y comenzar a vivir una nueva vida en Él. Este es el tiempo “He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación” (2 Corintios 6:2)

[1] 2 Pedro 3:8
[2] Juan 10:28
[3] Juan 8:12
[4] Romanos 14:8
[5] Apocalipsis 21:4
[6] Apocalipsis 21:23

© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.

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