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No preguntes ¿por qué?

Reflexiones Cristianas

Reflexiones Cristianas.. Lectura Biblica: Lucas 1:38

INTRODUCCIÓN

Después de que el Ángel Gabriel le entregó a María el mensaje de Dios, María responde con fe, con confianza y con abandono a su voluntad. Esa voluntad que la mayoría de las veces es incomprensible. Pero María no condiciona su confianza; no dice: sí comprendo, sé lo que Dios quiere de mí y por esa razón confío y me abandono y me hago sierva del Señor.

¿POR QUÉ SIEMPRE PREGUNTAMOS “POR QUÉ”?

La voluntad de Dios es particularmente incomprensible cuando el dolor llama a nuestra puerta por medio de la enfermedad o la partida de un ser querido. En esos momentos nos asalta la pregunta “¿Por qué?” Como si al recibir una razón el dolor se desvaneciera.

Preguntamos “por qué”, porque no entendemos, pero también porque nos duele. Somos racionales y queremos tener una razón para sobrellevar las cargas cotidianas: una enfermedad, las dificultades económicas, la dificultad del trabajo, los conflictos en la familia… Queremos que alguien nos explique “por qué”.

Pero en el fondo, no queremos una razón, no estamos buscando una explicación científica de por qué mi hermano o mi madre están luchando contra el cáncer, no nos interesa una razón científica de por qué murió nuestro amigo o nuestro pariente.

Una razón sólo alimenta al cerebro, pero no alivia el dolor del corazón.

Las razones de Dios, la voluntad de Dios, los designios de Dios superan de forma infinita nuestra capacidad intelectual. Así que, preguntar ¿por qué?, nos sale de forma espontánea del corazón, pero no es lo que buscamos ante el dolor o las dificultades.

Nuestro pequeño cerebro siempre quedará atónito y sin palabras ante el dolor. La explicación científica es sólo una razón fría que nos deja igual de vacíos ante los designios de Dios.

Cuando nos encontramos con una prueba incomprensible, cuando el dolor llega a nuestra vida, cuando la misión de llevar a Dios a los hombres nos parece desproporcionada a nuestras posibilidades, lo único que nos queda es la fe y la confianza de Dios que no puede engañarse ni engañarnos.

Por la confianza en Dios debemos convencernos de que nunca seremos probados por encima de nuestras fuerzas. Aunque el obstáculo parezca imposible de superar; aunque la misión que Dios nos da en la vida nos parezca que está por encima de nuestras posibilidades.

Aunque el dolor de perder a un ser querido parezca que le quita el sentido a la vida; aunque el tedio y el agobio del trabajo monótono y cotidiano del hogar, de la oficina o de la obra, nos hagan sentir “atrapados”, siempre tiene que vencer en nosotros la confianza en Dios: nunca nos probará por encima de nuestras fuerzas.

Como dice el Apóstol: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también  juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Corintios 10:13)

CONCLUSIÓN

María tiene la respuesta correcta ante la misión de Dios. Ella sólo dice: “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra” (Lucas 1: 38). Ella no pregunta “¿por qué?”

Ella se humilla ante Dios y nos dice cómo debemos sobrellevar las pruebas: Sólo confía en su infinita sabiduría, sólo abandónate en sus manos, sólo piensa que no podrías estar en mejores manos, sólo piensa que Él creó todo el mundo de la nada, con sólo el poder de su Palabra. Y dile como María: “He aquí el siervo del Señor, hágase conmigo conforme a tu palabra”.

© Miguel Angel Prado. Todos los derechos reservados.

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