¿De dónde viene mi fortaleza?

La Biblia: fuente infinita de fortaleza (Salmo 119:105)

La Biblia es nuestro lugar seguro. En ella tenemos la luz que nos permite cruzar al peligro y ganarle. Ella nos llena de fortaleza y siempre tiene la palabra adecuada.

Hagan el intento, en esos días de dolor, abran la Biblia con la intención de que Dios sea el que hable. Jamás se van a conseguir palabras vacías, pues cada párrafo escrito es inspiración suya. En ella aprendemos pero también estamos a salvo.

El pecado anda suelto, busca la manera de acercarse. Quienes estamos firmes en la Palabra de Dios, no tenemos nada que temer, pues ella nos enseña como actuar.

Iglesia: fortaleza incondicional (Mateo 18:20)

En la guerra no estamos solos. Junto a la palabra de Dios y la oración fiel, tenemos la maravillosa oportunidad de conseguir fortaleza en una iglesia.

Reunirse para alabar y aprender del Padre, es un privilegio. A veces las palabras que necesitamos aparecen en medio del culto, en un saludo amoroso ó en una alabanza. Nunca dudemos del poder que tiene reunirse para hacer la obra de Dios.

En momentos difíciles sí sentimos ganas de aislarnos, es una señal para no hacerlo. En la iglesia tenemos una compañía que edifica y sí hay un arma indestructible es la unión. No estamos solos, tenemos una familia nueva que nos acompaña.

Conclusión

Nuestro Padre no permitiría aflicción, si no supiera de antemano que podemos vencerla. Su amor es aliento para nuestro espíritu y por muy pesada que sea la carga, él siempre nos brinda fortaleza.

En la oración, la Biblia y la iglesia, tenemos el escudo perfecto para las turbulencias. Ellos son como una lámpara que nos ilumina el camino que debemos seguir. Son la manera que tiene Dios de estar junto a nosotros.

Ejercer su palabra, es ser valientes y fuertes. Él ya nos dio las herramientas, debemos usarlas para Su voluntad. Después de que empecemos será un camino lleno de bendiciones, pues Jehová hace de nuestros conflictos, oportunidades para buscar su presencia ¡No lo dejemos pasar!

© Pedro Blanco. Todos los derechos reservados.

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