Bien pudiera ser que hay cosas que no me gustan dentro del cuerpo; quizás los estilos, las formas o los procederes del cuerpo, pero al final yo tengo que deponer mi manera personal de pensar cuando tengo que considerar a toda la iglesia.
Si usted no lo había entendido sépalo que fuimos transformados para que conozcamos la voluntad de Dios y esa voluntad se expresa a través de su cuerpo como iglesia. Otra vez la figura del cuerpo nos ayuda a entender esto.
Ciertamente el cuerpo contiene muchos miembros, pero aunque eso forma parte de su naturaleza “somos un cuerpo en Cristo”. Hay creyentes que no entienden este concepto y les da igual vivir sin la iglesia. Es como vivir sin una familia.
2. Somos muchos con un carácter verdadero vers. 5b.
No es lo mismo ser parte de un club de amigos que ser miembros de la iglesia. Nada es más serio que ser parte de la iglesia. La iglesia tiene una unidad que es inquebrantable por su origen. La iglesia tiene a su fundador en la persona de Cristo.
A la confesión de Pedro, Jesús dijo: “Sobre esta roca edificaré mi iglesia”. Nadie dio su vida por ella como lo hizo Cristo. Todos sus miembros deben saber que pertenecen a un cuerpo sagrado, comprado y redimido por la sangre de Cristo.
Esto significa que mis acciones afectan al carácter de la iglesia. Mi ausencia, mi indiferencia, mi falta de compromiso y mi entrega a ella afecta el carácter de la iglesia.
Una de las cosas que pidió el Señor fue por unidad de su iglesia. En la llamada oración sacerdotal nos dejó una de sus más sentidas palabras cuando dijo: “Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca…”. El asunto mis amados es que somos un cuerpo con un carácter verdadero por cuanto cada creyente es miembro del mismo cuerpo.
3. Somos muchos miembros pero conectados vers. 5c.
Este texto tiene una verdad hermosísima. Si bien es cierto que cada iglesia está compuesta por muchos miembros lo que al final cuenta es que estamos conectados unos con otros. El texto dice “y todos miembros los unos de los otros”.
Esto indica que aunque los miembros estamos “desparramos” en distintos lugares donde vivimos, estamos conectados a un cuerpo que se llama la iglesia donde vivimos, nos reunimos, nos consolamos, nos edificamos, donde crecemos y donde juntos nos alegramos en la esperanza de la segunda venida. La figura del cuerpo humano para identificar a la iglesia es simplemente alentadora.
Como hemos dicho hay muchos miembros en nuestro cuerpo, considere por ejemplo la parte anatómica, la parte de la carne, los tendones y los huesos. Mientras el cuerpo está vivo allí se da una perfecta unidad pues todos los miembros están conectados unos de otros y todos ejercen su propia función. Usted no va a ver a un miembro del cuerpo haciendo otra cosa que no sea el sostener la unidad.
III. EL CUERPO DE CRISTO TIENE UNA DIVERSIDAD DEFINIDA
1. Diferentes dones según la gracia dada vers. 6.
Es texto confirma una de las grandes doctrinas bíblicas como es la gracia de Dios. De una manera explícita Pablo nos dice que cada creyente es objeto de la gracia de Dios cuando conoce a Cristo. Observe esto. Dios tiene un gran amor por toda la humanidad y ese amor es “de tal manera”(Jn. 3:16) pero la gracia divina solo es otorgada al creyente, al que ha nacido de nuevo.
Usted jamás podrá encontrar la gracia de Dios en la vida de un no creyente. Esto nos lleva a decir entonces que cada hombre nace con habilidades conocidas como talentos para hacer cosas ordinarias y hasta extraordinarias; pero la persona que tiene un don espiritual es porque se los dio el Señor y esto ocurre cuando se le entrega la vida a él.
Dios equipa a cada creyente con su gracia y lo coloca en su cuerpo para que sea un portador de ella. Esa gracia se ha manifestado a través de los dones espirituales. Esto revela una verdad muy hermosa. Cada creyente es poseedor un don espiritual y su más grande anhelo debe ser poner su don en acción.
2. El uso adecuado de mi don espiritual en el cuerpo vers. 6b.
¿Usted se ha dado cuenta por qué nuestro cuerpo fue hecho así? ¿Puede imaginarse un cuerpo con un brazo demás, otra cabeza sobre su cuello, treinta y un dedos, con cuatro piernas, una mujer con más de un seno o mamas? ¿No es cierto que esto nos produce estupor?
Bueno el Señor sabe hacer tan bien las cosas que colocó en el cuerpo de la iglesia a cada miembro con un don diferente. Pero nos corresponde a nosotros saber y usar los dones dados para que la iglesia cumpla su tarea. Observe en este pasaje por lo menos el uso de ocho dones aunque existen mucho más. El sentido del texto es que cada uno use su don y lo use bien.
Vea la forma cómo Pablo lo presenta en los verss. 6-8. Este es uno de los más grandes problemas que tenemos en nuestras iglesias. Por un lado hay desconocimiento de los dones y los que lo tienen no lo usan bien. Por otro lado hay miembros del cuerpo que se atrofian y dejan que sea unos pocos miembros los que usen los dones. ¿Qué pasa con eso? Pues que la iglesia funciona mal. Mire lo que Pablo dice al respecto en 1 Corintios 12:14-17. Hay un llamado urgente a usar bien mi don.
CONCLUSIÓN:
Hay un texto en las Escrituras que ilustra la importancia de la unidad y la necesidad de ser parte del cuerpo de Cristo, lo dijo el sabio Salomón. “Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡hay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán ; y cordón de tres dobleces no se rompe fácilmente” (Eclesiastés 4:12).
Mis amados, según esta figura un verdadero cristiano constituye un poderoso testimonio a favor del evangelio en donde quiera se encuentra pero cuando hay tres y si están unidos la fuerza y el poder se multiplican grandemente de tal forma que llegan a constituir un tremendo y poderoso testimonio a favor de la causa de Cristo.
En los tiempos de la iglesia primitiva así sucedió. También en la época de los primeros siglos, la unidad de la iglesia era tal que entre más los perseguían más fuerza cobraban. Esa fuerza de la iglesia primitiva no estaba simplemente en su voluntad, sino en su unión con Cristo.
© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.
Qué lindo es pensar como Dios quiere que pensemos. Gracias Pastor por sus bellas ilustraciones.