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El ministerio de oración de todo cristiano

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Predicas cristianas predica de hoy: Ministerio de Oración

Predica Cristiana Texto: Marcos 11:24

Introducción

Es bien cierto que para mucha gente la oración es una carga enorme. Esto sucede porque muchos no han comprendido la esencia y el propósito de la oración. Dios no estableció la oración para que se nos tornara en un problema, sino como una herramienta para que saliéramos de los problemas. Pero la oración va mucho más allá que una simple petición.

Hay quienes la consideran innecesaria e irrelevante porque arguyen que Dios de todas maneras hará lo que quiere oremos nosotros o no, y se preguntan: ¿Si vale la pena orar? ¿Por qué muchas veces oramos y no se ven los resultados? ¿Es realmente funcionable la oración?.

Por otro lado, hay quienes queriendo orar no saben cómo hacerlo. Y Para que usted entienda la razón de ser de la oración, permítame compartirle las siguientes verdades que yo entendí con respecto a porqué orar y cómo esto le podrá ayudar a salir del “atolladero espiritual” en el que tal vez usted se encuentre como yo me encontraba.

I. SINGULARIDAD E IMPORTANCIA DE LA ORACIÓN

Durante mucho tiempo yo luché contra la indiferencia de mi naturaleza hacia la oración. Me daba la impresión que en ocasiones era como innecesario orar. Me preguntaba: ¿Para qué orar, si al fin y al cabo Dios lo sabe todo y hará que su voluntad prevalezca?

Pero un día el Señor me hizo comprender la singularidad que tiene la oración desde la perspectiva divina y todo lo que yo había preconcebido, se derrumbó. Asimile usted las siguientes declaraciones y se asombrará al darse cuenta que su falta de oración es lo peor que le haya podido pasar por ignorar lo que ello implica.

Un Dios de propósitos

Todo lo que Dios hace tiene un motivo, una razón de ser, pues él es un Dios de propósitos.

Jehová de los ejércitos juró diciendo: Ciertamente se hará de la manera que lo he pensado, y será confirmado como lo he determinado” (Isaías 14:24). También el salmista declaró: “El consejo de Jehová permanecerá para siempre; los pensamientos de su corazón por todas las generaciones” (Salmos 33:11). En este propósito de Dios, la humanidad fue incluida desde su misma creación: “…Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza…” (Génesis 1:26).

Compañerismo con Dios

El papel del hombre dentro de este propósito era reflejar la naturaleza de Dios y tener compañerismo con él:

Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza” (Génesis 1:26).

Dios quiso que nosotros reflejáramos su naturaleza y carácter moral. Esta es nuestra esencia de ser. Su propósito fue establecer una relación recíproca de amor dado que comparte con su creación su misma esencia.

El siempre he deseado que se le reconozca como el Padre y fuente de amor que es: “¿No es él tu padre que te creó? El te hizo y te estableció” (Deuteronomio 32:6). David había captado este sentir al escribir: “Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen” (Salmos 103:13).

La única manera de lograr tal cometido, es estableciendo una relación personal con él mediante la oración. Este es el máximo significado de nuestra vida.

Representamos a Dios

Al momento de crearnos, Dios impartió de su mando y señorío al hombre para que éste le representará:

Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree (que tenga dominio) en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra y en todo animal que se arrastra sobre la tierra” (Génesis 1:26, paréntesis mío).

El móvil que hizo posible dicha autoridad fue el amor. Dios quería que la criatura que él había hecho compartiera esta responsabilidad con él. El hombre ejercería su autoridad en la tierra sobre todo lo creado para su propio beneficio.

Grado de autoridad

Este grado de autoridad abarca tanto lo físico como lo espiritual:

La tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar” (Isaías 11:9). Lo que Dios buscaba era que así como él gobierna en el cielo invisible, el hombre gobernara en el plano físico y terrenal, en donde esparciera a toda criatura la naturaleza y el carácter de Dios. El hombre sería el “dios” de este siglo en el sentido de mando y autoridad, no en deidad.

