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¿Cómo vemos las cosas?

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Predicas Cristianas Predica de Hoy: ¿Cómo vemos las cosas?

Predica Cristiana Lectura Bíblica de Hoy: Números 13:25-33

Introducción

El otro día sucedió algo en mi trabajo que me llamo mucho la atención. Resulta ser que ocurrió un incidente y cuando se comenzó una investigación, varios de los supuestos testigos dieron versiones diferentes de lo que habían visto.

Esto no es una cosa muy fuera de lo común, ya que según nuestro punto de vista, algunos nos fijamos en unas cosas y se nos escapan las otras. Es muy similar a cuando se reúne un grupo de personas, y un mensaje es dado a una persona para que esa persona se encargue de decírselo a los demás.

El problema esta en que cuando el mensaje finalmente llega a la última persona ha sido distorsionado de tal manera que casi ni se parece al mensaje original; esto es debido a que nosotros escuchamos e interpretamos las cosas a nuestra manera.

Es por eso que quiero hablarles de esto mismo en el día de hoy. Hoy estaremos analizando unos pasajes de la Palabra que nos hará reflexionar en la manera que vemos las cosas, y en la manera que interpretamos las situaciones.

Pasemos ahora a la Palabra de Dios.

“Y volvieron de reconocer la tierra al fin de cuarenta días. 26 Y anduvieron y vinieron a Moisés y a Aarón, y a toda la congregación de los hijos de Israel, en el desierto de Parán, en Cades, y dieron la información a ellos y a toda la congregación, y les mostraron el fruto de la tierra. 27 Y les contaron, diciendo: Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y este es el fruto de ella. 28 Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y también vimos allí a los hijos de Anac. 29 Amalec habita el Neguev, y el heteo, el jebuseo y el amorreo habitan en el monte, y el cananeo habita junto al mar, y a la ribera del Jordán. 30 Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos. 31 Mas los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros. 32 Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura. 33 También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos.

Dios utilizo a Moisés

Para tener un mejor entendimiento del mensaje en el día de hoy, será necesario que conozcamos un poco de lo que esta aconteciendo. En otras palabras tendremos que repasar un poco de historia.

Aquí tenemos al pueblo de Israel cual fue liberado de las manos del faraón después de aproximadamente 430 años de esclavitud. Dios utilizo a Moisés para librarles, y ellos todos vieron grandes señales de un Dios vivo.

Ellos presenciaron todas las plagas y cruzaron el mar rojo sin tener que mojarse o usar una nave. Ellos habían escuchado Palabra de Dios a través de Moisés y sabían que él les estaba guiando hacia la tierra prometida.

Este pueblo sabía que Dios les había liberado, y que les había prometido una tierra que fluía con leche y miel. ¿Por qué les hago este recuento?

Les hago este recuento porque es necesario que nos demos cuenta de que ellos sabían exactamente hacia donde se dirigían, es necesario que sepamos que ellos conocían las promesas de Dios. Con esto en mente entonces llegamos a este punto en la historia.

Moisés les guió por el desierto hasta la frontera de la tierra que Dios les había prometido y aquí vemos que el entonces envió a estos hombres a que fueran y reconocieran el territorio. Aquí es donde comienza el problema.

Hacer de ellos una gran nación

Como les dije al inicio, todos nosotros vemos las cosas de diferentes maneras. Estos hombres que fueron a reconocer el territorio le dieron un buen reporte a Moisés, ellos confirmaron que la tierra en verdad era buena, que era fértil, (Vers. 27), pero el problema comienza porque ellos se fijaron mas en los habitantes que en la promesa de Dios, (Verss. 28-29).

Dios les había liberado de la esclavitud para hacer de ellos una gran nación que sirviera de ejemplo en el mundo. Dios quería bendecir a este pueblo, pero por su poca fe y confianza en Dios ellos no recibieron la bendición de inmediato.

Ellos no se concentraron en las promesas de Dios, ellos prefirieron no confiar en Su poder, ellos se concentraron en lo que vieron y en sus debilidades, (Vers. 31). A consecuencia este pueblo anduvo en el desierto por un total de cuarenta años. Quiero que nosotros pensemos en esto por unos momentos.

Quiero que analicemos lo que les sucedió a ellos y lo comparemos con lo que nos sucede a nosotros hoy en día. Lo que le sucedió a este pueblo no es muy diferente a lo que nos sucede a nosotros hoy en día. En muchas ocasiones nosotros nos comportamos tal como este pueblo.

Dios quería que este pueblo le sirviera de bendición al mundo, Dios quería que ellos fueran el ejemplo a seguir, pero ellos no confiaron en Dios.

Ellos solamente se fijaron en que la tierra contenía un gran número de habitantes, ciudades con murallas fortificadas y gigantes que habitan en ella. Les pregunto, ¿existe esto en nuestras vidas hoy? Les puedo decir con toda confianza que sí.

