Inicio » Devocionales Cristianos » Devocionales Cristianos… En prisión

Devocionales Cristianos… En prisión

Devocionales Cristianos… Mensajes Cristianos

Marcos, quien se encontraba en prisión, y su amigo le visitaba aquel día soleado y se dio la siguiente conversación.

Oye Marcos, me da mucho pesar que estés aquí dentro, pienso que no es fácil estar aquí hermano.

Marcos, quien tenía un vaso de cartón en la mano lleno de agua, se levantó como pensativo y tomó un sorbo de agua, y miró al techo de la sala de espera dentro de aquella prision y sus lágrimas comenzaron a rodarse, tomó aire por un momento y se volvió a sentar y le tomó la mano a Adrian y se la cubrió con la otra mano y le miraba directo a sus ojos, Adrian pudo notar que Marcos quería decirle algo muy importante.

Y le dijo: mi Brother, te entiendo.

Marcos movió negativamente su cabeza y dijo: no Adrian, te diré cómo están las cosas.

Por mucho tiempo he sido un rebelde sin causa, no he tenido temor por las autoridades, pues crecí en el barrio donde todos la desafiábamos, pero si ,he tenido que andar huyendo de ella por miedo a ser descubierto, a no ser apresado, mi mente siempre estaba maquinando un plan “B” por si las cosas salían mal, o si debía buscar otra salida, mi mente siempre estaba maquinando el mal, y mientras yo hacía eso, podía ver otras personas que estaban con una serenidad increíble, por la sencilla razón que no debían nada a sus autoridades, en cambio yo, siempre huyendo y desafiando, olvidé los consejos de mi viejo y mi viejita, quienes ya no están en esta tierra, producto de mi mal comportamiento, pero no me di cuenta hasta que vine a este lugar.

Marcos comenzó a tener sus ojos aún más rojos y con lágrimas y continuó: he sentido que llegar a este lugar de encierro, es una lucha que ahora tengo, mi ser rebelde con estas cuatro paredes, saber que hay una libertad y no puedo gozar de ella, todo por no tener temor de las autoridades y ahora que tengo tiempo de sobra me doy cuenta que estoy ahora sí perdiendo mi tiempo.

Adrian le dijo: -no, no lo estás perdiendo.

–no, me digas nada, tú estás afuera Adrian, tú no tienes derecho de opinar sobre mi, que ahora vivo dentro de este encierro y es como que todo se me estuviera revirtiendo, es como que fuera ojo por ojo y diente por diente, jamás pensé que esto sería tan real, saber que mientras tú te comes un cono en la tienda de la esquina o te puedes comprar una semita o un licuado en completa libertad, yo estoy aquí viendo esos barrotes?

Saber que podría ayudar con el poco tiempo de vida que tenemos, hacerlo para el bien de otros, más bien he hecho todo lo contrario? Ahora sí estoy dándome cuenta en tan solo un mes de estar aquí dentro, y aún no se la fecha de mi condena aún estoy expuesto ahora a decisiones de otros que me van a juzgar. estoy sometido al tiempo de ellos, pudiera ser que muera sin condena incluso, pero eso no depende de mi, depende de ellos, ahora yo debo depender de ellos aunque no quiera.

–Pero Marcos, solo Dios puede juzgar

– Te equivocas Adrian, no solo Dios puede juzgar y ahora me he dado cuenta, que hay servidores de Él que también pueden hacerlo, son sus mejores amigos, y una de ellas es la autoridad, a quien yo no le había tomado la más mínima importancia en toda mi vida, siempre la he desobedecido desde mi casa, y pude cruzar esos linderos y me llevó a muchos lugares por no tener ese freno en mi vida, y me he dado cuenta que la libertad es algo aún condicionado, está condicionada a someterse a la autoridad, la autoridad es un ayudante de Dios mismo, pero que tarde me he venido a dar cuenta, ahora que han pasado muchos años sin condena, donde nadie tiene compasión por tu vida, donde tú cuerpo va menguando porque menguan nuestras fuerzas y a medida que vamos perdiendo fuerzas, es cuando vamos empezando a agachar la cabeza, entre más fuerte eres, más rebelde somos, porque levantamos la cabeza en contra de cualquiera que desea ayudarnos a ser mejores, pero desgraciadamente yo no lo sabía.

