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En medio del Camino

Reflexiones Cristianas

¿Te ha pasado alguna vez que saliste de viaje, con un destino determinado y que por razones adversas, no pudiste llegar en el tiempo que suponías, y quedaste en espera a medio camino?

Aún recuerdo una oportunidad en mi juventud en donde pasó algo similar, salí rumbo a Puerto Barrios desde la ciudad capital un sábado en la mañana. Estaba en casa de mamá y el desayuno que se preparaba eran frijoles volteados, plátano frito, crema, queso y pan dulce con un delicioso café, un verdadero plato Chapin. La urgencia del viaje era tal que apenas tenía tiempo para llegar a mi destino que debería ser al medio día y por tal razón no pude disfrutar de ese especial desayuno al lado de mis hermanos y madre.

La distancia eran unos 265 km que aproximadamente serían unas 4 horas y treinta minutos. Entonces para llegar a tiempo debía marcharme en viaje directo desde las 7:00 a.m. Mi plan era llegar al medio día pero no contaba con un principio básico.

El tiempo no espera a nadie.

Salí con toda la convicción necesaria pues antes ya había realizado hazańas similares. Salí a la carretera principal a esperar el bus que me llevaría, pero cuál sería mi sorpresa, que no había bus a esa hora para esa dirección así que decidí tomar uno rumbo a Chiquimula y en lugar llamado cruce de agua blanca me baje de mi viaje original para ir hacia el puerto.

El hambre empezó a hacerse fuerte pero sabía que no podía gastar en comida pues todo me iba a servir para cumplir el propósito, llegar a tiempo para hacer una transacción financiera. Al notar que no habían buses empece a caminar, y a solicitar un jalón decimos en Guatemala que básicamente es un raite. Empecé mi aventura y en verdad era muy importante llegar a tiempo porque debía hacer un pago antes que cerraron al medio día la refinería de gasolina.

Poco a poco las horas pasaban y el tiempo se agotaba recuerdo que me baje varias veces para caminar de vehículo en los cuales me llevaron. Increíblemente llegue a las 12:05 p.m., y obviamente no me atendieron en ese momento me sentí frustrado porque no logre lo que me propuse, ahora tenía una nueva meta, regresar a Chiquimula donde me esperaban con el resultado de mi propia faena. Hasta este moment nadie sabía dónde yo estaba solo sabían que me había ido solo a este viaje, debo mencionar que tenía en ese entonces 15 años.

Ahora mi mayor problema es que el dinero que tenía no era suficiente para pagar transporte directo desde Puerto Barrios hasta Chiquimula. Y encima tenía mucha hambre no solo por el no haber comido nada desde la mañana sino también por el echo que entre raite y raite, siempre yo caminaba en la dirección de mi meta.

Fue entonces que tuve que decidir si me quedaba allí o emprendía mi camino hacia Chiquimula con el mínimo de dinero que tenia. Salí entonces hasta donde estaba la entrada principal a Puerto Barrios y allí venía un sacerdote y el tubo la amabilidad de llevarme unas cuantas millas pues si viaje era corto y me dejo hasta donde en ese entonces estaba la garita y unos túmulos (humps) y le agradecí por su ayuda. Luego empecé a caminar y a pedir el famoso jalón pero nadie se disponía a ayudar. No los culpo en ese tiempo estaba ya peligroso el andar dando jalón.

Entonces decidí parar un autobús que iba rumbo a la ciudad capital de Guatemala y pregunte hasta donde podrían llevarme con el dinero que tenía y el ayudante me dijo, con ese dinero creo que te alcanza para la entrada hacia Rio Dulce, eso apenas era tal vez el 25% de el viaje que tenía que hacer y decidí subirme.

Cuando ya llegamos a este lugar le rogué al ayudante que me llevara un poco más adelante y después de tanto insistir el accedió llevarme hasta la entrada hacia Playa Dorada. Allí repetí mi ruego pero esta vez fue infructuoso y me bajaron del autobús.

Para ese entonces ya eran las 5 de la tarde, el hambre había aumentado, el dinero había escaseado y la noche estaba llegando, la oscuridad empezó a anunciarse y con ella el temor entró en mi de encontrarme En medio del Camino.

Es la fe la certeza de lo que se espera. (Hebreos 11:1)

Entonces decidí caminar, si caminar hacia la dirección que creí podría llegar. Allí me encontré en medio del camino, sin recursos para regresar hacia mi destino.