La oración

La oración es entonces la expresión de nuestra unidad con Dios y la afirmación de su participación en sus propósitos para con la humanidad:

“Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día…” (Génesis 3:8ª). ¡Qué comunión la del hombre con su creador! No obstante a su desobediencia, la humanidad está llamada a participar de esta comunión, y en Jesucristo, Dios busca restaurar ésta relación fisurada por el pecado: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:20).

La oración es una obligación

Ahí es donde la oración no es una opción, sino una obligación para el cabal cumplimiento del propósito de Dios con la humanidad:

“Venga tu reino; sea hecha tu voluntad en el cielo, como también en la tierra” (Mateo 6:10). Dios no puede imponer su voluntad si antes no cuenta con un aliado en la tierra que se lo pida. La oración es el canal que Dios usa para llevar a cabo el cumplimiento de sus propósitos revelados en su Palabra.

La oración no busca convencer a Dios de que haga su voluntad, sino permitirle a él el ejercicio de su voluntad desde una comunión que sabe y reconoce todo lo bueno que Dios quiere para el mundo. Por este medio Dios puede intervenir con sanidad, liberación, provisión, salvación y poder en bien de los habitantes de la tierra.

La oración faculta a Dios para el ejercicio de su perfecta voluntad. Apelamos aquí a lo dicho por Juan Wesley: “Dios no hará nada si no es en respuesta a una oración”. Cristiano que no ora impide que el cielo haga lo suyo. Cuando el corazón se enmudece, el cielo se torna sordo.

La comprensión y asimilación de estas verdades, nos sacarán de la desidia y la indiferencia hacia la oración. No orar es impedirle a Dios que lleve a feliz términos la realización sus buenos deseos de bendición y libertad para la humanidad.

II. COMO ORAR

Si usted analiza a fondo las anteriores afirmaciones, se dará cuenta que lo peor que le puede pasar a un cristiano es dejar de orar. Cuando un cristiano no ora, está maniatando el poder que Dios pudiera desplegar en bien de quienes lo puedan estar necesitando. No orar es una gran calamidad de proporciones inmensas.

A continuación le presento un modelo que bien pudiera servirle para una mejor vida de oración:

a. Comience su oración con adoración y alabanza.

Adore a Dios por lo que él es como persona, por sus atributos y cualidades que lo hacen digno de toda adoración. La adoración nace cuando se ha comprendido la grandeza, la majestad y bondad del Señor. En el lenguaje bíblico adorar es “Caer de rodillas ante alguien hasta besarle los pies” y es así como Dios espera que nuestra adoración le honre.

b. Confiese ante Dios todo aquello que pudiera interrumpir su comunión con el Señor.

Cuando esté orando pase del plano de la adoración al de la confesión, y busque limpieza y perdón por la preciosa sangre de Jesús. Confiese sus faltas, las de su familia y las de otros para que experimenten el perdón del Señor (Proverbios 28:13; 1 de Juan 1:9).

c. Interceda delante de Dios por lo que Dios ponga en su corazón.

Este tercer paso es fundamental. Un intercesor es alguien que se pone en el medio entre Dios y los hombres buscando el favor del Señor sobre las personas por las que ora (Ezequiel 22:30).

d. Libre una ardua guerra espiritual.

Cuando ore diríjase a los poderes demoníacos que deambulan en los aires y que poseen a ciertas personas para que se opongan al plan de Dios de bendecir a la humanidad. Ate los espíritus de ruina, pobreza y miseria que esclavizan y destruyen familias e individuos. Recuerde que el diablo y sus demonios son un ejército de bandoleros cósmicos derrotados por Jesús con su muerte en el calvario (Colosenses 2:13-15).

e. Termine su oración con profunda gratitud y acción de gracias.

    Este es como el aterrizaje. Usted se mantuvo en un arduo combate y ahora aterriza en el plano de la gratitud por lo vivido y la respuesta que Dios le dará a sus peticiones.

    Conclusión

    Este es un bosquejo de lo que pudiera ser su vida de oración. En un estudio posterior ampliaré cada uno de estos tópicos. Que Dios le bendiga grandemente.

    © Héctor Favio Ortega. Todos los derechos reservados.

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