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Le falto conocimiento

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A los remansos que se forman en los ríos o riachuelos suelen llamarse CHARCOS. Estos generalmente son oportunos para presas y regadíos, lugar muy acogedor por bañistas o por pescadores.

Conozco de un pequeño riachuelo cuyo más famoso charco era popular por el nombre de CHARCO DEL ESCLAVO. Por una antigua leyenda que decía que un esclavo negro gustaba hacer pesquerías en ese sitio y un día cayó a las aguas y no sabiendo nadar, murió ahogado.

Abrahán Toledo era un asiduo pescador del nombrado charco, y solía pescar en horarios nocturnos, sosteniendo que en las noches y madrugadas la tranquilidad es siempre mayor que en el día; no obstante y por su falta de conocimientos, era muy supersticioso y daba como cierto, cualquier visión que apareciera en su camino. Era noble de espíritu, excepto cuando se le llamaba por el sobrenombre de Abrahán “Tojosa” en lugar de su verdadero apellido. En ese momento se ponía frenético y respondía de mal gusto.

Una mañana Abrahán llegó muy alarmado y asustado a su vecindad, sosteniendo que en las primeras horas de la madrugada, había visto la cabeza del esclavo que sumergía y emergía simultáneamente en las aguas, tratando de salvarse, y agregaba que ésta no era la primera vez que sucedía. Esto, como es de razonar, era algo inverosímil para los vecinos, por cuanto el esclavo había muerto hacía más de cien años.

Alcides, un intrépido vecino de Abrahán, le propuso acompañarlo la siguiente noche, para demostrarle que lo que el decía, era pura alucinación. Pues bien, tarde en la noche, llegaron ambos al charco del esclavo y pacientemente comenzaron la pesquería.

No tardó una hora, para fortuna de ellos, que Abrahán saltó de su asiento y señalando hacia la otra orilla del riachuelo decía: -¡Allá va, Alcides! Mira como el esclavo trata de ganar la otra orilla.

Por un momento Alcides quedó perplejo, sin poder articular palabra alguna. La cabeza del esclavo se veía a las claras cuando se hundía y después salía cual buscaba auxilio de algo que pudiera asirse. -¡Caramba! –susurró –Abrahán tiene toda la razón.

Pero pronto reaccionó y dijo: -¡Voy a salvarlo!

-¿Tú estás loco, Alcides? –Preguntó asustado Abrahán -¿No te das cuenta que es un fantasma? –Mas él no prestó atención y se echó al agua y en unas cuantas brazadas, alcanzó la cabeza del esclavo, regresando a la orilla, arrastrándolo con la mano izquierda, mientras con la derecha nadaba.

Una vez frente a Abrahán y sin salir del agua, le lanzó la cabeza del esclavo a éste, quien no pudo evitar un grito de terror al verla dando vueltas a su alrededor y sólo se calmó, cuando se percató que era un coco seco y ennegrecido por estar pasado de tiempo.

Naturalmente, a unos cincuenta metros de allí y a lo largo del riachuelo, había un cocotero del que de vez en cuando, caían los frutos que ya no toleraba, siendo arrastrados posteriormente por las aguas.

Ya más calmado Abrahán, se volvió a Alcides diciéndole: -Ahora sí que nadie me asusta, me engaña, ni se burla de mí. Alcides, mi falta de conocimientos me destruyó.

-Bien te lo dice la Biblia Abrahán: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento”. Oseas 4:6.

Varias semanas después, a Abrahán le sorprendió la mañana pescando en el charco del esclavo, cuando se le acercaron tres jóvenes que cazaban tojosas, cada uno con su respectiva escopeta en mano. Uno de ello se adelantó y le preguntó de una manera poco usual: -¿Habrán tojosas acampado aquí?

Por lo general la pregunta se hace así: ¿Habrán acampado tojosas aquí?. Pero Abrahán, que no podía contenerse, cuando lo llamaban por el sobrenombre de Abrahán Tojosa, lo perturbó una soberbia que no le permitió distinguir que el verbo HABER, cuando hace de auxiliar, en cierto modo y tiempo, se pronuncia muy parecido a su nombre, y sin detenerse le respondió agriamente al inocente joven: -Sí, aquí estoy; pero mi nombre es Abrahán Toledo, óyelo bien, joven insolente y falto de respeto.

Mi querido amigo que hoy entra a estas páginas, la Biblia nos dice que seamos sabios y que no nos afanemos; pero si has llegado hasta aquí, no ha sido por casualidad, la verdadera sabiduría viene de Dios, y la vía de llegar a Él es Jesucristo. Búscalo y serás salvo.

© Antonio J. Fernández. Todos los derechos reservados.

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