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El Naranjero que se volvió millonario

Devocionales Cristianos – Mensajes Cristianos

Había una vez un señor sin recursos que se dijo a sí mismo: seré millonario un día, ya estoy harto de tanta pobreza.

Empezó vendiendo naranjas en un lugar público, donde sólo habían personas de igual clase que él. Las naranjas las conseguía a 30 centavos y las vendía a 5 lempiras.

No tardo en construirse un imperio, pero había un problema: él quería ser el mismo de siempre: gastar poco y ganar mucho. Pero por abrazar este deseo ocurrió algo. Cuando alguien le pedía una naranja de los indigentes, él les decía: trabaja y gánate el sustento, y cuando un niño le dijo: señor, fíjese que sólo tengo 1 lempira ¿cree que puedo comprarle una naranja? Y él le contestó: –debes pagar el precio que cuestan las cosas, ¡no!

El naranjero llego a superarse tanto en la materia, que al llegar a tener su primer auto lo guardaba y cuidaba tanto que mejor utilizaba los autobuses, ponía su auto en neutral en las bajadas de las vistadas de la carretera para ahorrar combustible, no se compraba ni una buena cosa para no gastar. Llegó el momento en que se enfermó, tanto por no comer bien y trabajar mucho, y no quiso ir al médico porque decía que los médicos cobraban mucho a pesar que podría con facilidad pagar, pero era de dura cerviz para dar.

Él estaba dispuesto a sanar con el saco de dinero de cabecera. Su deleite era contar su dinero y meterlo cada semana al banco y otro los mantenía dentro de un yogo en los que se pone la leche en las haciendas. Se convirtió en un prestamista muy ambicioso, prestaba con intereses altos y quitaba las propiedades antes de tiempo; cambiaba con su abogado las escrituras antes que alguien las deshipotecase y les amenazaba enviando algún guarura.

Este pobre y tonto hombre enfermó tanto de su corazón, que prefirió vivir solo para no hacer gastos en segundos o terceros. Evitaba ir a los médicos para no: gastar su dinero que tanto le había costado decía él. Llego un señor a tocar la puerta de su casa y le dijo: buen día señor, traigo un mensaje para usted. El frunció el señor y le pregunto: ¿qué mensaje? –¿Me gane la lotería? Preguntó con sarcasmo.

No, el mensaje es que Jesús lo ama y que hace dos mil años murió por nosotros y resucito al tercer día, y si usted lo confiesa con su boca y cree en su corazón que Dios le levantó de los muertos, usted será un hombre nuevo. El naranjero empezó a morirse de la risa en ese instante y le dijo: no necesito esas cosas, tengo lo que necesito y al instante cerró la puerta.

El señor quedo afuera de la casa y elevo los brazos al cielo y sacudió sus zapatos en la grada de aquella casa. El naranjero dos semanas más tarde sufrió un dolor torácico, y sudoración; el dolor se fue al brazo izquierdo y su cuello, vomitó y cayó sobre su propio vómito sin haber quien lo auxiliara.

Su dinero fue encontrado por sus vecinos y repartido entre todos, y recuperaron sus documentos que estaban bajo el colchón de su cama. Lo enterraron envuelto en una sábana y una cruz de palo que decía aquí yace el más grande pobre.

Muchos pobres confían en sus riquezas materiales, no sabiendo que cavan su propia desgracia aunque a los ojos del mundo sean personas de éxitos y de la farándula, pero su corazón está lejos de su creador y se enamoraron de las cosas creadas y no del creador de las cosas.

La riqueza y la pobreza no exime a las personas de ser pobres espirituales. Es mejor librarse de la pobreza espiritual y así podremos tener un balance entre aquellas de manera que no perdamos el enfoque primordial de la vida. Jesús como la única esperanza.

“…Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?..” Mateo 16:26

© Dr. Mauricio Loredo. Todos los derechos reservados. 

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