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Escogiendo a Dios para que nos guie

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Predica de Hoy: Escogiendo a Dios para que nos guié

Predicas Cristianas Lectura Bíblica de Hoy: Éxodo 33:1-23

INTRODUCCIÓN:

Estamos a punto de emprender un largo viaje. No sabemos cuándo durará, no sabemos qué pasará, no sabemos que nos espera en este nuevo recorrido. La vida cristiana sigue siendo un largo viaje con diferentes etapas en el camino hasta que lleguemos a la patria celestial.

Israel emprendió su viaje a la tierra prometida donde se encontraría con la vieja ciudad de Jerusalén, a propósito de donde iremos. Su salida de la esclavitud fue victoriosa. La demostración del poder de Dios quedó evidenciado en la destrucción de Egipto.

Pero el pueblo una vez en libertad tomó la decisión de regresar a la esclavitud, cuando menos en el asunto de adorar imágenes. Pronto se olvidó de la demostración de las bondades  y misericordias divinas de haberle sacado de la tierra de la esclavitud a la de la libertad. Y es en ese contexto que aparece el pasaje de hoy.

Ya sabemos que el hombre escogido para esta monumental tarea es Moisés, el siervo de Dios. La vida de Moisés estuvo marcada por el tiempo. Cuarenta años en el palacio de Egipto. Cuarenta años en el desierto como pastor de ovejas. Y cuarenta años dirigiendo al pueblo de Israel hasta el borde la tierra prometida.

En una de esas etapas conoció a Dios de forma personal. Desde entonces supo que lo más importante de su tiempo era la presencia de  Dios. Él sabía cuán importante era esto para poder seguir adelante. El pueblo de Israel tenía una sensible inclinación de cambiar a Dios por otros dioses.

En el capítulo anterior  ellos tomaron la decisión de buscar otro guía, representado en un “becerro de oro”  para que les condujera a la tierra prometida. Tal pecado produjo la ira de Dios hasta negarles su presencia en la continuación del viaje debido a su descarrío. Pero la determinación de Dios no hizo esperar a la de Moisés: “Si tu presencia no ha de ir conmigo, no me saques de este lugarvers. 15.  

Aquí vemos a un Moisés “rebelado” con Dios,  no para apartarse de él sino para asegurarse de él. Moisés está resuelto a no emprender el viaje si Dios no le acompaña, ni siquiera está dispuesto a que lo guíe un ángel. Esta es nuestra determinación a partir de hoy al comenzar una nueva etapa. Escojamos hoy a Dios para que nos guíe. Que sea su sola y única presencia la que nos guía en este nuevo caminar.

I. LA GUÍA DE SU PRESENCIA ES NECESARIA PORQUE  SOMOS UN PUEBLO REBELDE

a. Dios es sensible a nuestra rebeldía (vers. 1).

Israel hizo todo para que Dios los abandonara y perecieran para siempre. La provocación a través de una figura hecha a mano para que los guiara a la tierra prometida no podía ser peor. Ni siquiera el castigo de los culpables sofocó su indignación.

Observe cómo él se dirige a Moisés hablándole de esta manera: sube de aquí, tú y el pueblo que sacaste de la tierra de Egipto. Dios habla del pueblo de Moisés, no su pueblo. Dios es sensible ante la rebelión.

Nada es tan peligroso que provocar la ira de Dios cambiándole por otro dios y atribuirle a ellos las facultades que solo son competencia divina (32:1). Dios no está dispuesto a compartir su presencia para guiarnos  que no sea la suya misma. Israel la cambió su presencia por un “becerro de oro”.

Cuando uno lee la historia de Israel, testigo de los más grandes milagros divinos, le sorprende por qué fue tan rebelde al Dios de  gracia y  de tanta bondad para con ellos. Y al ver esto uno pareciera compararse y hasta llegar a la conclusión que nosotros no haríamos lo que hizo el pueblo de Dios. Que   rebelarnos contra el Señor sería lo último que haríamos ahora. ¿Será cierto eso?

b. Eres pueblo de dura cerviz (vers. 3).

Esta es una palabra  dura. No nos gusta que nos exhorten, mucho menos que nos regañen. Reaccionamos de inmediato cuando se nos llama la atención. Imagínese a Dios diciéndole a su pueblo que es de “dura cerviz”. ¿Qué significó eso? 

Esta fue la palabra que se usó cuando los israelitas no estaban  caminando con Dios. La oración “dura cerviz”  aparece unas 18 veces en el AT y es usada varias veces en este contexto de la rebelión de Israel.

La referencia popular a esta palabra es  para señalar la  arrogancia, ser terco o ser obstinado. Fuera de la Biblia  denota ser distante, arrogante o incluso pomposo. Lo contrario a esto es el ideal cristiano. Qué difícil es pensar en cristianos de “dura cerviz”.

Al aplicarlo a la vida espiritual se ve en los creyentes malcriados, desobedientes, que nos da igual las cosas del Señor, que cualquier excusa es válida para dejar nuestros elementales compromisos con Dios. Cuando hacemos  que otras cosas sean nuestra prioridad,  pero no Dios y su obra, nos vamos pareciendo a Israel, también llegamos a ser duros de cerviz.

II. LA GUÍA DE SU PRESENCIA ES NECESARIA PARA SOMETERNOS A LA AUTORIDAD ESPIRITUAL

a. El tabernáculo fuera del campamento (vers. 7).

En los capítulos previos Israel había desobedecido a su líder Moisés y había pedido a otro líder, Aarón, que les hiciera un dios para que los condujera a la tierra prometida. Bueno ya sabemos cuáles fueron las consecuencias. La guía divina siempre está conectada con la guía espiritual que él ha puesto como su autoridad sobre su mismo pueblo.

Este pasaje es un reflejo que Dios no hace nada sin que primero lo revele a sus siervos los profetas. El tabernáculo era el gran símbolo de la presencia de Dios. Moisés levantó una tienda afuera debido a su rebelión del pueblo contra Dios. Es una manera de ver que la comunión con Dios se interrumpe. Y es en esta condición donde aparece el líder del Señor.

Los que tenemos el llamado divino sabemos la importancia que tiene la conducción del pueblo de Dios en todo  momento, pero sobre todo en aquellos que son especiales. En este sentido es tan importante que el pueblo de Dios, en especial la iglesia de Dios, sea llamada a obedecer a su líder. La desobediencia es mala guía y mala consejera. Dios tiene un orden y es deber del creyente seguirlo. Hay que seguir al líder.

b. Y sucedía que cuando salía… el pueblo se levantaba (vers. 8).

Nada es más importante en la vida espiritual que asegurarnos de la presencia de Dios para todo lo que está adelante. Observe ahora esta singular escena. Israel estaba extremadamente pendiente de los movimientos de su líder. Para ellos era determinante saber qué hacía Moisés respecto a la guía divina, pues de eso dependía el futuro de ellos.

Es por eso que el traslado de aquella tienda produjo una consternación profunda y universal. Los ojos ansiosos del pueblo se dirigían hacia él porque la felicidad de ellos dependía de las buenas o malas noticias que Moisés les comunicara. Este texto expresa una extraordinaria verdad. El pueblo del Señor debe levantarse al compás de su líder.

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