El auténtico amor

2. El auténtico amor sigue lo bueno.

Lo primero que el texto no nos dice es que amemos lo bueno sino que sigamos lo bueno. Esto es una acción a la que nos llama la palabra. Así que lo opuesto al mal es aferrarnos a hacer el bien. El sentido de esta palabra “seguir” es “estar fuertemente pegado”.

El mundo ya tiene suficiente maldad. Lo que vemos todos los días es maldad. Nuestra mente parece habituarse a lo que es cotidianamente malo. Pero el llamado del auténtico amor es a seguir lo bueno. Llenemos nuestros corazones de pensamientos buenos.

Pablo nos da luz acerca de esto cuando nos dice en lo que debemos pensar: “Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad (Fil. 4:8).

En torno a lo que debemos decir se nos exhorta de esta manera a seguir siempre lo bueno: “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno”(Col. 4:6). Y en cuanto a lo que debemos hacer Jesús nos ha dicho que sigamos sus pisadas. Su carácter nos modela para vivir haciendo el bien. Que así sea.

III. EL AUTÉNTICO AMOR NACE EN LAS ENTRAÑAS

1. “Amaos los unos a los otros” vers. 10ª.

La frase “unos a otros” es muy común en todo el Nuevo Testamento y es una nota distintiva para ilustrar lo que debe suceder en el cuerpo de Cristo, la iglesia. Es por eso que se le exhorta al creyente a:

  • Saludaos unos a otros con un beso santo” (1 Cor. 16:20).
  • Servíos por amor los unos a los otros” (Gál. 5:13).
  • “Sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros” (Ef. 4:32). “Enseñándoos y exhortándoos unos a otros” (Col. 3:16).
  • Animaos unos a otros” (1 Tes. 5:11).
  • Y es en medio de todos estos mandamientos que nos muestran la manera cómo vivir en este cuerpo que aparece el mandamiento mayor. “Amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro”(1 Pe. 1:22).

Hay una poderosa razón para cumplir con este mandamiento de Pablo. Ya cristo lo había dicho en su ministerio terral: “Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros(Jn. 13:34). Creo que si vivimos a la altura de este mandamiento los demás “unos a otros” serán con el resultado de este. El amor a mis hermanos es una medida de mi amor por Dios.

2. Un amor que nace de las mismas entrañas.

El amor fraternal no son palabras superficiales sino un asunto que se  produce en la intimidad de mi ser. No es un amor basado en la afinidad de los gustos, personalidad o costumbres similares. Curiosamente, aunque este amor se da entre seres humanos, su procedencia es netamente divina.

Por lo tanto es un amor  entre dos personas que tienen la misma fe en Dios. Pedro nos dice que este amor es el resultado de  la purificación de nuestras almas: “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro…” (1 Pe. 1:22).

En base a esto, él mismo recomienda, que “ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados” (1 Pe. 4:8). Es por eso que se nos recomienda a no amarnos de “labios no fingidos“.

En este mismo sentido Pablo recomienda que la única deuda que debemos tener entre nosotros es el “amaros los unos a los otros” (Ro. 13:8). ¡Por favor hermano jamás cancele esta deuda! Ame a su hermano como ama la madre a su hijo, desde sus viseras.

IV. EL AUTÉNTICO AMOR ANTE PONE A LOS DEMÁS

1. “En cuanto a honra” es la palabra clave.

¿Qué quiere decir esto? El que ama a su hermano le honra. El que no honra a su hermano no le ama. Esto significa que en la medida que practica el amor fraternal no hará nada que le deshonre. La actitud del creyente no puede ser comparada con la del mundo.

¿Ha visto en su vecindario que haya un día a la semana para honrar al vecino por su trabajo, esfuerzo, dedicación y entrega? ¡No, eso nunca se da allá! Esa es una virtud exclusivamente cristiana. La idea de esta demanda bíblica es que yo me baje para elevar al otro.

La oración de San Francisco de Asis interpreta muy bien esta demanda bíblica: “Señor, que sea instrumento de tu paz.  Que donde haya odio, ponga yo amor.  Que donde haya ofensa, ponga yo perdón.  Que donde haya discordia, ponga yo unión.  Que donde haya error, ponga yo la verdad.  Que donde haya duda, ponga yo fe.

Que donde haya desesperación, ponga yo esperanza.  Que donde haya tinieblas, ponga yo la luz.  Que donde haya tristeza, pongo alegría.  Oh maestro, que yo no busque tanto: Ser consolado… como consolar.  Ser amado… como amar.

Porque: Es dando… que uno recibe;  es olvidándose… que uno encuentra;  es perdonando… que uno es perdonado;  Es muriendo… que uno resucita a la vida eterna”. El auténtico amor trabaja para labrar la dicha ajena. Preferir a otros no es normal en el mundo, pero lo debiera ser en la vida de la iglesia.

CONCLUSIÓN:

Alguien escribió el  siguiente  párrafo que nos ayuda  muy bien a practicar el amor fraternal, del que les estoy hablando hoy:

“Cuando para alguien sea tropiezo mientras mi orgullo aumenta, DÍMELO. Cuando me veas andar por el camino sin luz, cuando me veas huir de la presencia de Dios, LLÁMAME.

Cuando me veas débil, caído, llevando mi vida hasta el mundo falaz, ZARANDÉAME. Cuando me veas que tropiezo, me hundo, me caigo, destrozo, lastimo, que lucho y me pierdo, GRÍTAME. Cuando me veas que hiero, crítico, cuando de testificar me olvido, REPRÉNDEME. Cuando, hermano, me veas perdido, lejos del camino que Dios nos trazó, ENDERÉZAME, pero sobre, hermano, ÁMAME.

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.
Iglesia Bautista Ambiente de Gracia, Fairfax, VA

Central de Sermones .. Predicas Cristianas

Deja un comentario