Predicas Cristianas
Predicas cristianas predica de hoy: Herederos de Dios
Predicas cristianas lectura bíblica de hoy: 1 Pedro 1:3-9
INTRODUCCIÓN
Pedro conoció la persecución de primera mano. Fue golpeado y encarcelado, y amenazado muchas veces. Él vio morir a hermanos en la fe [Esteban y Jacobo]. Vio a la iglesia dispersarse bajo la más terrible e implacable persecución a mano de judíos y romanos. Pero Pedro conocía a Cristo, y nada podía conmover su confianza en su Señor resucitado.
Pedro dirige su carta, específicamente a los cristianos que vivían en las provincias romanas del Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia. Estas congregaciones estaban conformadas, en su mayoría, por creyentes gentiles, aunque se incluían judíos convertidos al cristianismo. Los perseguían por mantener viva su fe sólo en Jesucristo. Y Pedro les escribe para exhortarles a seguir fieles a Cristo en medio de las pruebas de su fe.
Después de saludarles y de bendecir al Señor “¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo!», el apóstol pasa a establecer claramente, que la salvación de nuestra alma [el nuevo nacimiento] no se debe a ningún mérito ni esfuerzo por parte nuestra, sino únicamente a la su grande misericordia. Sucede por la voluntad y la acción de Dios. (Juan 1:13; Santiago 1:18).
Dios tomó la iniciativa de salvarnos cuando nosotros no éramos capaces de hacer nada para merecer su gracia y su misericordia. Sin embargo, “Dios nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo,” (Tito 3:5).
Pedro revela que, como resultado de ese nuevo nacimiento [de ese cambio de vida], al creyente se le garantiza: esperanza viva, herencia eterna y protección divina.
Te invito a que juntos valoremos estas tres grandes bendiciones de la salvación que constituyen razones más que suficientes para que cada cristiano se mantenga fiel a Cristo y a Su iglesia.
A. ESPERANZA VIVA
Pedro vio morir a Jesús en la cruz. Su propia esperanza se destruyó. Le pareció que todo estaba perdido. Pero Pedro vio el sepulcro vacío. Fue testigo de la resurrección de Cristo. Compartió con el Cristo resucitado por 40 días, y su esperanza revivió por completo.
Sobre su propia experiencia es que él afirma que Dios en “su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos” (1 Pedro 1:3). Pedro la llama esperanza viva, porque no es una ilusión muerta, no es un en-gaño.
Esa esperanza viva la recibimos gracias a que Cristo resucitó de entre los muertos. Esa esperanza viva la garantiza el Cristo resucitado.
Si como cristiano nos sentimos inseguros e intranquilos ante las crisis, necesitamos urgentemente renovar nuestra esperanza en Cristo. Hace ya mucho que se dijo que no hay situación desesperada, sino sólo personas que han llegado a una condición desesperada.
Hay algo en la esperanza cristiana que nada ni nadie la puede apagar, y es la convicción de que Dios está vivo. Nadie está sin esperanza mientras exista la Gracia de Jesucristo; y no hay situación desesperada mientras exista el poder de Dios. “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo.” (Romanos 15:13).
La madre soltera cifra su esperanza, en encontrar a un hombre responsable que le dé cobertura. El soltero, en una mujer que lo acompañe por el resto de su vida. Los indocumentados, que dicten una ley migratoria. Los padres, que sus hijos sean profesionales. Los emprendedores, que el negocio prospere.
Otros tienen su esperanza en el dinero, en el título universitario, en la promoción a una posición mejor remunerada, en un médico, en encontrar una iglesia que los ame. ¿En quién tú tienes puesta tu esperanza?
Cuando David analiza lo transitorio que es la vida del hombre y lo absurdo que es afanarse en la vida, él declara “Así que, Señor, ¿qué esperanza me queda? ¡Tú y sólo tú eres mi esperanza!” (Salmos 39:7 PDT).
El escritor de la epístola a los hebreos dice: “Esta esperanza es un ancla firme y confiable pa-ra el alma; nos conduce a través de la cortina al santuario interior de Dios.” (Hebreos 6:19 NTV) [Slide 7]. La fe mira a aquel que promete; la esperanza contempla las cosas que han sido prometidas (Hebreos 6:10-11).
B. HERENCIA ETERNA.
Pedro anima a los creyentes perseguidos del primer siglo, recordándoles que Dios los salvó en su grande misericordia, no sólo para darles una esperanza viva, sino que, al adoptarlos como sus hijos, los ha hecho partícipe directos de una herencia eterna. “para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros,” (1 Pedro 1:4).
