Victoriosos en las Pruebas – Hijos de Destino | Mensajes cristianos
Mensajes cristianos Texto Base: “Yo soy José, vuestro hermano, el que vendisteis para Egipto. Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros.” Génesis 45:3–5
Tema: Cómo Dios transforma nuestras pruebas en plataforma para Su propósito
Introducción
La historia de José no necesita adornos. Desde joven tuvo un sueño… y una larga espera. Vio estrellas, luna y sol postrándose ante él. Sus hermanos lo vieron como amenaza. Lo echaron a una cisterna, lo vendieron a unos mercaderes, y pensaron que eso sería el fin. Pero fue solo el comienzo.
Porque cuando Dios tiene un destino para alguien, ni la envidia, ni la traición, ni las falsas acusaciones lo pueden detener.
José pasó por la cisterna, por la esclavitud, por la cárcel. Pero llegó al palacio. ¿Y sabes qué? Esa es la misma ruta que Dios usa con los que tienen un llamado verdadero.
Hoy, con la ayuda del Señor, quiero mostrarte que las pruebas que hoy te duelen, mañana serán el testimonio de tu victoria.
I. Nada sucede sin que Dios lo permita (Génesis 45:5–7)
José se lo dijo a sus hermanos con lágrimas en los ojos: “Para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros.” No fue casualidad. No fue accidente. Fue propósito.
A veces creemos que los que nos traicionaron son los responsables de lo que vivimos. Pero cuando uno mira atrás con ojos espirituales, descubre que Dios estuvo orquestando todo el tiempo.
“No me enviasteis vosotros acá, sino Dios…” (vers. 8)
Eso cambia todo. Porque ya no hay espacio para el rencor. Solo para la gratitud.
II. Dios usa lo que fue fosa… para alimentar a otros (Génesis 45:10)
El que fue echado en la cisterna… terminó siendo el que alimentaría a sus propios hermanos. Lo que parecía destrucción, Dios lo usó para sustento, reconciliación y salvación.
Dios puede usar al mismo que fue despreciado… para sostener a los que lo humillaron. Así es Su manera de obrar.
“Él nos da la victoria” (vers. 9)
Y no sólo nos da pan… nos da propósito.
III. Los que perseveran, florecen — los inconstantes desaparecen
(Salmos 1:3–4 / Santiago 1:8)
José fue como un árbol plantado. No era el más fuerte, ni el más rápido. Pero nunca dejó de confiar. A pesar de la cárcel, la traición, la espera. Su fe no tambaleó.
“Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas…” (Salmos 1:3)
Hoy en día muchos son como el tamo — la pelusa que se lleva el viento. Se van de la iglesia porque “no sienten”. Pero la fe no se basa en sensaciones… se sostiene por convicción.
“El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.” (Santiago 1:8)
Dios no busca entusiasmo temporal. Él busca fidelidad permanente.
Conclusión
José no fue un producto del azar. Fue un hijo de destino. Y si estás en Cristo, tú también lo eres.
Dios no improvisa. Cada paso, cada lágrima, cada traición… tiene un propósito. Y si hoy estás atravesando una prueba, no es para destruirte, sino para posicionarte.
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien…” (Romanos 8:28–36)
No olvides esto: la cisterna fue parte del camino al trono. No temas el proceso. Confía en el Dios que escribe tu historia.