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El ultimo ruego del pastor

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Predicas Cristianas Predica de Hoy: El ultimo ruego del pastor

Predica Cristiana Lectura Bíblica de Hoy: Romanos 16:17-20

INTRODUCCIÓN:

La oración “os ruego” en la carta a los romanos se repite por lo menos tres veces. La primera aparece en Romanos 12:1 y el énfasis de Pablo en esta parte es a que le presentemos a Dios nuestro cuerpo en sacrificio vivo, santo y agradable. Ese ruego del apóstol está precedido por los últimos 11 capítulos, cuyo contenido fue el gran tema de la justificación por fe en lugar de las obras de la ley.

Lo que uno puede inferir de este primer ruego es que frente a la vida nueva que ahora tenemos en Cristo, que se traduce en un vivir por fe, le presentemos al Señor la nueva ofrenda, o sea la de nuestro cuerpo, para hacer una realidad el llamamiento que Dios nos ha extendido ahora.

El segundo ruego aparece en Romanos 15:30 donde Pablo pide a sus hermanos que estén orando por él porque los enemigos del evangelio, entre los que habían fanáticos judíos, querían matarlo. Pero además les ruega que oren por él porque está llevando una gran ofrenda a Jerusalén para ayudar a los hermanos que estaban muy necesitados.

Pablo estaba consciente de los peligros que eran muy notorios por todos los enemigos que tenía. Ahora llega a su tercer ruego, uno que nos menos importante que el anterior.

Si el primero tuvo que ver con nuestro cuerpo como un templo santo que es presentado al Señor y el segundo es sobre la necesidad de la oración para quebrantar la astucia de los enemigos del avance del reino de Dios, éste tiene que ver los peligros a los que se enfrenta la iglesia.

El asunto es que después de haber abordado en el tema de la unidad, y habernos traído de la mano de su conocimiento respecto a la importancia que esto tiene para la armonía de la iglesia, utilizando su don pastoral para reconocer a los hermanos, ahora nos trae su último ruego que debe ser considerado con la misma importancia que los anteriores. De esta manera podemos ver que el penúltimo mensaje de la carta nos conduce en esa dirección. Veamos las tres palabras de advertencia de este ruego.

I. EL TEXTO NOS PRESENTA UNA PALABRA DE PRECAUCIÓN

1. Hay que fijarse en tales personas (v. 17ª).

Lo primero que Pablo resalta es que tengamos cuidado con los que causan “divisiones y tropiezos” en el seno de la iglesia. La palabra “cuidado” tiene que ver con la idea de “mantener los ojos puesto para examinar y escudriñar cuidadosamente”.

Es una frase militar griega que exhorta a mantener los ojos abiertos. Es la postura de un soldado que custodia un regimiento o que ha sido puesto para cuidar un fuerte, un

a propiedad, una casa o un gobernante. Se habla de una continua vigilancia. De esta manera el creyente debe estar preparado para vigilar que nadie cause división “en contra de la doctrina”. Toda la vigilancia que hagamos en la iglesia que afecten su unidad es importante, pero esta que tiene que ver con la doctrina es la de mayor desafío.

El que creyente que ha sido instruido en la verdad debe estar preparado para defender aquella fe una vez dada a los santos (Judas 3). El ojo pastoral de Pablo le advierte que hay lobos con piel de ovejas que se camuflajan de esta manera para engañar. Seguramente algunos de ellos tenían que ver con los hermanos débiles y fuertes que defendían su posición en lugar de la verdad.

2. Hay que apartarse de ellos (v. 17b).

La razón por la que pensamos que Pablo tiene en mente lo que trató desde el capítulo 14 y 15, respecto a los hermanos “débiles y fuertes”, es porque entre ellos la defensa que estaban haciendo de las costumbres podían estar trastocando también la doctrina y por eso él habla de los que causan “tropiezo”.

Es interesante que Pablo haya mencionado antes de llegar a esta parte tantos nombres y de una manera tan familiar, hablando y reconociendo a todos ellos hasta el punto de ver una iglesia realmente llena de armonía.

Pero en el mismo texto Pablo reconoce que bien pudieran estar en el mismo grupo algunos “hermanos” cuya intención es el de quebrantar la unidad de la iglesia, de crear desánimo y desaliento.

Frente a la presencia de estos que puedan crear esta condición en la iglesia Pablo tiene una sola palabra: “que os apartéis de ellos”. Esto parece duro pero el creyente no puede convivir con el error. Lo que el apóstol nos anima es para prevenir el mal, y luego, que se apartasen de los tales para no tener responsabilidad alguna en tales conducta.

3. Hay que ver sus intenciones (v. 18).

En esta palabra de precaución Pablo nos revela las verdaderas intenciones de estas personas que están en la iglesia o vienen de afuera. Observe que contrario al reconocimiento del servicio que hacen los hermanos a quienes les dirige el saludo, a estos les cuestiona su actitud, diciendo que “tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres”.