Tal vez muchos de nosotros no tenemos la más mínima esperanza de una herencia. Nuestros ancestros (padres o abuelos) no tenían nada que dejarnos materialmente como herencia. [Aunque mi madre no me dejó una herencia como tal, si me dejó un legado espiritual que vale más que un millón de dólares americanos]. Tal vez Uds. puedan decir lo mismo.
La biblia dice que, en Cristo, tenemos una herencia eterna. El apóstol Pablo enseña en su epístola a los romanos que el Espíritu Santo da testimonio [habla] a nuestro espíritu y nos asegura que somos hijos de Dios. Por lo tanto, “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.” (Romanos 8:17).
En las herencias humanas, no siempre todos los hijos heredan.
Pero el cielo es una herencia a la que tienen derecho por igual todos los hijos de Dios. Los fieles cristianos no llegan al cielo por méritos propios. Somos hijos y herederos de Dios, por un acto de la soberana gracia de Dios (Efesios 2:8-9).
Esa gracia de Dios en nosotros ha hecho posible que el pasado ya no tenga ningún derecho sobre nosotros. Que el pecado no se enseñoreé de nosotros. No dicte nuestro destino.
Ahora es Dios el único que tiene derecho absoluto. El pasado está cancelado, y las deudas por el pecado fueron borradas. Empezamos una vida nueva con Dios, y somos herederos de todo lo que es suyo.
Pedro describe la nueva herencia que tiene el cristiano, con cuatro características interesantes. (1 Pedro 1:4a):
1. «Incorruptible». Jamás podrá ser destruida por elementos hostiles de corrupción.
2. «Incontaminada». Jamás podrá ser contaminada (mancharse, ensuciarse) por nada externo.
3. «Inmarcesible» (marchitarse). Jamás podrá marchitarse por un desgaste interior. Jamás perecerá.
4. «Garantizada». Esta herencia está reservada (guardada) en los cielos para los creyentes fieles (1:4b). Cristo dijo: “¡donde las cosas no pierden valor y donde no hay polilla ni orín ni ladrón que puedan corromper, oxidar o robar!” (Mateo 6:20 NTBAD).
C. PROTECCIÓN DIVINA.
Es interesante la manera en cómo Pedro anima a los destinatarios de esta carta. Primero les dice que la herencia de los santos está reservada en los cielos para vosotros, esa herencia está garantizada por Dios mismo.
Y, en segundo lugar, Pedro les asegura que los herederos son “guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.” (1 Pedro 1:5).
¡Aleluya! No sólo la gloria está “reservada” para nosotros, ¡sino que nosotros estamos siendo guardados para la gloria!
“guardados”, [phroureo]. Este término griego se usaba en el vocabulario militar para describir a un centinela de guardia. Estamos en medio de un combate espiritual, pero el poder y la paz de Dios (Filipenses 4:7) son nuestros centinelas y protectores.
El poder supremo, la omnisciencia, la omnipotencia y la soberanía de Dios no solo guardan la herencia (1 Pedro 1:4), sino que mantienen seguro y firme al creyente. Ese poder de Dios nada ni nadie puede resistir ni oponerse para frustrar Sus designios.
Pablo declara triunfantemente “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8:31). Es decir, ¿quién podrá infundirnos temor o hacernos daño? Por muchos y fuertes que sean los enemigos, ¿qué podrán conseguir? Al estar Dios de nuestra parte, bien podemos retar a los poderes de las tinieblas. Satanás mismo, como en el libro de Job, es un peón más en el tablero de las circunstancias que convergen para nuestro bien. En CRISTO somos más que vencedores.
Cuando Jesucristo intercede por la iglesia ante el Padre, le dice: “Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.” (Juan 17:11).
CONCLUSIONES
Todos sabemos que las dificultades de la vida nos impulsan a bajar los brazos. Nos hacen creer que el cristianismo parece tan idealista e irreal, que en nuestro mundo no funciona. Que está fuera de contexto. Que el evangelio es una hipótesis, un embuste. Pero nada más alejado de la realidad son estas absurdas ideas.
- El evangelio es vivible.
- El evangelio es practicable.
- El evangelio es poder de Dios.
- Dios no está muerto, DIOS ESTÁ VIVO.
Pedro nos invita a que nunca ignoremos que, En CRISTO, el creyente tiene garantizada de por vida: esperanza viva, herencia eterna y protección divina.
© David N. Zamora. Todos los derechos reservados.
Exelente predica, muy clara La Palabra. DIOS PADRE siga Usando su vida.
Dios siga bendiciendo tan grande privilegio le saludan una pareja de esposos que te recién iniciamos el ministerio de la predicación del evangelio nos gustaría aprender más