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Haz que en verdad valga la pena

Reflexiones Cristianas

Aquel joven drogadicto y cuatro personas más quienes luchaban contra el alcohol quienes estaban en la sala de reuniones de aquel famoso psiquiatra y después de que cada uno vertió su pasado y su presente que los tenía atados a un mundo lleno de calamidades y destrucción, aún a su corta edad.

Aquel psiquiatra con su ropa deportiva, por lo cual era criticado por sus otros colegas por su falta de formalidad, sin embargo aquel medico comenzó a hablar y les dijo: hagan que valga la pena.

El joven drogadicto intrigado preguntó: ¿qué valga la pena que Doc?

Los otros cuatro también quedaron observando al psiquiatra con mayor detenimiento y entonces prosiguió: bueno vamos a empezar con lo que les acabo de decir, veamos tu Andres, dime ¿qué personas estaban a tu alrededor cuando creciste? ¿Qué hacían ellos?

Andres le contesto: bueno, en mi casa teniamos muchos trabajadores, y recuerdo a doña Julia, ella era la que nos cocinaba y siempre tenía una sonrisa en su boca y todo lo que hacía era con mucho cariño a nosotros.

Don Roberto, era alguien que hacia todo lo que es el mantenimiento, él siempre me decía: debes llegar a ser como tus padres, personas trabajadoras y de mucho bien, ellos son admirables.

Además recuerdo que cuando mis dos padres fallecieron en aquel día ambos, a nuestra corta edad, Don Macario quien era de las personas con menos recursos económicos, y hacia los mandados de mis padres, fue allí donde en verdad le conocí.

Él siempre nos traía un pan para comer en casa, los bienes que dejaron mis padres alguien se quedó con todos ellos y aún tengo en mi mente aquellas palabras de don Macario: Están en la pobreza ahora pero no siempre será así. Entonces yo le hice una preguntas a él y fue está: pero Don Macario, ¿por qué dice usted eso y usted es pobre aún? El con una sonrisa en sus labios me contestó, ay hijo, lo que pasa que lo que usted tiene, yo no lo tengo.

Sentí que la voz de él se entrecortó y vio a los cielos y dijo: no tengo algo que tú si tienes hijo. Y empezó a llorar y yo quería saber eso que él me estaba diciendo, y finalmente me dijo: tu tienes el tiempo de la juventud hijo, yo ya no lo tengo y no tengo más oportunidad.

Después de esa platica con ese humilde hombre, yo empecé a incursionar con mis compañeros del colegio donde mis padres dejaron pagado todo desde antes que pasara lo que pasó, y empecé a fumar marihuana por hobbie y me decían mis amigos que era para tener un momento de alegría, y eso se fue transformando en una obsesión por fumar esa hierba que de pronto todo cambio de colores a un color oscuro en mi vida, de manera que ahora vendo hasta mis cosas para poder tener esa droga y estoy aquí para no seguir en lo mismo Doctor.

El médico con su vista poco vidriosa, pero sus lentes impedían que se notara y dijo: Con ese relato de Andres, solo puedo decir algo: hay tantas personas en nuestra vida, que forman como un rompecabezas dentro de ellas.

Están las que hicieron un esfuerzo con cada acto que hicieron, cada buen gesto, cada favor a nuestra conveniencia, cada ayuda, sus colaboraciones, sus oraciones a favor nuestro, en verdad hasta yo mismo como psiquiatra me has hecho remontarme a todo mi pasado y puedo ver a toda la gama de personas que hicieron que yo ahora esté frente a ustedes para brindarles ayuda en su problema psicosocial, que los tiene separado de la otra parte del mundo, del cual han dejado de disfrutar por llenar sus propios egos, pues cuando nos llenamos solo para nosotros el mundo es más monótono y sin sentido y por ello es que buscamos refugiarnos en las drogas, alcohol y placeres que son temporales y acaban con nuestra existencia, y no podemos lograr realizar aquello para lo cual en verdad fuimos diseñados.

Pues hemos sido diseñados para tener habilidades en beneficio de los demás, y eso nos bendecirá a nosotros mismos, desde lo material hasta lo espiritual.

Uno de los alcohólicos preguntó: Doctor, ¿usted cree que aún tenemos nosotros esperanza? El médico Psiquiatra les dijo: no solo creo que hay esperanza, creo que esa esperanza ya nació dentro de ustedes, y con el hecho que están hoy aquí eso es sinónimo que desean cambiar su mundo interior que está dañado totalmente y desean renovarlo por completo, eso solo puede ser cambiado por alguien más grandes que nosotros, y ese ser es Jesús mismo, no hay otro.

Y aunque soy psiquiatra no me avergüenzo en decirlo, les mentiría a todos si les digo que solo con mi psicoterapia y algunas medicinas van a cambiar, todo eso es bueno, pero su factor espiritual es aún mayor para poder ser transformados cada uno de ustedes y aún de mi mismo.

Todo lo que otros han hecho por nosotros desde nuestros progenitores, y toda las personas que están en una larga fila si las ponemos a enumerarlas, nos daremos cuenta que no somos lo que somos por nosotros mismos también lo somos debido a ellos, ya sea lo bueno o malo que hay en nosotros, pero por seguir lo malo aquí estamos, pero ya es tiempo de ahora empezar a unir los eslabones de los que hicieron lo mejor en nosotros y hagamos que en verdad valga la pena. Aquel drogadicto y los cuatro alcohólicos se pusieron de pie uno tras otro y dijeron: uno a uno yo prometo hacer que en verdad valga la pena.

Aquel Psiquiatra abrazo a cada uno y elevaron una oración final y dijeron: Dios ayúdanos a que en verdad todo este sacrificio tuyo valga la pena en nuestra vidas.

El psiquiatra finalizó y dijo: “…Todo lo puedo en Cristo que me fortalece…” dice Filipenses 4:13. En verdad debo hacer que todo lo que hago en verdad valga la pena.

© Dr. Mauricio Loredo. Todos los derechos reservados.

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