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Una ciudad sin enfermedad

Reflexiones Cristianas

Prédica de Hoy: Una ciudad sin enfermedad

Reflexiones Cristianas Texto Bíblico: Santiago 3

Introducción

José, quien había sido afectado por la temible enfermedad del siglo 21, yacía recostado en la hamaca de su patio, muy sonriente. Hacia cuatro meses que habían dejado el confinamiento en su ciudad, pero recordaba el día donde comprar en su pueblo había sido una odisea en medio de aquella fiebre con escalofríos. El medico se acercó a él mientras compraba en el mercado aquellas cebollas rojas con el jengibre.

El médico le observó y le dijo en ese momento: no le veo tan bien de salud joven. Pero José no contestó una palabra, ya que su ronquera o disfonía sería muy notoria en su respuesta, por lo que solo se limitó a asentir mientras miraba de reojo al médico quien tenía su consultorio contiguo al campo de fútbol.

Oiga, veo que le gusta el jengibre volvió el médico a decir y José asintió de nuevo; el médico le dijo: esa raíz es muy buena, es muy buena para los problemas de las vías respiratorias y el sistema inmunitario en forma de infusión o té, pero debe llevar el ingrediente importante de la miel, para poder hacer el efecto anti bacteriano también.

El médico puso la mano sobre el hombro de José y expresó: mire cuando Ud. venga al mercado, no se olvide de las legumbres y si puede comer semillas o nueces hágalo para alimentar el cerebro y despejar el colon de cualquier impureza, pues las personas que retienen mucho en sus intestinos, también se verán afectadas de ese órgano tan importante, así que mi estimado, ¿como es su nombre?

José en ese momento carraspeó para poder aclarar su voz, y luego mientras trató de aclarar la garganta de la flema que le estaba estorbando un poco y el médico le dijo: no se altere, solo escríbalo aquí. José sintió un gran alivio y escribió en la pantalla del teléfono: José Marco.

Bueno José Marco, dijo el galeno, me alegra conocerle y si me necesita por su garganta y no le mejora esta toma, entonces me puede buscar, allí le ayudaremos también. Hay muchas personas enfermas y muy enfermas del corazón porque se han dedicado a juzgar y criticar a sus prójimos y no hay peor enfermedad que esa ya que puede asesinar más que la misma enfermedad del siglo. Pero el ayudar y colaborar contra ese mal, ahuyenta la enfermedad o cualquiera que sea, la unión hace la fuerza, la separación las extingue a esas fuerzas.

En ese preciso momento la locataria quien le vendía a José le preguntó: Dr Miguel, y usted ¿qué dice de acercarse a los enfermos de ese terrible mal? Pues nadie quiere contaminarse. Doña Petronila, hay algo malo que estamos haciendo y eso ha hecho que todo haya empeorado. José y Doña Petronila quedaron con los ojos clavados en el galeno y esperando que más diría sobre ese comentario.

El galeno prosiguió, le dire esto tan sencillo, las enfermedades son de manejo privado, o sea entre el enfermo y el médico, una vez que un tercero que sabe y lo publica o el mismo médico lo publica a los cuatro vientos, entonces las enfermedades se vuelven más agresivas y las personas pueden ser motivadas a tirar más leña al fuego.

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