Ninguna palabra describe tanto al pecador como esta. Esa debilidad de la que aquí se habla tiene que ver con la impiedad en las que no has dejado el pecado. No fue una condición nada deseable, de allí que la presencia de un salvador era necesario para que esto cambiara. La otra frase es “a su tiempo”.
Cristo no vino ni antes ni después. Y si bien es cierto que la historia se va dividir así después que Cristo murió, aquí nos referimos que Cristo vino cuando el Padre lo había determinado.
El escenario mundial tenía que ser propicio. El reloj divino dio su hora exacta cuando Cristo nació. Él vino para morir por los débiles de manera que ahora seamos fuertes. Su muerte justifica a ese hombre débil.
b. Justificados – La muerte de Cristo califica el amor de Dios vers. 8.
Cuando hablamos de la justificación por su sangre este texto llega a ser la cumbre de lo que aquí estamos exponiendo. La salvación nuestra no es sino un apto insondable, inimaginable e incompresible del eterno amor de Dios. Lo que le mostró el pecado a Dios es su total corrupción y sus más insospechables consecuencias.
Una de las cosas que siempre se ha pensado y se ha hecho la pregunta, ¿por qué Dios no condenó al hombre como lo hizo con los ángeles que cayeron de su estado de gracia? Nadie tiene una respuesta para esto sino la que encontramos en el Juan 3:16 y Romanos 5:8.
Si no hubieran otros textos en la Biblia, estos explican por qué Dios nos ha dejado y por qué Dios nos ha amado. Observe esto. Cuando el hombre pecó Dios lo sacó del Paraíso, más no los sacó de su propósito.
Dios no tenía por qué dejarles viviendo pero lo hizo. Otro chance que Dios tuvo de acabar con el hombre fue durante el diluvio. Lo que provocó el hombre era suficiente para acabar con la raza humana, pues se nos dice que solo 8 miembros de la familia fueron salvados. ¿Por qué los salvó? Porque nos amó de tal manera.
c. Justificados – La muerte de Cristo nos reconcilia con Dios vers. 10.
La palabra “reconciliación” es una de las más poderosas de nuestro diccionario. Nada le hace más bien a la vida que restablecer una relación rota, reconciliar dos bandos en pugna, romper los muros de separación. La reconciliación no es sino tirar un puente para unir un vacío. Es traer a la paz lo que nos separaba.
En el contexto de lo que hablamos, la muerte de Cristo hizo posible lo que parecía imposible: reconciliar al hombre con Dios.
Vamos verlo a mayor profundidad. Como nuestro tema tiene que ver con la justificación, lo que primero tenemos que ver es que la justificación hace que un pecador, que es considerado culpable y condenado delante de Dios, ahora sea declarado justo.
Luego mediante la redención ese mismo pecador que delante de Dios aparece como un esclavo, recibe una total libertad de manera gratuita. Esto fue lo que hizo Cristo con nosotros.
La reconciliación es el acto de traer al pecador sin ninguna posibilidad de salvación al seno de los brazos divinos. Esto explica porque ahora somos herederos junto con Cristo.
II. LA JUSTIFICACIÓN POR SU SANGRE NOS ABRE LA PUERTA A LOS REGALOS DIVINOS
a. Justificados – El resultado de entrar a la gracia de Dios vers. 2.
La oración “por quien también” de este texto es una manera de decir, que además de lo anterior dicho, esto que viene ahora le sigue a lo que hemos llamado “la gloria de la justificación”. ¿De qué se trata lo que Pablo va a decirnos? ¿Por qué es tan importante este otro resultado?