En ese momento Marcos, sacó un pequeño Nuevo Testamento que tenía subrayado en rojo y buscó en el libro de Romanos capítulo 13 lo siguiente:

Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia.

Y se lo mostró a Adrian éste le dijo: pero esa es la Biblia, ¿qué tiene que ver con lo que ahora estás viviendo?

Marcos le tomó la mano y le dijo: — ¿ves que no me estás entendiendo? Tienes la libertad y no sabes lo que tienes.

Vives por vivir al igual que lo hacía yo antes, pero estas palabras escritas aquí han venido a ser como un yunque en mi vida, como que me han estado cincelando sin nada de anestesia y debo ir tomando otra moldura, es algo que no puedes entender si no tomas conciencia de lo que aquí se vive, esto es un martirio, es algo que no quisiera que otro o mi enemigo lo viva; ¿me estás entendiendo? Solo mira mi condición por favor. Esto no es jugar a las escondidas, esto no es irte y encerrarte en tu habitación y dejar de hablar con tus hermanos o tus padres. Esto es real, esto no es capricho, esto es un castigo, ¡castigo! ¿Me estás entendiendo?

Adrian estaba con sus ojos bien abiertos escuchando a Marcos, y con sudoracion en su frente por ver exasperado a su amigo.

Mira Adrian, la gente no está entendiendo, yo puedo saber ahora lo que significa un abogado verdadero, alguien que intercede por ti, alguien que te da esperanza, alguien que te aconseja, alguien que dice que pronto todo esto pasará!

Pero no ha sido fácil este tormento.

Cuando encontré ese pasaje en primera de Juan 2:1 que dice:

Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.”

Este pasaje cobra vida para mí, pues el escritor está hablando sobre cómo deben de conducirse, pero que si hacen algo malo, no es que no van a pagar las consecuencias, si tendrán su paga por seguro, así como yo, pero habrá un abogado perfecto que no es como el que yo tengo claro, pero dice que hay alguien abogando por sus faltas y ese abogado nunca pierde un caso, de hecho ya ganó ese caso. Ese abogado es Jesucristo, de quien yo antes me burlaba y hasta rompí de la cólera una Biblia que una anciana de mi barrio me regaló y lo hice frente a ella, ahora puedo desear esa Biblia que ella me regaló.

Este pasaje no habla de no sentirse mal. Habla de que hay esperanza, esa que yo había perdido, todo por mis maldades, había hecho que mi conciencia se pusiera muy oxidada, que ya no me dijera nada, que no tuviera esa luz dentro de mi para evitar hacer lo malo.

Pero ahora veo, ahora que estoy encerrado mis ojos se han abierto y cuanto deseo decirle a muchos sobre esta experiencia y no se me es permitido por estar sin la libertad.

Adrian le dijo: pero Marcos, tú podrías escribir algo sobre ti y de esa forma estas cuatro paredes no podrían detenerte.

Tener acceso a una pluma aquí es muy difícil, talves a una hoja de papel, pero espero que todo lo que yo estoy viviendo pueda recordarlo un día y quizás así hacer un libro y ayudar a otros que están en mi misma posición de rebeldía, que eso no los llevará más allá de estas cuatro paredes.

En ese momento el guardia se acercó a ellos y les dijo: lo siento, la hora de visita se ha terminado.

Marcos le vio a Adrian y le dijo: ves, tu tiempo no es tu tiempo, solo debes obedecer, lo que pequeño no quise acatar ahora grande cuando más lleno de orgullo estoy es cuando más debo de obedecer y eso no es nada fácil para quien ha sido un rebelde por siempre.

Adrian te agradezco tu visita, otro día hablamos, salúdame a la people del barrio y diles que no se olviden de mi.

Adrian de alejó y vio como Marcos era escoltado detrás de aquella gran puerta de acero y su traje de color encendido, aunque no combinara con la persona, no era el mejor lugar para pedir gustos.

La libertad, es una palabra que expresa brazos abiertos, compartir con otros, una mirada al cielo de agradecimiento al creador, por dar algo tan especial, con un solo propósito: ver la Gloria de Dios y exaltarla ahora que puede ser aún experimentada.

Muchos no tienen temor de Dios peor de las autoridades, pero llegará el momento en que sus pensamientos distorsionados tendrán que reconocer que la autoridad es algo ineludible, es como el agua que no puede librarse del oxígeno para poder dar vida y poder vivir.

© Dr Mauricio Loredo

Deja un comentario