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Tu eres un caso de la gracia de Dios

Devocionales Cristianos – Mensajes Cristianos

“…Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo…”

(1 Corintios 15:10)

Cuando hablamos de «gracia» nos referimos al favor inmerecido. Muchas veces leemos en artículos cristianos o escuchamos prédicas que se refieren a «la gracia de Dios» y desconocemos lo que es y cómo funciona en nosotros.

Recordemos que todos hemos pecado contra el Dios santo, puro, eterno y glorioso que creó los cielos y la tierra, y ese pecado nos destituyó de la gloria de Dios (Romanos 3:23).

Aún cuando no merecíamos ser rescatados de nuestros delitos y pecados, a Dios le plació darnos vida y vida en abundancia a través del inmenso sacrificio de Su Hijo Jesús: su muerte en la Cruz.

Pablo fue uno de los hombres que más trabajó para la obra de Jesús, evangelizando, fundando iglesias, exhortando, corrigiendo, predicando a tiempo y fuera de tiempo, esto significa que en todo tiempo Pablo cumplía su ministerio.

Si hay una persona que habría podido gloriarse en el trabajo de la obra de Dios fue Pablo, el hombre que no solo sufrió muchas calamidades a causa de Jesús, sino que además fue usado por Dios para redactar la mayoría de las Epístolas que leemos en el Nuevo Testamento.

Sin embargo, el trabajo de Pablo no solo fue en la obra de Dios, también trabajó de día y de noche para no ser una carga para los hermanos de las iglesias:

Porque recordáis, hermanos, nuestros trabajos y fatigas, cómo, trabajando de día y de noche para no ser carga a ninguno de vosotros, os proclamamos el evangelio de Dios. (1 Tesalonicenses 2:9)

El trabajo secular de Pablo era hacer tiendas, esto se registra en el libro de Hechos:

“…y como él era del mismo oficio, se quedó con ellos y trabajaban juntos, pues el oficio de ellos era hacer tiendas…” (Hechos 18:3)

A pesar del inmenso esfuerzo de Pablo en la obra de Dios y en el trabajo secular, un versículo clave nos muestra cómo Pablo se veía a sí mismo, y cómo vio la obra de Dios en él:

Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo. (1 Corintios 15:10)

Vamos a meditar en el pensamiento de Pablo para extraer la esencia del versículo: Pablo afirmó: «…por la gracia de Dios soy lo que soy» ¿quién fue Pablo? El hombre que escribió una Carta a los Romanos, dos Cartas a los Corintios, una Carta a los Gálatas, una Carta a los Efesios, una Carta a los Filipenses, una Carta a los Colosenses, dos Cartas a los Tesalonicenses, dos Cartas a Timoteo, una Carta a Tito, una Carta a Filemón y una Carta a los Hebreos.

Pablo fue quien evangelizó a todas estas iglesias que luego habrían de extenderse por el mundo entero, sin embargo, él comprendió que no lo hizo en su fuerza, sino por la gracia de Dios. Pablo recuerda en ese versículo, que él fue uno de los enemigos de la iglesia, y que solo por la gracia de Dios, ahora trabajaba para el reino de los cielos.

Luego, Pablo dice: «y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos». Con estas palabras, Pablo reconoce que la gracia de Dios no fue en vano para él, porque esa gracia operó con tanto poder que lo hizo trabajar más que los demás, trabajar de día y de noche, trabajar con una fuerza que solo puede imprimir el Espíritu Santo de Dios. Así, Pablo termina afirmando que esa fuerza, ese empuje no provino de sus propias fuerzas: «pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo».

Pablo es un caso vivo de la gracia de Dios, así como usted y como yo. Dios lo escogió desde antes de la fundación del mundo, vino a morir por usted en una Cruz y le dará vida eterna, así que toda la gloria es para Él.

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