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Nunca les hablé de Dios

Reflexiones Cristianas

Reflexiones Cristianas.. Lectura Biblica: Romanos 10:9 “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”.

¿Cuántas veces hemos convivido con personas o amigos que después de un tiempo de conocerlos nunca mencionaron que eran cristianos y lo más triste fue ver que su comportamiento nunca fue de una persona que realmente conociera a Cristo?

En la Biblia, encontramos en Mateo 13 en la Parábola del sembrador, cómo Dios da una explicación clara de lo que sucede con las personas (semillas) que son sembradas con el evangelio y realizan una oración de fe.

  • -La semilla que cae junto al camino, vienen las aves y se la comen.
  • -La semilla que cae en los pedregales, su raíz brota pronto y cuando sale el sol, se quema y seca por no tener raíz profunda.
  • -La semilla que cae entre espinos y cuando éstos crecieron, la ahogan.
  • -La semilla que cae en buena tierra y da fruto.

Ahora entendemos lo que Dios nos dice en Mateo 7:21 de que sólo los que hacen su voluntad entrarán en el reino de los cielos. El creyente tiene una responsabilidad y un testimonio que cuidar (Hechos 20:24) y compartir el evangelio de la gracia de Dios (Romanos 10:9).

¿Cuál semilla somos? La única semilla que realmente oye y entiende la Palabra y da fruto, es aquella que cae en buena tierra, aquella que entrega genuinamente su vida a Cristo, reconoce sus pecados y pide a Cristo que limpie su corazón y lo transforme en una nueva creatura para su gloria (Mateo 10:32) (2 Corintios 5:17).

En una ocasión conocí en un trabajo a una chica llamada Betsy que su comportamiento era de intriga, mentira y se complacía con algunas actitudes que no son agradables a Dios, lo más impactante es que sus compañeras de trabajo (que aún no conocían a Dios) expresaban que ella se decía ser cristiana y que ponía en sus redes sociales amar a Dios.

Pero lo más triste es que la llamaban hipócrita porque sus hechos gritaban maldad.  Betsy nunca estuvo consciente de que ella era de tropiezo para los que aún no venían a los pies de Cristo, al no ser congruente con lo que decía y hacía (Mateo 18:7).

Otro caso es de un chico muy bueno y sociable llamado Jimmy, pero a causa de una complicación médica un día falleció.  En el día de su entierro se ofreció un servicio donde se mencionó que Jimmy era cristiano y que amaba al Señor.

Sus compañeros de trabajo y conocidos se sorprendieron al saber de que él era cristiano, porque nunca se los mencionó.  Jimmy era un cristiano en secreto, nunca les habló a sus amigos de Cristo y de que había un infierno; y algunos de ellos murieron sin saber de la verdad.  Jimmy no tuvo el valor para hablarles de Jesús (Romanos 1:16) y ahora cada uno dará cuentas en el día del juicio. Nunca les advirtió ni les regaló algún folleto del Plan de Salvación.

Una palabra, un folleto, un versículo pueden cambiar la vida de una persona y lo más importante, puede cambiar su eternidad (Juan 14:6) (Efesios 2: 8-9).

La gracia de Dios es tan grande que cuando le expresamos a alguien el evangelio de Cristo o le decimos que Cristo lo ama, las personas lo reciben con mucho gusto y en ocasiones hasta con una sonrisa.

Llegan a expresar su agradecimiento y a mencionar que eso era lo que necesitan escuchar en ese momento, algunas otras mencionan que sus familiares son cristianos pero que ellos no, sin embargo, podemos ser testigos de cómo Dios llama a su puerta en respuesta a las oraciones que hay detrás de esa persona para que sea salva.

No impidamos que otras personas conozcan la única verdad que es Jesucristo, porque tú puedes ser parte del testimonio personal de esa persona y que tome la decisión más importante para toda su eternidad.

Quitemos el miedo o vergüenza de entre nosotros para compartir del evangelio, no seamos de tropiezo, pidamos a Dios sabiduría, recordemos que nunca iremos solos, Dios nos dará las palabras, palabras vivas que fueron hechas realidad en nuestra vida cuando Él nos transformó (Jeremías 1:6-7).

¿Tienes amor por las almas?

© Hilda Hernández. Todos los derechos reservados.

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