Cuantas veces en la vida nos sentimos así, empezamos algo y no logramos lo que deseamos es entonces que nos embarga depresión, tristeza y soledad.

Los tres elementos que me abrazaron esa noche. Es ese sentimiento al estar en medio del camino, en el proceso de una experiencia, cambio o transformación. Imagino por momentos la angustia que ha de sentir el gusano en el capullo, ese momento donde ya no se es o se tiene lo que se tenía y no se puede volver atrás y tampoco se es lo que se desea o se tiene lo que se anhela. Hay tres cosas en que pensar que tal vez ayudan mientras se está en medio del camino y estás son cosas que el pueblo de Israel experimento en el desierto que para ellos eso era en medio del camino.

1. Los egipcios que antes veían no los verán jamás.

Muchas veces el pasado está presente y aunque los egipcios caminaban hacia su nuevo destino, un lugar mucho mejor donde tendrían libertad, paz y gozo en medio del camino deseaban volver, añoraban lo acostumbrado, aunque era doloroso sus almas estaban viciadas a la esclavitud y no podían ejercitar lo que Dios les había mandado, hagan fiesta.

Aquella tarde aunque no me daba cuenta había algo que celebrar, había emprendido una aventura que me dejaría una gran enseñanza para la vida: Nunca aceptes quedarte donde te dejaron, avanza con fe, porque adelante hay algo diferente que experimentar.

Cuando más oscuro se hacía más mi corazón temblaba y mi confianza en mi mismo desaparecía. Fue entonces que una luz surgió en mi corazón y clame a Dios con gritos literales en medio de la carretera ya había caminado 5 millas y me había alejado de la población y ahora estaba solo en medio del camino.

2. En medio del camino hay nuevos recursos.

El pueblo de Israel estaba acostumbrado a el ajo, pescado, especies egipcias que alegraban sus almas, ahora tendrían que aceptar que su alimento era maná, que quiere decir: ¿qué es esto? Es importante entender que lo que era importante ya no lo es, lo que era necesario de pronto se termino y es en verdad que se revela la verdadera necesidad, el hambre. Muchas veces confundimos hambre con antojo o incluso con sed. Comían pan desabrido o con sabor diferente. Ahora tendrían que aceptar su nuevo recurso.

Aquella noche ya cuando no pasaba nadie de pronto un pickup apareció, un carro que llevaba bananos verdes y a la distancia paro para llevarme. Corrí hacia el con mucha alegría, en ese instante no pensaba en nada más que en el vehículo que me llevaría. Aquel hombre me explicó que iba hacia la capital y que me dejaría a medio camino de mi destino, eso ya era bastante y pensé ya me falta menos.

Mientras íbamos avanzando de pronto el dijo que en verdad no iba a la capital sino que hacía El Salvador y que en su camino pasaría por Chiquimula y que me pasaría dejando en el parque, y yo vivía a dos cuadras de allí. En ese momento descanse de mi angustia por una sola razón que me lleva al tercer punto.

3. La esperanza de algo mejor por llegar.

Aunque no habíamos llegado ya tenía paz, porque aquel hombre me prometió lo que mi alma deseaba, paz. Esa era la misma promesa para los israelitas, una tierra donde fluye leche y miel que en verdad es paz y gozo. Aunque aún tenía hambre el gozo de saber que iba en camino hacia mi destino me hizo diminuir mi dificultad.

Al seguir avanzando aquel hombre me pregunto qué si tenía hambre yo, lo cual le confirme e inmediatamente se detuvo en unos comedores al lado del camino y allí me invito a comer, frijol frito, platanos, huevo, crema y queso, café y pan, exactamente lo que iba a comer en la mañana pero por la urgencia del viaje no pude hacerlo pero ahora lo disfrutaba en medio del camino.

Puede ser que hoy mismo té sientas en medio del camino, recuerda estás tres cosas:

  1. Lo que ya pasó quedo atrás.
  2. Acepta tus recursos aunque no tenga sentido.
  3. Aférrate a la esperanza de algo mejor.

La esperanza es el viento que levanta nuestro corazón y nos lleva en imaginación hacia lo que deseamos y si persistimos lo lograremos si Dios nos permite la vida. Dios te bendiga.

© Diego Marroquin. Todos los derechos reservados.

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