Predicas Cristianas
Predicas cristianas predica de hoy: La angustia por el perdido
Predicas cristianas lectura bíblica de hoy: Romanos 9:1-5
INTRODUCCIÓN:
Pablo era un hombre con un corazón apasionado por la causa que defendía. Obsérvelo antes de su conversión. Tenía un corazón ardiente cuando persiguió a la iglesia. La manera cómo se entregó a ese propósito lo hacía respirar amenazas de muerte.
Pero ese mismo corazón lo tuvo después para fundar a la iglesia. Cómo deseamos tener un corazón así por los perdidos. Cómo quisiéramos que nuestro corazón sea tan apasionado por los perdidos como lo es para el trabajo que hacemos todos los días, por ese deporte que nos lleva a consumir horas sin que nos sintamos aburridos, o por aquellas cosas que tanto le apetece a la carne y que nuestro corazón siente su complacencia.
La conversión de Pablo fue tan radical que pasó de un extremo a otro. Pasó de ser un hombre que perseguía a la iglesia a ser un perseguido por su propia gente. El evangelio estaría incompleto si no hubiera aparecido Pablo.
El mundo antiguo conoció de Jesucristo gracias al trabajo de este hombre. Este hombre cambió su corazón lleno de odio hasta llegar a escribir 1 Corintios 13. El hombre que al principio perseguía ahora es perseguido, azotado y apedreado por su propia gente, sin embargo su corazón no conservó ninguna raíz de amargura.
Este hombre que al principio parecía un león causando terror entre los cristianos, después llegó a ser un cordero en su mansedumbre. El hombre que respiraba amenazas ahora exhalaba oraciones. Un corazón cambiado por Cristo debe tener una nueva pasión por el perdido. Debe tener una angustia espiritual por su salvación. Consideremos la naturaleza de la “angustia espiritual”.
I. HAY UNA RAZÓN PROFUNDA POR LA QUE VIENE LA ANGUSTIA
a. Los hombres sin Cristo están bajo maldición vers. 3.
Yo no sé si usted podrá percibir la magnitud de esta declaración de Pablo. Este texto desgarra nuestra capacidad de ver lo que es tener un corazón realmente entregado a Dios y a su vez sufriendo por los que no le conocen. Pablo era 100% judío de allí que su amor por la conversión de su pueblo lo lleva a considerarse en dos estados que hablan de alguien que prefería perderse él mismo con tal que Israel se volviera a Dios.
Lo primero que deseara ser es un anatema. Esta es una palabra muy fuerte en la Biblia. Esto significa llegar a ser maldito con tal que ellos reconozcan a Cristo como el salvador. La otra expresión es “separado de Cristo” de igual manera con el propósito que Israel encuentre la salvación. Y la palabra clave en medio de todo esto es “por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne”.
Cuando Pablo utiliza estas dos declaraciones está dando por sentado que esa es la condición de su pueblo. Ellos están bajo maldición y separados del amor de Cristo. Ellos lo han rechazado y van camino a un castigo eterno. Mis amados, esta es la angustia que debiéramos tener por los perdidos.
b. Los hombres sin Cristo tropiezan en la misma piedra vers. 30s.
Este fue el caso de Israel y el de los que constantemente rechazan el llamado del Señor. En otras palabras, Pablo representa a Cristo como la justicia a la que la ley estaba apuntando. ¿Qué estaba sucediendo? Pues que los gentiles se apropiaron del mensaje, creyeron y fueron justificados por la fe. El resultado fue que Dios imputó la justicia de Cristo a ellos por medio de la fe.
¿Qué pasó entonces con Israel? Pues que tropezaron con Cristo. Por ninguna parte ellos vieron a Jesús como su Mesías ni su justicia, ni a quien la ley estaba señalando todo el tiempo. Ignoraron las profecías y el tiempo de la visitación que se dio cuando Cristo vino.
Ellos vieron el camino a la justicia de Dios como obras, no a través de la fe. Y así no lograron alcanzar lo que la ley señalaba; por lo tanto tropezaron con el mismo Cristo. Esta es la misma condición de todos los hombres sin Cristo. Saben de él, han oído acerca de él, pero prefieren rechazarle. Es por eso que nuestra angustia por todos los que no conocen a Cristo debe ser como la Pablo. Es pensar que ellos podrían estar en camino a la condenación eterna.
II. HAY UN QUEBRANTO PROFUNDO QUE GENERA ESTA ANGUSTIA
a. Una gran tristeza vers. 2ª.
Mis amados, la condición de una persona sin Cristo no puede producir en nosotros un estado de indiferencia, conformismo y hasta de menosprecio. ¿Por qué la tristeza de Pablo? ¿Por qué debemos sentir también tristeza nosotros? Bueno, Pablo está preocupado por aquellos que eran sus parientes según la carne.
Y si bien es cierto que Pablo no habla acá que todo Israel era su familia, tales como padres, tíos, hermanos, sobrinos, etc., si es cierto que el amor verdadero entra por casa. El asunto es que quien no se preocupa por su propia casa, dice la Biblia, es peor que un incrédulo.
Nada tendrá que ser más importante para cada creyente que ver la salvación de su más cercanos. El no ver la salvación de nuestros hijos, esposos o esposas, mis vecinos o mis compañeros tiene que producir tristeza en mi corazón porque ellos no disfrutan de los goces espirituales que ahora tenemos, porque no son salvos y están en un eminente peligro de perdición eterna. Que nuestra tristeza sea la del mismo Cristo cuando al entrar a Jerusalén y sabiendo lo que le vendría en su destrucción, se entristeció y lloró por ella. Esta es la tristeza permitida en un cristiano.
b. Continuo dolor vers. 2b.
Ya sabemos por el testimonio que Pablo nos ha dejado en 2 Corintios 12 que sufría de alguna enfermedad que la consideraba como el aguijón de su carne. Al parecer era un dolor terrible. Pero note que el continuo dolor del cual nos habla acá no es de su sufrimiento físico sino el que tenía que ver con la salvación de su gente. En esto hay algo extraordinario. Por lo general pensamos más en nosotros mismos que en los demás.
Nuestras continuas penas, quejas y falta de madurez espiritual, nos mantiene en una vida que gira todo el tiempo alrededor de mí que no me hace sentir otro dolor que no sea el mío mismo. Pero Pablo nos demuestra que el dolor verdadero que debiera sentir mi corazón es por otros, sobre todo los que están separados de Cristo. ¡Oh, que tengamos más del espíritu que Pablo tuvo!