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El testimonio de Dios

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Prédica de Hoy: El testimonio de Dios

Mensajes Cristianos Lectura Bíblica: Mateo 3:17, Juan 8:18 y 1 Juan 5:9

INTRODUCCIÓN

Tenemos el mejor ejemplo de un verdadero testimonio, quien nos guía a ser como él y vinimos para agradarlo. Además de Jesús ser nuestro Señor y salvador, Él es el mejor ejemplo que tenemos a seguir para agradar a Dios.

En las competencias de relevo, encontramos un protagonista en medio de la carrera. Es más lo conocemos como testigo o testimonio, el cual se lleva de un competidor a otro hasta llegar a la meta.

Jesús en la tierra es el testimonio que Dios nos entregó, y el que debemos tener como referencia para continuar nuestra carrera de la fe.

Hoy quiero que veamos por qué Jesús, como hijo de Dios en la tierra, es nuestro mayor ejemplo. Y por qué lo llamamos hoy el testimonio de Dios.

I. Testimonio de obediencia (Mateo 3:17)

La palabra de Dios nos mostró en Jesús muchas facetas de su obediencia al padre. Pero hoy quiero resaltar una en especial. Antes de que Jesús comenzara Su ministerio notable frente a los judíos, Él fue niño y duró 30 años preparando su corazón en oración y búsqueda de Dios (Lucas 3:23).

En este proceso podemos ver el corazón de Jesús que siendo el hijo de Dios, no se aferró a Su gloria y Su poder, y recibió el bautismo como ejemplo de arrepentimiento y cambio de vida en humilde corazón (Mateo 3:14-15).

Ciertamente, es así como Jesús nos enseña a ser agradables a los ojos de Dios, y dignos testimonios de vida. Que bello que con un acto de obediencia en nuestra vida hacia Dios, podamos ser reconocidos en el cielo como hijos amados que complacemos a nuestro padre Celestial.

El reconocer que nuestras vidas necesitan arrepentimiento diario, es una manera de  obedecer y de ser testigos de Dios. Es más, si vemos la vida de Jesús acá en la tierra, notaremos que agradar a Dios no siempre fue fácil. O si no, miremos el sacrificio que Él padeció en la cruz.

II. Testimonio de ser el reflejo de Dios (Juan 8:18)

Teniendo en cuenta el texto bíblico, encontramos que Jesús habla de que Él es la luz del mundo, mientras que los fariseos están en su lucha interior, sin creer, sin fe retando a Jesús diciéndole que el testimonio de Jesús era en si mismo. Todo esto para entender que, el testimonio del Dios vivo estaba en frente de sus ojos y ellos no podían ver. ¡Impresionante!

Jesús explica que Dios mismo también da testimonio de Jesús, es el reflejo el uno del otro. Es por esto que no podemos dejar de lado las palabras de Jesús. Sino que tenemos que esforzarnos por imitarlas. Y más importante aún, seguirlas con nuestro corazón y nuestra vida.

En el versículo 19  los fariseos seguían enfermos de sus ojos y su corazón, sin el entendimiento dispuesto a aceptar la luz que nos guía hacia el padre celestial preguntando. ¿Dónde está tú padre? La respuesta de Jesús es clara para aquel que en él cree. “Sí a mi me conocer conoces al padre”. Cuidemos nuestro corazón de dudar del testimonio de Jesús y de su reflejo divino que se manifiesta de ambos modos.

III. Testimonio del Espíritu Santo (1 Juan 5:10)

Con respecto a la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida cristiana, entendamos que Él es quien esta presente en esta tierra. Él es la fuente de nuestra conexión directa con Dios, y todo esto gracias al sacrificio de Jesús.

En cuanto a Jesús como testimonio del Espíritu Santo, vemos que hizo todo por medio de agua y sangre (Juan 19:34). Este testimonio es eterno y santo. No hay ningún otro testigo sobre la tierra que pueda superar este sacrificio (Filipenses 2:9-11).

Sacrificio cuál fue el medio por el cual hoy disfrutamos la presencia del Espíritu Santo. Lo que quiere decir que nosotros debemos seguir ese camino. Esa verdad de que en Jesús tendremos por siempre la mejor manera de agradar a Dios.

Para recibir el testimonio de Dios en nuestra vida, existe un requisito. El único requisito que se pide es creer en Jesús como el testimonio de Dios. Y ver que Su sacrificio no fue en vano al vivir una vida en santidad y amor a Dios.

 CONCLUSIÓN

Ser testimonio de Dios implicó dolor, obediencia y santidad. Él se entregó como sacrificio para todo ser humano que lo quiera aceptar, sin escatimar y tenga fe. Es necesario creer y crecer a la imagen de Cristo. Jesús nos reta de manera personal, sin tapujo, sin temor a ser cada día más parecidos a Él.

No nos rindamos, esforcémonos por vivir una vida que agrade a Dios. Esforcémonos en aceptar a diario este hermosos testimonio que esta enfrente de nuestro Padre, defendiéndonos y orando por nosotros (1 Timoteo 2:5). Saber esto, es un regalo de Dios, es una bendición que no podemos pasar por alto.

© Ramon Duarte. Todos los derechos reservados.

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