Devocionales Cristianos – Mensajes Cristianos
“...Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor….” 2 Timoteo 2:22 (Rv 1960)
Cierto día una amiga compartió esta pregunta en su Facebook.
“Tengo una duda existencial, ¿qué hace que un hombre le pueda valer su propia sangre? ¿Qué tan podrido puede tener el corazón que abandone a una personita que no tiene NADA de culpa?, ¿qué hace que le valga si come, si viste SI EXISTE? En serio no puedo entenderlo. Solo es una duda existencial.” Las respuestas fueron muchas y muy variadas, también muy humanas, largas y condenatorias. Algunas con una buena dosis de psicología. Mi respuesta fue más simple…
“Sencillo, cuando el niño/a es el resultado de buscar solamente el placer, ya sea por parte de uno o de ambos, la responsabilidad no se asume.”
La versión de la biblia Nueva traducción viviente (NTV) lo escribe más claro.
“…Huye de todo lo que estimule las pasiones juveniles. En cambio, sigue la vida recta, la fidelidad, el amor y la paz. Disfruta del compañerismo de los que invocan al Señor con un corazón puro…”
Las verdad es que las pasiones juveniles no son solo de adolescente o jóvenes, son de cualquier ser humano. Están ahí, a flor de piel esperando desbordarse en algún momento. Están ahí agazapadas esperando su oportunidad. Solo un pequeño aliento y despertaran llevándonos a cometer los más grandes errores, independientemente del sexo al que pertenezcamos y la edad que tengamos. La búsqueda de satisfacer dichas pasiones es lo que nos vuelve seres humanos irresponsables. Es más, es un acto de irresponsabilidad alimentarlas.
“…Huye de todo lo que estimule…” Pero que estén ahí no significa que deben gobernar nuestra vida. Tampoco quiere decir que debemos afrentarlas y luchar contra ellas. Lo primero es una actitud egoísta, fue la misma que llevo a Adán a pecar. Lo segundo sería inútil, pues pelearemos contra nuestra naturaleza humana, la cual ni la autoflagelación lograría dominar.
Por otro lado las pasiones juveniles no tienen que ver sólo con ese desenfreno hormonal desatado en la edad de la pubertad. Las pasiones juveniles son aquellas cosas que nos llevan a comportarnos irresponsablemente, no solo ante la sociedad y el prójimo, sino también ante Dios.
Sepa usted que cuando hizo su confesión de fe también tomó la responsabilidad de vivir de manera diferente. Si bien es cierto que Jesús nos da el poder a través de su Espíritu (Espíritu Santo), no es un acto de magia o una elaboración de una bebida instantánea.
Estamos llamados a practicar ese estilo de vida diferente. Y es que queridos amigos, es cuestión de lógica (aquí si cabe usarla), desde el momento que en el texto leído anteriormente se te aconseja HUYE, es porque es algo que debemos hacer; si asi es, nosotros debemos hacerlo. O como decía mi abuelo “cuanto más lejos estas del precipicio, menos posibilidad tienes de caerte. Por eso debemos poner en práctica la forma correcta de vivir, esa forma que nos recomiendan si seguimos leyendo el texto, “…En cambio, sigue la vida recta, la fidelidad, el amor y la paz…”
“...En cambio sigue… palabra clave , somos nosotros los que vamos rindiendo nuestra voluntad y en ese proceso va muriendo nuestra vieja manera de vivir. Es algo que debemos practicar día a día, tal cual respiramos. Y si usted nota no se refiere únicamente a los problemas sexuales , o el alcohol o algún otro vicio, también encierra, el chisme, la falta de perdón, los pleitos etc., pero lo más interesante es que nos invita a practicarlo en el lugar en donde Dios nos a puesto; ¡LA IGLESIA! Sí, esa congregación de personas que muchas veces te han parecido los, las, hipócritas del mundo. (Lee mas adelante).
“…con los que invocan al Señor con un corazón puro…”
Otra versión dice:
“…Disfruta del compañerismo de los que invocan al Señor con un corazón puro…”
Es ahí en donde logramos nuestra madurez como cristianos, con esas personas igualmente imperfectas como nosotros. Practica amigo, todo es cuestión de práctica. Dios te bendiga.
© Carlos Antonio Ramos
