Necesitamos ser renovados.
Para despojarnos del viejo hombre que está viciado, es decir para poder comenzar a dejar de ser quien éramos y llegar a ser quien Dios quiere que seamos necesitamos tener una renovación en nuestra mente.
Solo Cristo puede renovarnos. Solo no podemos a llegar a ningún lugar. Tenemos una realidad que nos traiciona. Solo en Cristo Jesús podemos vencer este gran problema.
El Espíritu Santo nos ha dado claridad de nuestra condición. El es la persona que nos ayuda y nos alerta en cada evento. No podemos hacer caso omiso a su orientación y cuidado. El nos da discernimiento para poder comprender que una buena actitud hace la diferencia.
II. Una buena actitud es la demostración de una nueva vida en Cristo. (vers. 24)
La Palabra de Dios nos declara en Colosense 2:6: “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él”
Cuando Pablo nos dice que nos vistamos del nuevo hombre, quiere decir que debemos tomar una decisión consciente, momento a momento, de depender del poder del Espíritu Santo para que nos transforme en la semejanza de Cristo.
Las buenas actitudes están fundamentadas:
Por la práctica de la justicia. Practicar la justicia es hacer lo correcto, es hacer lo honesto, es hacer lo que es de buen nombre, en mantenerse en el equilibrio de nuestra vida espiritual.
Por vivir en santidad. Es vivir apartado para Dios en todo lo que hagamos. Es desechar todo lo que no provienen del Señor y pensara antes de hacer las cosas: “¿Qué haría Jesús en mi lugar?”
Por siempre andar en la verdad. Andar y vivir en la verdad nos da credibilidad de lo que somos y lo que predicamos con integridad. Recordemos que la mentira siempre sale a la luz porque Dios no puede ser burlado.