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El Reino: ¿Nueva concepción?

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Predicas cristianas predica de hoy: El Reino de Dios: ¿Nueva concepción?

Predica cristiana lectura bíblica de hoy: “…Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos…” Mateo 5:3

Introducción 

En los círculos Evangélicos, ha venido escuchándose cada vez con mayor énfasis el término de Reino. Muchos en su afán por proclamarse como descubridores de esta nueva era, se han querido adjudicar su autoría, por lo que me ha parecido necesario tocar este tema aunque sea sucintamente, de manera que podamos recibir revelación al respecto.

Lo que ha venido ocurriendo

No estaré aportando nada nuevo si digo que desde la misma caída el interés más perseguido por el diablo, ha sido el de hacer creer que por el solo hecho de ser el hombre la creación inteligente de Dios (note que esta es una cualidad que Dios comparte con el hombre), le asiste el derecho de poderse abrogar títulos y aplausos que solo corresponden al hacedor.

Es así como en ocasiones oímos aseveraciones como estas, “él es el Rey de la música cristiana”, “fulano es el mejor como predicador”, o en el mejor de los casos oír expresiones como estas “en realidad ese hombre es una estrella”. No niego que existan personas a las que Dios usa, que realicen con excelencia lo que hacen para el Señor y que merezcan nuestro reconocimiento, pero el Rey, el mejor, la estrella y el que merece toda la gloria no puede ser la herramienta sino aquel que la usa con destreza.

El martillo es una herramienta que a pesar de los adelantos tecnológicos, ninguna industria de producción de muebles en cadena podría darse el lujo de desechar, pero el martillo como herramienta alcanzará su verdadero valor cuando una mano diestra en su uso, la guíe en lo que hace. Por tanto, podemos acuñar como cierta la frase que oí de alguien que no recuerdo, y que reza así:”No son los hombre de Dios los grandes, sino el Dios de los hombres”

Generación tras generación, los predicadores de la palabra de Dios han tenido en Charles Spurgeon, un ejemplo de hombre al que Dios usó y que ha dejado todo un legado de valiosas enseñanzas para todos aquellos que se dedican a la predicación de la palabra de Dios.

Muchos de los bosquejos de sus sermones y sermones completos, son estudiados por los predicadores de hoy, y no dudo que los de mañana también los usarán como ejemplos de mensajes Cristo céntricos, y de un nivel de profundidad propios de quien fuera un maestro en este difícil arte.

Sin embargo, cosa curiosa a este hombre de Dios la historia lo reconoce como “el príncipe de los predicadores”, no se le aplica el apelativo del Rey. Me parece estar viendo repetirse la historia del Edén, cuando el enemigo de las almas, tipificado por la serpiente le dijo a Eva: Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; Sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Gén 3:4-5.

Las Evas y los Adanes de hoy, en lo único que difieren de los de ayer, esta dado por el hecho de que no se visten de pieles, sino con ostentosos trajes y vistosas corbatas que les hacen ganar el apelativo de “Ministros”, pero la frase que taladra sus oídos, como ayer sigue siendo la misma…seréis como dioses.

El Nuevo Diccionario Bíblico se expresa en estos términos en relación al reino de Dios:

El concepto de Dios como rey estaba bien asentado en la mentalidad hebrea. Israel era una teocracia. Cuando se le propuso el reino a Gedeón, éste contestó: “No seré señor sobre vosotros… Jehová señoreará sobre vosotros” (Jue. 8:23).

Más tarde, Dios dio su aprobación para la instauración del reino de Israel, e hizo también grandes promesas a David, pero éste llamaba a Dios su rey (“Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío” (Sal 5:2) Después del exilio, la esperanza de Israel se centraba en la restauración del reino.

Los profetas anunciaban: “Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces” (Is. 11:1). De manera que se esperaba la llegada del Mesías para inaugurar una época en la cual volvería la gloria del reino israelita. En aquel día, la “hija de Sion” se regocijará, porque se le dirá: “Jehová es Rey de Israel en medio de ti” (Sof. 3:15). La esperanza, entonces, incluía el reinado de Dios (“Y Jehová será rey sobre toda la tierra” [Zac. 14:9]). Al mismo tiempo, el Mesías que Dios prometió a Israel había de ser, precisamente, un rey (Jer. 23:5?).

No se le parece a alguien este Rey, porque a mí sin mucho esfuerzo me revela a aquel de quien las escrituras dicen: Porque de Él, y por Él, y para Él, son todas las cosas. A Él sea la gloria por los siglos. Amén. (Ro 11:36). Pretender apropiarnos de la gloria que solo pertenece a Él, solo puede ser la obra de sietemesinos espirituales que aún no han entendido que Jesús Reina más allá de lo que la mente humana pueda percibir.

Esta y no otra ha sido la razón por la cual un remanente fiel, que ha existido en todas las generaciones, se ha sentido movido no a darle a Dios el lugar que se merece sino a proclamar como proclamaron otros en su tiempo su absoluto reinado.

Por todo ello, sería bueno retomar el modo de vida de la Iglesia que naciera en Pentecostés, la cual, tal como ya no habíamos referido en los capítulos iniciales de este libro, tenía en Jesús la razón misma de su existencia, y el punto al que se hallaban destinados todos sus esfuerzos por considerarle el Rey y Señor sus vidas.

