Dios tiene un Plan

El día que los espías tuvieron que salir de Jericó y regresar a Sitim en donde los esperaba Josué y el pueblo, los espías cerraron el acuerdo con Rahab, al decirle que ella debe colocar en la misma ventana por donde ellos salieron un cordón escarlata (rojo) como señal de que todos y todo lo que esté en ese lugar no sean tocados por los conquistadores israelitas (verss. 16-18).

Pero si alguien sale de la casa protegida por el cordón escarlata, los espías no se hacen responsables por la vida de aquellos (vers. 19). La mujer estuvo de acuerdo, los espías se marcharon y Rahab inmediatamente coloco en la ventana el cordón escarlata, solo quedaba esperar.

Una vez que hemos decidido confiar en Dios y su voluntad, debemos dar un paso hacia adelante y es pactar con Dios, Dios es un Dios de pactos, un Dios de acuerdos y compromisos. El cordón rojo era la señal de que Dios tendría misericordia y que daría una bendición especial a esas personas.

Actualmente esto no ha cambiado, y aunque no necesitamos cordones rojos en las ventanas o sangre en los marcos de las puertas si necesitamos de una señal en el corazón que no identifique como merecedores de su bondad.

Jesús, el Cristo cumple ahora con esa función, su presencia en nuestros corazones es el nuevo cordón escarlata que simbólicamente nos identifica como beneficiarios de su bondad por siempre. Y así como Rahab fue y coloco el cordón, nosotros debemos pedirle a Jesús que coloque en nosotros su sacrificio en la cruz y nos dé salvación y vida eterna.

Ese es el plan de Dios para nosotros, Él quiere estar con nosotros y que nosotros estemos en estrecha comunión con Él, hoy y por la eternidad. Pero para poder disfrutar de esa bondad, debemos pedirle a Jesús que venga a tomar posesión de nosotros y sellarnos con su sangre para que cuando venga el final de los tiempos podamos ir a vivir con Dios en el cielo por siempre.

La historia nos dice que el pueblo de Israel entró a Jericó y en una dos por tres la invadió, destruyéndolo todo; respetando solamente una vivienda, aquella que en su ventana ondeaba un cordón color escarlata y que señalaba que los que allí vivían debían ser tratados con bondad.

Así fue, una vez terminada la conquista, Josué mando traer a Rahab y su familia y les invitó a vivir entre ellos, el pueblo de Dios, cumpliendo así el anhelo del corazón de Rahab, ser parte de las promesas y las bendiciones de Dios, y todo por haber pactado con Dios a través de los espías.

Desafío

Rahab decidió aceptar el plan de Dios para su vida. A Dios no les importó su historia, injustamente se le sigue identificando como la ramera, pero ya no debiera ser así, pues a nadie le gusta que siempre se haga alusión a nuestra antigua forma de vida.

Rahab hallo propósito a su vida cuando acepto el plan que Dios tenía para ella. Viviendo ya entre los israelitas Rahab se enamoró de un príncipe de la tribu de Judá, llamado Salmón, hay quienes piensan que éste fue uno de los dos espías y desde allí había nacido el amor entre ellos.

Cierto o no, la verdad es que Rahab vino a ser la mujer de Salmón y ambos engendraron a Bozz quien ya adulto se casa con Rut la moabita y a su vez paren a Isaí quien sería padre del Rey David en Israel; pero más aún Rahab vendría a ser parte de la línea genealógica de Jesús (Lucas 3:23-38; Mateo 1: 1-17).

Como podemos darnos cuenta Dios tiene un plan para cada uno de nosotros; ¿Quieres integrarte al plan de Dios para el mundo? No importa tu historia, solamente decídete a creer en Él y a pactar con Él, y Dios hará todo lo demás, los cambios, los ajustes, lo que se necesita, tú solamente ten disposición en el poderoso Jesús y Él hará

© Gerardo González Cruz. Todos los derechos reservados.

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