Eso indica un grado de profunda confianza. Mi cónyuge con quien comparto mis años de casado, además de ser mi amiga o amigo, ha llegado a ser uno conmigo y eso le da a nuestra relación un sentido de intimidad no vista en ninguna otra relación.
Cuando Salomón y la sulamita se llaman de esta manera, dejan al descubierto lo que significan el uno para el otro. Al mostrar la forma como se trataban, nos muestran, sin reparos ni prejuicios, que en el amor de una pareja ninguno de los dos son extraños.
b. Las palabras íntimas distinguen la exclusividad (1:13, 16; 2:10; 5:10; 6:3).
El término “mi amado” y “mi amada” no puede ser dicho a otra persona que no sea la esposa o el esposo. Al decirse estas palabras colocan la relación en el más alto y sublime concepto de una posesión exclusiva.
“Yo soy de mi amado, y mi amado es mío”, eso significa (entre el uno para con el otro) que ni lo presto, ni lo alquilo, ni lo comparto. Que tú eres única; que eres especial; que no existe otra como tú. “Yo soy de mi amado, y mi amado es mío”, significa que nuestros cuerpos y sentimientos se han fusionado en tal dimensión que sólo los dos sabemos quiénes somos en el lecho de nuestra unión.
Son las palabras más tiernas, más exclusivas, más románticas; son las palabras que a nadie más se les dirían sino a aquel o aquella que comparte mi intimidad. Déjeme llevarle a esta comparación. Entre el Padre y el Hijo hubo una intimidad tan grande que en dos ocasiones Jesucristo llamó a su Padre “Abba Padre”. Se ha dicho que esto es la cúspide con la que se puede expresar el amor más íntimo y la unión más íntima.
III. LA CANCION DEL MATRIMONIO DEBE SER ENTONADA CON PALABRAS DE AFIRMACIÓN POSITIVA
a. Las palabras de afirmación (5:2).
Cantar de los Cantares es un libro donde no encontramos reproches entre los amantes. No aparece por ningún lado una palabra de crítica, una palabra negativa o alguna palabra áspera. Son estas verdaderas palabras de afirmación. ¡Oh, si los esposos aprendiéramos este lengua del amor! Cuánto produce en la amada las palabras de afirmación. La forma cómo se hablan nos hace ver un cúmulo de palabras positivas, de elogios, de piropos, de halagos.
Tome en cuenta lo que dice Salomón cuando va en búsqueda de su amada: “Ábreme, hermana mía, amiga mía, paloma mía, perfecta mía…”. Verdad que esto es muy distinto cuando el esposo golpea con sus palabras. Cuando piensa que él solo es quien debe llenar sus necesidades con su esposa, pero se olvida de las de ella.
La palabra “perfecta mía”, debiera traducirse como “mi impecable”. Por supuesto que eso no significa que ella poseía una perfección absoluta porque era humana, pero al llamarle de esta manera lo que estaba era afirmándola, no humillándola. Hay en estas palabras una música que debe ser oída.
b. El matrimonio requiere que los cónyuges sean románticos (1:8-11; 15, 16).
Amado esposo, ¿cuándo fue la última vez que usted le dijo una palabra romántica a su amada? El uso y la costumbre pudieran privarnos de ese lado humano con el que expresamos palabras que hicieron sonrojar a nuestras esposas en otro tiempo. ¿Por qué lo fuimos en el noviazgo y no ahora? Es triste que ahora las palabras con las que más me conozca mi esposa sean de críticas, de quejas y de mi mal humor.