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La soberbia

Reflexiones Cristianas

Prédica de Hoy: La soberbia

Reflexiones Cristianas Lectura Bíblica: Santiago 4:6

Introducción

Con el avance de la ciencia y la técnica, las personas se han visto obligadas a andar de pueblo en pueblo y a veces de país en país por razones de estudio o trabajo. En todas las ciudades del mundo hay un constante mover.

Unos que vienen para la ciudad y otros que la abandonan por lo que casi nadie se conoce y mucho menos se establecen relaciones amistosas, aún ni con los propios vecinos. Las viejas costumbres van desapareciendo en la medida que la revolucionaria nueva era trae los cambios.

Sin embargo, esto no fue siempre así; hubo una etapa de la vida en que en todos los pueblos, y sobre todo si estos eran pequeños, que todo el mundo se conocía, porque todos trabajábamos y estudiábamos en la misma ciudad y raras veces alguien se ausentaba de ella.

La soberbia

En estos pequeños pueblos generalmente existía un personaje fuerte, abusador, intimidador y guapetón al que llamaban el guapo del barrio. Este individuo dominaba todo el barrio y, cuando no, gran parte del propio pueblo.

No gustaba trabajar; pero sí vestía bien y pasaba la mayor parte del día de bares y cantinas donde siempre encontraba un grupo de temerosos aduladores que le pagaban sus tragos y le reían sus chistes. Yo conocí uno que le decían “El Bravucón” que era impetuoso; pero veamos qué pasó con este sujeto.

El Bravucón medía más de seis pies de alto y pesaba unas doscientas cincuenta libras en pura musculatura. Cuando hablaba -o mejor cuando gritaba, porque no sabía hablar- parecía como que estaba tronando y a todos le llamaba la atención ver de dónde salía aquel torrente de voz tan potente; ocasión que aprovechaba nuestro protagonista para poner las reglas de su juego.

Él mismo se identificaba, no necesitaba presentador y aunque todos lo conocían; pero por si en el bar alguno de los presentes no era del pueblo y estaba sólo de paso, decía: -Aquí llegó El Bravucón y trae hambre y sed-

Aquel día llegó El Bravucón al bar de Tata Cuñengue que estaba localizado en el barrio llamado Tubela de este pequeño pueblín. Al hacer su entrada, gritó como siempre: -Aquí llegó El Bravucón y trae hambre y sed-. Monguito que era uno de sus principales aduladores, no le hizo esperar y de inmediato le trajo un bocadillo acompañado con un trago de aguardiente que era su bebida predilecta.

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