La vida bajo la ley del espiritu

Simplemente haga un ejercicio mental de esto y piense qué es lo que le agrada a la carne y verá que siempre choca con los designios de Dios. La carne querrá llevarle en otra dirección que no sea sino su propia satisfacción.

Piense cómo trabaja la carne en su relación con Dios. Sabe usted cuánto cuesta mantener una comunión con Dios por la actuación de la carne. El versículo 8 y 13 nos advierten sobre esto.

III. ES LA ÚNICA QUE CAMBIA NUESTRA MANERA DE OBRAR

a. Pensar en la carne o pensar en el Espíritu (vers. 5).

Ahora Pablo comienza a definir al auténtico hombre de Dios. Si bien es cierto que nuestras batallas siguen hasta el día que muramos, la otra parte es que nuestra vida con sus pensamientos al ponerlos bajo el señorío de Cristo y bajo la ley del Espíritu, irán siendo más espirituales que carnales. Las preguntas que nos vienen siempre tienen que ver con este asunto precisamente.

¿Cómo puedo andar en el Espíritu y no en la carne? ¿Cómo puedo saturar mi mente con pensamientos del Espíritu y no de la carne? Una de las palabras que Pablo va a usar en este pasaje es precisamente la de “andar”. En el primer versículo hace referencia a no “andar” en la carne sino en el Espíritu.

En el vers. 4 otra vez dice que ya no andamos en la carne sino en el Espíritu. Y las otras dos palabras que son parecidas al andar, son “vivir” y ser “guiados” por el Espíritu. Todo esto para decirnos que nuestra vida diaria debe distinguirse por su andar satisfaciendo a los anhelos del Espíritu y no los de la carne. Lo que pensamos eso somos (Proverbios 23:7).

b. Ocuparse en la carne o en el Espíritu (vers. 6).

Pablo advierte que cuando nos ocupamos de la carne tendremos como fruto la muerte. Sí, la muerte de los de nuestros más grandes sueños, metas y propósitos. Pero sobre todo, la muerte en relación a las cosas buenas y agradables que nos da el Señor. Sin embargo, vea la diferencia al ocuparse del Espíritu.

Lo primero que vemos es que él produce en nosotros “vida y paz”. Mis amados yo no podría pensar en algo mejor que esto para la felicidad cristiana. La ley del Espíritu produce en mi ser interno la real vida que no me da la carne y la paz que solo viene del cielo.

Tenemos que reconocer que si algo no produce la carne es paz. Es más, muchos de nuestros constantes conflictos se deben a que los designios de la carne producen los deseos insanos que al dominar nuestra voluntad nos llevan cautivos al dominio del pecado.

Y cada vez que se consuma el pecado la vida queda desprovista de la paz que nos da el Espíritu. Para lograr esto Pablo nos recomienda ocuparnos en el Espíritu. Hay muchas ocupaciones diarias que nos distraen de este propósito. Esperamos que la más importante sea la del Espíritu. En ella tenemos vida y tenemos paz.

IV. ES LA ÚNICA QUE LE DA VIDA A NUESTRO CUERPO MORTAL

a. El Espíritu de poder vive en nosotros (vers. 11).

¿Por qué debemos dejar que sea la ley del Espíritu la que gobierne nuestro cuerpo mortal? La respuesta la tenemos en este versículo 11. Hay dos asuntos supremos y sublimes acerca del Espíritu Santo y Jesucristo. Uno fue el nacimiento virginal de Cristo.

La Biblia nos dice que eso fue la obra del Espíritu Santo y no del hombre.

De esta manera la sangre y vida que Jesús tuvo vino por la acción del Espíritu. Pero la otra acción del Espíritu Santo en relación con Cristo fue el de levantar a Jesús dentro de los muertos.

Esto significa un extraordinario poder, pues se trata de traer al Hijo de Dios desde las profundidades de la tierra donde estuvo durante tres días. Esto es muy alentador porque Pablo nos va a decir que de la misma manera que el Espíritu Santo trajo a Cristo a la vida, de igual manera nos dará a nosotros vida.

La única condición para que esto suceda es que el Espíritu Santo more en nosotros. Este texto debemos digerirlo y aplicarlo. El apóstol habla aquí mismo de la garantía de la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas de acuerdo a los versículos 9 y 16. Ese poder vivifica nuestro cuerpo mortal.

b. El Espíritu trae vida (vers. 13).

En la medida que Pablo va desarrollando este extraordinario capítulo toca elementos que nos van dando mucha seguridad en lo que ahora somos en Cristo. Previamente nos ha dicho que ahora todos somos deudores no a la carne (vers. 12) sino al Espíritu por toda la obra a favor de nuestra salvación. Por lo tanto debemos dejar de luchar la vida cristiana en nuestras propias fuerzas. La clase de vida que produce la carne es muerte. (8:12–13a).

Así que en lugar de lo anterior expuesto, debemos permitir al Espíritu de Dios que elimine las obras de la carne y produzca Su fruto en nosotros (8:13b). Esta nueva forma de vivir sólo se manifiesta en quienes han encontrado la salvación.

El nuevo desafío para un hijo de Dios es no seguir viviendo en la carne sino bajo la obra del Espíritu. Esta es la nueva vida que nos trae el estar dominados por la ley del Espíritu.

Al fin de todo esto Pablo nos recuerda que la razón por la que debemos vivir conforme al Espíritu en lugar de la carne, es porque el ser guiados por el Espíritu Santo es una señal que somos hijos de Dios. Amen.

CONCLUSIÓN:

No sé si usted se ha dado cuenta que uno de los mejores inventos que tenemos en este tiempo es el llamado GPS (Sistema de Posicionamiento Global). Es un sistema de navegación por satélite.

Se dice que hay por los menos 24 satélites integrados y puestos en órbita en toda la tierra de donde viene todo un sistema para ser guiados en la tierra.

Todos sabemos de su gran utilidad y nos ayuda para evitar el congestionamiento del tráfico, los peajes, sitios de interés en la vía, nos dicen si vamos a exceso de velocidad, si hay peligros en la vía y hasta si hay un policía por allí listo para medir la velocidad. Algunos dicen que el GPS “les salvó la vida”.

Ahora hay algo interesante en esto, este sistema viene desde el cielo para guiarnos en la tierra, pero como es un invento humano, no siempre es perfecto.

Algunas veces el sentido común nos dice otra cosa y no le hacemos caso si sabemos que podemos ir por una ruta distinta. Bueno, mis amados nosotros tenemos a alguien mejor que el GPS para guiarnos en la tierra. Él jamás se equivoca. Su ruta está mejor delineada que este invento humano.

Él nos guía desde el cielo para vivir en la tierra, pero su meta final es llevarnos de regreso Dios. Esto es lo que Pablo dice finalmente en los verss. 16-17.

© 2017. Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.

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