Esta descripción hecha a estos que están en la iglesia y que causan división no podía ser más reveladora. Cuando la intención del corazón es la búsqueda de la gratificación personal se confirma que tales personas no sirven al Señor. La única explicación por la que me uno a una iglesia es porque allí puedo servir a mi Dios.

Hay varias conjeturas que se han hecho respecto a quiénes podrían ser estas personas. Algunos han pensado que se refiere a los que se dedican a guardar las reglas judías en cuanto a las comidas; eso era el tema de los “débiles y fuertes”.

Algunos se inclinan a ver una referencia a vivir de manera egoísta; son los que sirven a su propio interés. El asunto central de este texto es ver que hay personas cuyas intenciones en la iglesia son las de dividir.

II. EL TEXTO NOS PRESENTA UNA PALABRA DE ELOGIO

1. Por el testimonio de obediencia público (v. 19).

Al comienzo de esta carta Pablo elogió a los hermanos de Roma, diciéndoles: “Primeramente doy gracias a mi Dios mediante Jesucristo con respecto a todos vosotros, de que vuestra fe se divulga por todo el mundo…” (Ro. 1:8). Ahora vea lo que dice nuestro texto: “Porque vuestra obediencia ha venido a ser notoria a todos…”.

Interesante que Pablo comience elogiando a estos hermanos y termine haciendo lo mismo. Como hemos dicho Pablo no había estado en Roma pero lo que está diciendo la gente de ellos él también lo sabe. La obediencia de los hermanos es un hecho notorio. La verdad es que Pablo no pudo decir lo mismo de un iglesia como la de los Corintios.

El hecho que en ella había cuatro partidos la hacía notoria y pública como una iglesia donde los hermanos buscaban más sus intereses que el de ser un buen testimonio para los demás.

Entre la fe y la obediencia no debe haber diferencia. Esto plantea que el reto de una iglesia y de sus miembros no es como se ven por dentro, o que tan defensores son de sus puntos de vista, sino cuánto y cómo nos conoce la gente de afuera. Ese es el reto.

2. Por el gozo que esto despierta (v. 19b).

Es evidente que el gozo de un pastor tiene que ver con sus ovejas, al fin y al cabo el ser pastor es tener un rebaño. Por lo tanto la temperatura de ese gozo pareciera medirse por la actitud de sus ovejas. Por supuesto que en esto también es notorio su tristeza, sobre todo cuando las ovejas hacen todo lo contrario a la primera parte del texto, o sea, son desobedientes.

Me llama la atención dos de las tantas características que tienen las ovejas. Una de ellas es que por tener una blanca lana y limpia todo se les pega, especialmente los gusanos en las orejas.

Bueno ustedes saben que hay otras cosas que se pegan a esa lana blanca y limpia de una oveja. Piense un poco en la pureza a la que somos llamados siempre. Y otra característica es que la oveja se pierde comiendo.

Hasta ahora hemos sabido que la oveja se descarría con frecuencia, pero que pierda comiendo es bien interesante. Un pastor espera que sus ovejas se mantengan bien alimentadas con la palabra, pero que no se desvíen. De esto depende siempre el gozo del pastor. Los hermanos de Roma llenaban el corazón del apóstol por la clase de vida que llevaban.

3. Por la determinación de su conducta (v. 19c).

Si bien es cierto que estas últimas palabras del texto suenan más a una recomendación que a un elogio en sí, bien podemos inferir que los hermanos de Roma tenían esta capacidad a la que Pablo hace mención. El comportamiento ejemplar que han presentado, objeto de estos elogios, comprueban su conducta.

Por lo tanto ellos deberían ser sabios para el bien e ingenuos para el mal. Sobre esto alguien ha dicho: “Sed tan sabios como para no ser engañados, pero tan sencillos como para no engañar”. La exhortación a ser sabios abunda en los proverbios de Salomón (Pr. 14:16).

El planteamiento para todo creyente es para que aprenda a distinguir entre el bien y el mal. El asunto es que el creyente ponga en práctica lo que es bueno, pero no deben meterse en lo malo.

Pablo ha dejado claro que hay falsos maestros que tienen la intención de apartar al creyente de la verdad de allí esta necesidad. Jesús había dicho que fueros astutos como serpientes y mansos como palomas. Esto se puede aplicar a lo que Pablo dice respecto al bien y al mal. Feliz la iglesia y el creyente que hace esta distinción.

III. EL TEXTO NOS PRESENTA UNA PALABRA DE CONQUISTA

1. El poder superior: el Dios de paz (v. 20a).

Algunos intérpretes de la palabra han encontrado con extrañeza que en un texto de tanta armonía con esos únicos saludos que aparecen en la Biblia, de repente aparezca otro texto que nos ordene cuidarnos de los que causan división entre nosotros. Lo ven como fuera de contexto.

