Devocionales Cristianos… Mensajes Cristianos
Los seres humanos califican como dichosas a aquellos que a cualquier precio obtienen premios, dinero, logros, medallas, títulos y reconocimientos humanos.
Aunque muy por debajo de la idea conceptual, este es el principio que prima en este mundo para calificar a alguien de exitoso, suertudo, y en algunos casos hasta anhelan imitarlos hasta el límite de convertirlos en el modelo ideal para sus vidas.
Tal es el cuadro que nos plantea la sociedad de hoy, en el cual nuestros jóvenes son arrastrados a imitar a aquellas figuras de la farándula, modelos, empresarios sin escrúpulos y en el peor de los casos, a violadores, drogadictos y hasta los gánsteres.
Todos estos personajes para muchos de nuestros jóvenes son acogidos como el ideal a lograr para sus vidas. ¡Qué distorsión de principios!
Esa es la cualidad más significativa de todos aquellos que no han depositado su confianza en Dios y cambian lo eterno por lo temporal.
Tristemente algunos en nuestras congregaciones han sido presas de este síndrome patológico y dañino.
Sin embargo, para quienes hemos probado su amor y su poder, la obtención de galardones, premios, títulos y dinero, no son el clímax de la dicha, si no el confiar en Dios en medio de los problemas, vicisitudes y carencias de la vida, lo cual no es un mero aliciente, sino una dicha real día tras día.
¿Eres de los que consideras a Dios como la suprema dicha?, si lo tienes en ese concepto, considérate dichoso; y si no, te invito a que experimentes lo grandioso que es confiar en ese Dios tan grande y poderoso.
Versículo para el día:
“…Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, Y es hermosa la heredad que me ha tocado…” (Salmo 16:6)
La dicha más grande de cualquier ser humano no depende de los factores externos, sino del inmenso amor y cuidado de un Dios amoroso que nos rodea con sus tiernos brazos
© 2016, Francisco Medina.