Campanas que dan sonido incierto

La historia recoge la vida de muchos hombres de Dios, que han saltado del anonimato al reconocimiento, por cuanto dedicaron sus vidas al enaltecimiento del Reino de Dios en medio de un mundo que ha visto desvirtuarse los más puros principios cristianos, sería una lista interminable y no me gustaría involuntariamente olvidar a ninguno.

Pero lo que sí me gustaría puntualizar, es que desde el primer mártir de la Iglesia (Esteban), lo que les ha dado un sitial de honor en la historia, no es lo que han realizado en vida, sino como glorificaron al Señor en todo lo que emprendían sin buscar aplausos.

Nosotros, como seres inteligentes (Reconozco que a veces no lo creo mucho), somos dados a valorar las cosas de acuerdo a un patrón externo, lo que nos lleva en reiteradas ocasiones a confundir conceptos teológicos importantes, que deberíamos tener a la mano a la hora de valorar la aptitud o no de cualquiera para el Ministerio.

Confieso que uno de estos conceptos a tener en cuenta aunque no es el único, pero si lo considero el más importante, es el referente a si esa persona tiene o no fruto. (Alfonso Lokward. Nuevo Diccionario Bíblico. Editorial UNILIT. Página 877)

¿Qué es el fruto en un cristiano?

En su libro Secretos de la Vid, el Dr Bruce Wilkinson el fundador de caminata Bíblica, una organización internacional dedicada a proporcionar lo mejor en enseñanzas, instrumentos y adiestramiento Bíblicos, se expresa con relación a lo que venimos abordando de la manera siguiente:

En la práctica el fruto representa las buenas obras: un pensamiento, una actitud o una acción nuestra que Dios valora, porque lo glorifica a Él. El fruto de su vida es la forma en que Dios recibe en la tierra el honor que le es debido. Por eso Jesús declara: “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto” Jn 15:8

Usted lleva fruto interno cuando le permite a Dios que alimente en usted una calidad de vida nueva que lo asemeja a Cristo: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz. Paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza”? Gal 5:22

¿Secretos de la Vid. Bruce Wilkinson. Edit UNILIT. Año 2001. Página 21 Párrafos primero y segundo.

Lo que en la práctica ha venido ocurriendo, tiene que ver con una falsa interpretación que hemos venido haciendo de lo que en realidad es el fruto, al considerarlo como la capacidad de emprender proyectos para el Señor, aún cuando esa capacidad solo persiga reconocimiento y protagonismo.

Es que aún queda un velo que no ha sido descubierto ante nuestros ojos, que no nos permite relacionar el fruto con el conocimiento de Dios, no solo como un salvador, sino como un Rey del que dijera el Apóstol Juan en el libro de Apocalipsis:

Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos; y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra. Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos. Apoc 5:7-14

Dios ha puesto dentro en nosotros la semilla de su Hijo, corresponde a nosotros el que esa semilla germine, crezca y se desarrolle. Solo en la medida en que nos decidamos a morir, aumentará el fruto que demos, con lo cual lo estaremos glorificando como el Rey de todo y de todos. Cristo desea ser formado en nosotros, tenemos una doble opción: lo dejamos crecer para que pueda ser visto como Rey o ponemos nuestros intereses por delante de los de Él.

¿A cual Reino?

El Rey Prusia, al visitar una escuela rural, cuando los niños habían dicho que toda cosa pertenece a uno de los tres reinos: mineral, vegetal o animal, les preguntó:

—Y yo, ¿a cuál reino pertenezco?

Los niños no hallaban cómo contestar a esta pregunta; pero una graciosa niña resolvió la dificultad contestando:
—Vos pertenecéis al reino de Dios.

El rey quedó muy contento con la viveza de la niña y profundamente emocionado por la verdad que ella había expresado? (500 ilustraciones. Alfredo Lerin. Edit Casa Bautista de publicaciones. Año 2000. Ilustración # 30.)

Hay en la respuesta que diera esta niña, una tremenda enseñanza para todos aquellos que aún no han entendido lo que hasta aquí hemos querido explicar, y es que el Reino y su Rey, se hallan por encima de todo esfuerzo, fama, reconocimiento, grandilocuencia, aptitud, dones y todo aquello que el hombre pueda exhibir de la misma manera que un pavo real exhibe su plumaje. Si alguna duda quedara al respecto, ahí nos quedan las escrituras como un brillante reflejo de que Él siempre ha de tener la preeminencia:

Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación Porque en Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de Él y para Él. Y Él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en Él subsisten; y Él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, Él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia. Col 1:15-19

No quiero terminar, sin antes hacer un llamado a la verdadera humildad desde lo más profundo de mi corazón, a todos aquellos que pretenden merecer su entrada a la alcoba nupcial que el Rey ha preparado para sus fieles, mostrando a la manera del Pavo Real su etérea hermosura. El orgullo, la soberbia, la altivez y la altanería, han de ser rechazados de manera enérgica por aquellos que ansían tener derecho al altar de bodas.

© Francisco Medina. Todos los derechos reservados.

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