Pero la verdad es que cuando una iglesia está en su mejor armonía es cuando debe prepararse para enfrentar situaciones con hermanos que pareciera que tienen la misión de quebrantar la unidad en el cuerpo.

Así que este versículo no está fuera de contexto, sino en el lugar correcto. Y sólo hay alguien que desea que seamos de un mismo sentir en el Señor y ese es nuestro “Dios de paz”.

Pablo se dio cuenta que había una amenaza seria que podía impedir el avance de una desafiante iglesia. De allí que invoca el más poderoso nombre para enfrentar lo que crea discordia. Mis amados, nuestro Dios de paz nos ha de devuelto lo que el diablo nos quitó (Juan. 10:10). Nuestro Dios de paz es quien produce todas nuestras victorias frente a todo lo que afecta la vida en la iglesia.

2. El enemigo a vencer: Satanás (v. 20b).

Lo primero que vamos a decir es que este es el único texto en toda la carta donde se menciona a Satanás. Este es un detalle interesante. Así que cuando Pablo habla de Satanás no lo resalta ni habla tanto de él sino más bien dice que en la brevedad posible él será aplastado con la poderosa fuerza del Dios de paz. Este texto es la más gloriosa promesa de la victoria de la iglesia.

Necesitamos recordar que si bien es cierto que Satanás es poderoso al final es un enemigo derrotado.

Lo fue cuando Cristo murió y resucitó. Satanás pensó que cuando Cristo murió le había vencido, pero justo cuando él y sus demonios iban a celebrar Jesucristo resucitó y Dios lo aplastó bajo nuestros pies. Satanás está siendo derrotado por cada creyente que predica y proclama la victoria de la cruz. Al hablar de Cristo, y alguien se entrega, Satanás es derrotado porque Dios lo pone bajo nuestros pies y levantamos a Cristo.

Finalmente Satanás será vencido, pues cuando sea suelto por un breve tiempo será destruido, derrotado y lanzado al lago de fuego de donde jamás saldrá. La única cosa que el creyente debe recordar de Satanás es que ha ya sido derrotado.

3. El recurso inagotable: la gracia de Jesucristo (v. 20c).

Este texto no podía terminar mejor. El creyente es la única persona que cuenta con los recursos inagotables para la conquista de todo aquello que se levante contra él. Su camino al cielo comenzó por la gracia.

La gracia es que Dios nos escoge para bendecirnos en lugar de maldecirnos, a pesar de que nuestro pecado lo merece. Antes de conocer al salvador estaba destino a una muerte eterna, pero donde abundó el pecado sobre abundo la gracia (Ro. 5:20).

Antes me acercaba a otros tronos buscando su ayuda para mi vacío corazón, ahora sé que hay un trono de la gracia donde he encontrado oportuno socorro (He. 4:16). Dios nos ha dotado de muchas cosas pero nada podrá igualar su gracia. La expresión de la gracia que conquista está centrada en la persona de Cristo. Jesucristo es la expresión más sublime de esa gracia.

Esto es lo que se nos dice: “Porque ya sabéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor de vosotros, siendo rico se hizo pobre; para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” (2 Cor. 8:9). La gracia en su vida es el recurso inagotable, por lo tanto en todo somos más que vencedores.

CONCLUSIÓN:

El cierre de esta carta no puede ser más interesante. La forma cómo Pablo abordó todos los temas y la conclusión a la que llega es propia de un pastor que tiene un gran interés que todo marche bien en la iglesia.

En el contexto de los reconocimientos y los saludos, nombre por nombre de tantos hermanos, deja su ruego final para asegurarse que la unidad de la gozan ahora será inquebrantable.

Es por eso que en esta parte nos deja tres palabras con las que llama la atención a la iglesia y deben ser muy bien consideradas. La primera de ellas es PREACUCIÓN. No todos quieren la unidad de la iglesia, por lo tanto hay que fijarse, apartarse y conocer las intenciones de los que buscan crear división en la iglesia.

La segunda palabra es de ELOGIO. Nada da mayor gozo al pastor que saber que la obediencia de su iglesia es notoria entre los de afuera. Para eso es necesario que seamos sabios para el bien e ingenuos para el mal. Y en tercer lugar una palabra de CONQUISTA.

La única cosa que la iglesia debe saber es que Satanás ha sido derrotado y que Dios lo ha puesto bajo nuestros pies. Le sorprende al lector que es en este pasaje la única vez que se menciona Satanás, sin embargo la gracia de Cristo es el más tema del cristiano.

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.
Iglesia Bautista Ambiente de Gracia, Fairfax, VA

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