Sin embargo para Dios no hay nada imposible. Dios le ama, y Él desea para usted lo mejor, y lo mejor es que podamos ser cambiados totalmente a la imagen de su hijo Jesús. Ese es su deseo para usted, para mi, para todo aquel que le conoce; su palabra dice: “Porque a los que antes conoció, también los predestino para que fueran hechos conforme a la imagen de su Hijo…” (Romanos 8: 29) ¿No es eso algo pretencioso pensar así? No, esa es su voluntad; que sus hijos seamos como nuestro hermano mayor: Jesucristo.
Usted dirá ¡¡Pero eso es imposible!! Nadie podría por más que se esfuerce llegar siquiera a los talones de Jesús. Desde luego que no, nadie podría igualar al Rey de reyes y Señor de señores; pero no estoy hablando que esto deba hacerse humanamente, sino bajo la ayuda, la asistencia poderosa del Espíritu Santo de Dios.
Él desea que seamos discípulos fieles de Cristo y para ello nos da tres pasos efectivos, que si los ponemos por obra con seguridad veremos en nuestras vidas una nueva identidad, un cambio evidente, una trasformación palpable; algo que ningún trasplante podría hacer posible. Pablo escribe a las iglesias de la provincia de Efeso, iglesias nacidas con personas de trasfondo pagado, que a pesar de haber creído en Cristo para salvación, aún manifestaban en sus vidas actitudes carnales y pecaminosas que requerían de un cambio radical, de una transformación poderosa de parte de Dios.
Hoy igual que ayer, estas instrucciones siguen igualmente vigentes para nosotros. Adentrémonos pues a estas palabras y analicemos estos tres sencillos pero poderos pasos para ser cambiados de identidad.
I. Cambiamos de identidad cuando abandonamos antiguas formas de actuar (vers. 22)
“…despojaos del viejo hombre…”
Antes de entrar en materia, permítanme establecer una clara premisa: Cambiar de identidad no es algo con lo que un buen día amanecemos; es el fruto de la presencia activa de Dios en nosotros y de nuestra cooperación y esfuerzo.
El Nuevo Testamento menciona 8 veces la idea del esfuerzo como respuesta a lo que Dios quiere hacer en nosotros. Así pues, ser trasformados es un trabajo bipartito entre Dios y nuestra disposición.
Se nos dice que el apóstol Pablo escribe esta carta a un grupo de iglesias localizadas en la provincia de Efeso, por lo tanto esta es una carta circular, esto significa que el contenido de la carta es pertinente a todas esas iglesias que muy seguramente adolecían de los mismos males.
¿Cuáles eran sus males? Sus miembros, sus congregantes eran personas de trasfondo gentil (pagano) y por lo tanto todavía tenían dificultad para entender las demandas de su nueva vida y como resistir a las tentaciones de su pasado.
Al parecer habían abrasado la fe en Cristo, pero aún no abandonaban sus viejas prácticas de vida. Pablo exhorta a los creyentes de las iglesias de Efeso a: “…ya no andéis como los otros gentiles…” (vers. 17) ¿a que se esta refiriendo Pablo?
Nos dice que los otros gentiles, tenían entenebrecidos el entendimiento, eran ignorantes y duros de corazón (vers. 18) conduciéndolos a una profunda decadencia moral “…perdieron toda sensibilidad…” (vers. 19). En otras palabras Pablo les esta diciendo que las personas sin Jesús tienen su inteligencia limitada por la oscuridad del maligno; son ignorantes de las verdades divinas y además su corazón es duro a toda reprensión de parte de Dios.
Con todos estos elementos en sus corazones, lo único que se puede esperar es un extravió moral y una gran decadencia llegando a niveles insospechados. Aunque esta carta fue escrita hace siglos y describe situaciones de ese tiempo, pareciera ser tan actual.