Mensajes Cristianos | La Santidad
Mensajes Cristianos Texto base: “Sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir.” 1 Pedro 1:15
Introducción
La santidad es un tema fundamental en la vida cristiana, pero a menudo es malentendido. Algunos lo ven como una lista de reglas y restricciones, mientras que otros lo perciben como un ideal inalcanzable. Sin embargo, la Biblia nos muestra que la santidad no es un peso que Dios nos impone, sino una invitación a vivir en su presencia y reflejar su carácter.
En este sermón, exploraremos qué significa que Dios es santo, cómo se manifiesta la santidad en nuestra vida, los errores que se han cometido al enseñar sobre este tema y el proceso por el cual Dios nos santifica. Al final, haremos un llamado a vivir en santidad no por temor, sino por amor a nuestro Señor.
1. La santidad de Dios
Cuando la Biblia declara que Dios es santo, no significa que Él se haya apartado del pecado, porque a diferencia del ser humano, Dios no conoce el pecado. La santidad de Dios se refiere a su pureza absoluta, a su naturaleza incorruptible y su perfección infinita.
En Isaías 6:3, los serafines claman: “Santo, Santo, Santo es el Señor de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria”. La triple repetición de “santo” enfatiza que no hay nadie como Él, su esencia es pura y sin mancha.
Dios no solo es moralmente perfecto, sino que Su santidad define cada uno de sus atributos. Es su santidad la que lo hace digno de adoración, y es Su santidad la que nos llama a un estándar de vida más alto.
2. La santidad en el ser humano
La santidad en el ser humano no es un estado de perfección inalcanzable, sino un llamado a vivir conforme a la voluntad de Dios. Ser santo significa estar apartado para Él, viviendo una vida que refleje su carácter. 2 Corintios 7:1 nos exhorta:
“Limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios”.
Esto implica una vida de obediencia, amor y justicia, apartándonos del pecado no por imposición, sino por amor a Dios. La santidad no es solo abstenerse del pecado, sino buscar activamente la justicia, la misericordia y la verdad.
3. El trauma de la santidad
Lamentablemente, muchas personas han sido traumatizadas con el concepto de la santidad debido a interpretaciones erróneas y legalistas. En algunas comunidades cristianas, se impusieron reglas humanas que confundieron la verdadera santidad con restricciones externas.
Se prohibía el uso de ciertas ropas, el acceso a la televisión o la participación en reuniones familiares, generando miedo en lugar de amor. La santidad no se trata de normas externas, sino de una transformación interna. No podemos confundir el llamado de Dios con el legalismo humano.
La verdadera santidad fluye del corazón y se refleja en nuestras acciones, pensamientos y palabras. Jesús enfrentó el legalismo de los fariseos, quienes se enfocaban en reglas externas en lugar de la transformación del corazón.
En Mateo 23:25-26, les dijo:
“Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque limpiáis lo de afuera del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de injusticia. Fariseo ciego! Limpia primero lo de adentro del vaso y del plato, para que también lo de afuera quede limpio”.
La santidad debe ser interna antes que externa.
4. El proceso de la santificación
La santificación es un proceso continuo en la vida del creyente. No es algo que ocurre de la noche a la mañana, sino una obra progresiva del Espíritu Santo en nosotros. Filipenses 1:6 nos recuerda:
“Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”.
La santidad no se logra por esfuerzo humano, sino por la gracia de Dios, a través de la oración, el estudio de la Palabra y la obediencia diaria. El proceso de santificación también implica pruebas y dificultades.
Santiago 1:2-4 dice:
“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna”.
Dios usa las pruebas para refinarnos y hacernos más semejantes a Cristo.
Conclusión
Un llamado a la santidad
Dios nos llama a vivir en santidad porque Él es santo. No se trata de un deber impuesto, sino de un privilegio. Hebreos 12:14 dice:
“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”.
Santidad no es apartarse del mundo, sino vivir en el mundo reflejando el carácter de Cristo. Hoy es el día para decidirnos por una vida santa, no por temor, sino por amor a Aquel que nos llamó. Que nuestra oración sea: “Señor, ayúdanos a vivir una vida que te honre, transformada por tu gracia y guiada por tu Espíritu”. Amén.
© Samuel Cardozo. Todos los derechos reservados.
Este mensaje me edificó mucho! Lo utilizaré en mi Iglesia. Saludos fraternales desde Puerto Rico! Dios le bendiga!