Existen muchas personas que hacen tal como hizo el pueblo de Israel en este instante. Existen muchas personas que en vez de concentrarse en las promesas de Dios, que en vez de concentrarse en Su poder, se concentran en las situaciones y quitan su mirada de Dios; una vez que hacemos esto entonces nuestra fe flaquea y comenzamos a sucumbir en la tentación y la rebeldía.

Es al igual que cuando oímos que las personas dicen que Dios no les habla. Esto es algo que he escuchado en más de una ocasión por numerosas personas. Pero la realidad del caso es que Dios si nos habla, quizás no con voz de trompeta, no con gran estruendo, pero Dios nos habla a través de su Palabra. Dios nos habla a través de hermanos y hermanas, Dios nos habla en todo momento, pero muchos de nosotros no le llegamos a oír.

La razón principal es porque tal como este pueblo, dejamos de confiar en Él. Confiamos más en nuestras habilidades que en la fortaleza de Dios. Este fue el caso de este pueblo, ellos al reconocer la tierra no vieron la bendición, solo vieron lo negativo.

Al reconocer esta tierra ellos no confiaron que el mismo Dios que les había liberado de las manos del faraón, (Éxodo 3:17), que el mismo Dios que les había prometido esta tierra se las entregaría, ellos solamente vieron sus debilidades. El resultado de sus acciones fue que se rebelaron contra Dios.

Preguntémonos, ¿estamos atravesando por un desierto ahora?

Existen muchas personas que tal como este pueblo, en estos mismos momentos están atravesando por un gran desierto, existen muchas personas que en estos mismos momentos están atravesando por situaciones muy difíciles porque han confiado más en sus habilidades que en Dios.

El problema es que nosotros hemos creado paredes fortificadas a través de los años alrededor de nuestros corazones y no son nada fáciles de derrumbar. Hemos permitido que nuestro enemigo fortalezca estas murallas con pensamientos negativos, y hemos dejado a Dios afuera.

La realidad del caso es que algunos Cristianos no han aprendido que el poder de Dios es infinito. Esto es particularmente verdad para los nuevos creyentes, pero no se limita a ellos solamente.

Tenemos que aprender a escuchar la voz de Dios, tenemos que aprender a confiar en Dios. Cuando nosotros escuchamos la voz de Dios y confiamos en Él, cuando nosotros estamos atentos a las cosas de nuestro Padre celestial, cuando guardamos Su Palabra y Sus mandamientos, Él derrama bendiciones sobre nosotros (Deuteronomio 28:1-6).

Cuando guardamos la Palabra de Dios, cuando somos fieles, cuando somos obedientes, seremos bendecidos en toda circunstancia o situación.

Las apariencias no son de importancia, no importa que pueda ser algo que nos luzca desagradable o nos cause una pequeña incomodidad, estemos donde estemos, pase lo que pase, Dios enviara una bendición. Dios no se olvida de Su pueblo, Dios no dejara de derramar bendiciones sobre nosotros mientras nos mantengamos firmes.

Dios no dejara de derramar bendiciones sobre nosotros mientras nos mantengamos fiel a Su Palabra. La triste realidad es que muchos de nosotros regresamos y permanecemos vagando perdidos en el desierto, pero nosotros no estamos llamados a caminar perdidos en el desierto, nosotros estamos llamados a caminar hacia la cruz, (Marcos 8:34).

La razón principal es que no nos mantenemos fiel; no hemos aprendido a escuchar Su voz, o simplemente no queremos hacer caso a lo que se nos dice. En otras palabras, somos desobedientes. Yo diría que la desobediencia es uno de los problemas más grande que sufre la iglesia hoy en día.

La desobediencia causa que caigamos nuevamente en la esclavitud de este mundo, la desobediencia causa que no veamos las bendiciones que Dios nos envía.

La desobediencia causa que solo veamos lo negativo.

Este pueblo no recibió las bendiciones de Dios de inmediato porque solo vieron la oposición, vieron los gigantes que habitaban en la tierra y se atemorizaron, (Vers. 33).

Sé que muchos están pensando que en nuestras vidas no existen gigantes, sé que muchos están pensando que hoy en día no habitan gigantes en esta tierra, pero la realidad del caso es que si existen números gigantes que como iglesia tenemos que enfrentar. Primero que todo preguntémonos, ¿qué es un gigante?

Un gigante es todo aquello que nos separa de la voluntad de Dios. Gigante es todo aquello que trata de apartarnos del camino que Él nos ha enseñado. El gigante es todo aquello que se para entre nosotros y los planes de Dios para nosotros. Un gigante es todo aquello que aparenta ser mucho más grande y poderoso que nosotros, más grande que nuestro deseo de servir a Dios.

