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Mensajes Cristianos Predica de Hoy: La Mujer Moderna

Mensajes Cristianos Lectura Bíblica: Salmo 128:1-4

Introducción

Queridas hermanas, ¿cuántas veces al día buscamos sentir esa conexión especial con Dios en medio de nuestras ocupaciones? Al levantar a nuestros hijos, al cuidar de nuestro hogar, al enfrentar desafíos, siempre ansiamos esa guía divina. Yo, como esposa de un pastor, me he encontrado en esos momentos de incertidumbre y siempre me he refugiado en la Palabra de Dios.

El Salmo 128:1-4 resplandece con claridad, diciendo: “Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, que anda en sus caminos. Porque comerás del trabajo de tus manos; bienaventurado serás, y te irá bien. Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa. He aquí que así será bendecido el hombre que teme a Jehová.

Estas líneas no son solo palabras, son promesas, y nos llevan a reflexionar sobre tres pilares fundamentales en nuestras vidas: el respeto a Jehová, las bendiciones que se manifiestan día a día, y el valor de nuestra familia. Acompáñenme mientras exploramos cada uno de estos pilares juntas.

I. El Temor a Jehová

Queridas hermanas, al hablar de “temor” a Jehová, no nos referimos a un miedo que paraliza, sino a un respeto profundo y una reverencia hacia Él.

Cuando nos sumergimos en Sus caminos, una sensación de paz y alegría envuelve nuestro ser. Recordemos lo que Proverbios 1:7 nos dice: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová“.

Entonces, este temor no es más que el fundamento que nos guía hacia una vida enriquecida en fe y propósito. Y para profundizar en esta conexión con Él, es vital vivir según sus enseñanzas. Como reitera Juan 14:15: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”.

Al atesorar y vivir estos mandamientos, no solo honramos a Dios, sino que también preparamos nuestro espíritu para recibir las bendiciones que Él tiene para nosotras. Pero, ¿cómo se manifiestan estas bendiciones en nuestra vida diaria? Acompáñenme al siguiente punto para descubrirlo juntas.

II. Las Bendiciones Cotidianas

Queridas hermanas, en la agitación diaria, ¿no sentimos a veces que las bendiciones de Dios se nos escapan? Entre las responsabilidades laborales y el cuidado de la familia, es fácil perder de vista las maravillas que Él coloca en nuestro camino.

Pero recordemos lo que dice Mateo 6:31-32: “No os afanéis, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?…que vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.” ¿No es esto una prueba de su inmenso amor?

En cada rincón de nuestra existencia, desde las grandes alegrías hasta los pequeños gestos, encontramos huellas de Su amor y cuidado. Incluso en los días más oscuros, ¿no es reconfortante saber que Él trabaja en silencio por nosotros? Con esta promesa en mente, reflexionemos sobre cómo este amor se manifiesta en el corazón de nuestras familias. ¿Están listas para descubrirlo juntas? Avancemos al siguiente punto.

II. La Familia como Símbolo de Bendición

Así como una flor necesita sol y agua para florecer, nuestras familias requieren amor y fe para prosperar. Preguntémonos, ¿no es acaso la familia uno de los lugares donde más claramente vemos la mano de Dios?

La risa de nuestros hijos, el apoyo de un cónyuge, o el consejo sabio de un padre, ¿no son todos destellos de Su gracia? Y sí, hay momentos de desafío y prueba, pero ahí está la palabra de Dios para guiarnos. Como nos recuerda Efesios 6:1, hay un orden divino en la relación entre padres e hijos.

Pero no sólo se trata de deberes, sino también de amor y respeto mutuo, que se entrelazan formando el tejido de nuestra vida familiar. Al reconocer a Dios en estas relaciones, ¿no sentimos aún más profundamente Su amor y Su plan para nosotros? Continuemos descubriendo cómo estas bendiciones se extienden más allá de nuestros hogares.

Conclusión

Hermanas mías, en este breve recorrido hemos explorado juntas las maravillosas formas en que Dios actúa en nuestras vidas. Hemos reflexionado sobre el profundo respeto a Jehová, las bendiciones diarias que, a veces, pasan desapercibidas, y la familia, ese núcleo sagrado donde resplandece el amor de Dios.

Al volver a nuestros hogares y enfrentar un nuevo día, les insto a recordar estas verdades, a ver el mundo con ojos llenos de fe, agradecimiento y esperanza. Que cada amanecer nos recuerde la fidelidad de nuestro Señor y que cada anochecer sea testimonio de un día vivido bajo Su gracia.

Pero ante todo, que nunca olvidemos que en cada paso, en cada desafío, en cada sonrisa, Jehová está presente. Porque Su promesa es clara y eterna: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20). Que esta certeza ilumine nuestros corazones y fortalezca nuestro espíritu. Que así sea, amén.

© Hilda Hernández. Todos los derechos reservados.

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