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La ceguera de los tíos y la guerra espiritual

Devocionales Cristianos.. Reflexiones Cristianas

En una ocasión uno de mis tíos me llama para que le ayudara a resolver una lista de ejercicios de Aritmética, mediante los cuales se preparaba para presentarse a un examen que la daría una mayor calificación en su trabajo.

Cuando llegué me dijo: -En esta primera parte no tengo dificultades, se trata de sumas, multiplicaciones y divisiones con números enteros y decimales, y eso, lo aprendí muy bien cuando fui bodeguero; pero esto, –me señaló para la expresión 2 elevado a la potencia 3- quiero que me digas, ¿qué gracia hace ese 3 encaramado encima del 2?

Él pensó que yo le diría que se trataba de un error de impresión; pero se frustró cuando le expliqué que eso significaba que el 2 debía ser multiplicado por él mismo tres veces hasta obtener 8. Dejó el papel a un lado y me dijo que no podía ver lo que se le explicaba. Efectivamente, no podía ver, no por ignorancia sino porque internamente se negaba a entenderlo.

Otro tío, cierta vez, se me acerca muy alarmado porque no pudo pasar con su camión por una calle, debido a que la tenían cerrada con una soga y una gran multitud de personas se encontraba en ella. Se bajó del camión a ver qué era lo que sucedía, y esto es lo que me cuenta:

-Un grupo de parejas, sentado uno frente a otro, con un reloj “jimagua”-decía él- al lado, no apartaba la vista de un tablero en el centro. Sin embargo, lo que más me molestaba eran los curiosos que estaban alrededor, manteniendo un silencio sepulcral, sin ver nada que se moviera.

Para el tío, en su ceguera e ignorancia hacia el ajedrez, aquellos eran vagos que se entretenían de esa manera para no tener que trabajar, y en cuanto a los que estaban alrededor, el no podía comprender que eran tan buenos jugadores como los que estaban sentados y que se hacían los sesos agua, para encontrar la jugada definitiva.

Un tercer tío, en mi presencia, le preguntaba a un filatélico: -¿Qué haces tú reuniendo tantas estampillas de correo, y qué ganas con todo eso? El filatélico le dio una amplia explicación del valor histórico que representaba cada estampilla así como del crecimiento en el campo cultural que se desarrollaba a través de esa actividad. Finalmente, y para complacerlo en el orden material, agregó que cualquiera de esos álbumes que él poseía, tenía un gran valor monetario.

Entonces el tío, dando una fehaciente demostración de su ceguera en materia de filatelia, no tardó en responder: -Pues yo, en vez de perder tanto tiempo, colectando esas cosas, mejor colectaría billetes de cinco, diez o veinte pesos.

La ceguera por ignorancia de los tíos, no es nada comparada con la ceguera espiritual que a veces manifestamos cuando Dios nos da revelación de algo y no lo queremos ver. Nos afanamos de tal manera a querer hacer las cosas por nuestros propios medios y no vemos que la solución la tenemos delante.

Hay un viejo refrán que dice: “no hay peor ciego que el que no quiere ver” y es cierto, queremos tapar el sol con un dedo presumiendo de lo que no tenemos. Y lo que no tenemos, en realidad, es la verdad y queremos expresarla valiéndonos de argumentos erróneos. Mas el que Dios nos provee no lo vemos, o lo que es peor, a veces lo ignoramos.

Jesucristo vino a traernos la luz a los que no veíamos y todo el que creyó, pudo ver; pero aquellos que pensaron que veían mucho, quedaron ciegos. Por eso él dijo: –Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados. Juan 9:39.

© Antonio Fernández. Todos los derechos reservados.

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