Un gigante es todo aquello que es mucho más fuerte que nuestras habilidades y que no podemos enfrentar a solas. Solo tenemos que mirar a nuestro alrededor, solo tenemos que analizar nuestras vidas y encontraremos que si existen muchos gigantes habitando donde no deberían habitar. La pregunta que nos debemos hacer es ¿qué gigante enfrentamos nosotros hoy en día?

El primer gigante que enfrenta la iglesia hoy en día es el gigante de la duda e incredulidad. Si nos ponemos a pensar en lo que aconteció en este caso veremos que esto fue exactamente lo que sucedió con el pueblo de Israel y sucede con nosotros.

Cuando estos hombres fueron enviados a reconocer la tierra, ellos no fueron enviados para ver si esta era la tierra o no, Dios sabia que esta era la tierra que Él tenía para este pueblo.

Dios sabía que Él les daría la victoria sobre toda oposición, pero ellos dudaron, ellos no creyeron en la Palabra de Dios. Solamente hubo uno de ellos que dijo “Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos“.

Solamente Caleb creyó sin dudar que Dios les entregaría la victoria.

Muchos de nosotros hacemos tal como ese pueblo, muchos de nosotros al vernos confrontados con problemas o situaciones, al vernos cara a cara con esos gigantes que vienen a robarnos la paz que Dios nos ha dado, simplemente dudamos de Su poder.

Pero hermanos la realidad del caso es que estos gigantes no existen para robarnos la paz, Dios permite que estos gigantes existan para glorificarse a través de ellos (Santiago 1:2-4).

Podemos dudar las promesas de Dios para nuestras vidas, podemos dudar que seremos bendecidos, pero cuando hagamos esto recordemos lo que le sucedió a este pueblo.

Por causa de su duda estuvieron perdidos en el desierto por cuarenta años.

Recordemos siempre que el dudar o no creer no nos permitirá ver la grandeza de nuestro Dios y aumentara nuestras propias debilidades. El dudar o no creer nos conducirá nuevamente al desierto.

El segundo gigante que enfrentamos como iglesia es el temor. En el caso de este pueblo, el temor de las ciudades fortificadas, el temor de los habitantes, el temor de los gigantes fue mucho mayor que la promesa de Dios. Este pueblo se vio como “langostas”, se vio mucho inferior a ellos, se vieron insignificantes.

Nosotros en muchas ocasiones hacemos igual, en vez de ver los problemas o situaciones como insignificantes en los ojos de Dios, vemos los problemas y situaciones como gigantes que nos causan temor. Lo que sucede es que nosotros medimos los obstáculos contra nuestra propia fuerza y habilidad, en vez de concentrarnos en el poder de nuestro Dios.

Estos hombres llegaron a ver la tierra prometida, la tierra que fluía con leche y miel como la “tierra que traga a sus moradores“. Esto es una gran diferencia ¿verdad? Pero el temor causa esto mismo, el temor causa que veamos las cosas completamente opuestas a lo que son.

El temor causa que no veamos las bendiciones. Hermanos, el temor no es de Dios (2 Timoteo 1:7).

Tenemos que reconocerle por lo que es, un gigante que quiere alejarnos de Dios. Un gigante que quiere robarse las bendiciones que Él tiene para nosotros. Un gigante que quiere desterrarnos y enviarnos a andar nuevamente en el desierto. Pero Dios nos libero y no podemos permitir ser desterrados (Éxodo 13:14).

Para concluir.

Les pregunto, ¿cómo vemos las cosas? Cuándo miramos y examinamos nuestras vidas, ¿vemos a los gigantes o vemos el poder de Dios? Cuándo miramos hacia nuestros futuros, ¿estamos en camino hacia la tierra prometida o estamos en camino al desierto?

No podemos permitir que seamos guiados en dirección contraria a Dios. Fuimos liberados de la esclavitud, (Éxodo 14:13-14), recibimos el regalo más grande que podíamos recibir, recibimos la vida eterna en Cristo Jesús.

Fuimos escogidos por Dios para servirle, y debemos tener siempre en mente todos esos años que pasamos perdidos en el desierto del mundo, el sufrimiento, los dolores, esa carga tan pesada que una ves teníamos.

Tenemos que acordarnos que Dios y solo Dios nos dio descanso, alivio nuestras penas. Hermanos, no podemos permitirle al demonio que nos desvié de nuestro caminar.

En este mundo tendremos que enfrentarnos a gigantes, tendremos que confrontar situaciones difíciles, pero siempre debemos recordar que Dios así lo permite para refinarnos y probar cuan fuerte es nuestra fe.

El pueblo de Dios en ese entonces tuvo a Moisés, quien fue un gran hombre de Dios, pero nosotros tenemos a Cristo, le tenemos a Él que nunca nos abandona, que siempre esta dispuesto a estrechar Sus manos y guiarnos en toda situación.

Predicado: 9 de Diciembre del 2001

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